Más de 50 investigadores y técnicos de instituciones públicas y privadas emitieron una declaración en la que dicen que la Argentina puede satisfacer el aumento de la demanda global de alimentos, fibra y biocombustible con un aumento de producción en la misma superficie que la actualidad
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Cualquier aumento de producción de granos en el país, utilizando la misma superficie que en la actualidad, deberá contemplar un mejor y mayor uso de los nutrientes.
Esta es la conclusión de la “Declaración de Buenos Aires sobre la Brecha de Nutrientes en Argentina” que un grupo de más de 50 investigadores, técnicos y productores de instituciones públicas y privadas dieron a conocer esta semana durante una reunión en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires en el marco de un proyecto de investigación sobre brechas de rendimiento que realizan con la Universidad de Nebraska, de Estados Unidos.
“Concluimos que cualquier programa que tenga como objetivo aumentar la producción y los rendimientos de manera sostenible y bajo buenas prácticas agrícolas, mejorando la salud del suelo a través del tiempo, va a requerir de un reconocimiento explícito de la necesidad de un mayor y mejor uso de nutrientes en los sistemas de producción de grano en Argentina”, dijeron en la declaración.
Para los investigadores, la Argentina tiene una oportunidad de satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos, fibras y biocombustibles si acorta la brecha de rendimientos de los cultivos entre el promedio actual y el potencial que ofrecen.
“Mayores rendimientos implican mayores demandas de nutrientes. El desafío es satisfacer dichas demandas de nutrientes de los cultivos minimizando los impactos negativos sobre el ambiente”, expresaron y explicaron que “cuando la provisión de nutrientes es deficitaria en el largo plazo, se produce una degradación de las propiedades biológicas, químicas y físicas del suelo (por ejemplo, pérdida de materia orgánica). En el sentido contrario, cuando la aplicación de nutrientes excede largamente la demanda nutricional del cultivo, aumentan las pérdidas de nutrientes del sistema, resultando en impactos negativos sobre el ambiente”.
Según explicó Juan Pablo Monzón, docente de la Universidad de Mar del Plata que participa de la investigación sobre brechas de rendimiento con la Universidad de Nebraska, la Argentina presenta un balance de nutrientes negativo, superior, inclusive, al que tiene África, que aplica bajas dosis de fertilizantes, y notablemente inferior al de Estados Unidos. Así, mientras el balance negativo, entendido como la diferencia entre lo que se repone y lo que extraen los cultivos es de 35 kg. por hectárea en la Argentina, en África es 16 kg/ha y en Estados Unidos es positivo en 51 kg/ha.
En la declaración, los investigadores alertaron que “las aplicaciones actuales de nitrógeno, fósforo y azufre a nivel promedio en Argentina no son suficientes para cerrar la brecha de rendimiento en los principales cultivos y, en la mayoría de los casos, los balances negativos indican exportación neta de nutrientes de los suelos”.
Pero además de un mayor uso de nutrientes, los investigadores destacaron que debería haber un “incesante esfuerzo para mantener una alta eficiencia”, y señalaron que se deben atender las “Pre-condiciones para asegurar un uso eficiente y rentable de los nutrientes” que “incluyen un manejo adecuado de los mismos (en términos de cantidad, fuente, y forma y momento de aplicación) y de otros factores que determinan el rendimiento (fecha de siembra, secuencia de cultivos, enfermedades, insectos y malezas, etc.)”.
En la declaración sostuvieron que, de acuerdo con los ensayos a campo realizados, la evidencia empírica “muestra respuestas rentables en rendimiento a aplicaciones de nutrientes por encima de las dosis promedios actuales”.
Según explicó Monzón, en maíz, se logró un aumento de 15% en los rindes, en trigo, 22%, y en soja 22%. Estos niveles de incremento, señaló, “son equivalentes a cerrar la brecha de rendimiento explotable para esos cultivos en la Argentina”.
El texto de los técnicos e investigadores añadió que “otra pre-condición para asegurar la respuesta al uso de nutrientes es evitar la degradación de los suelos (erosión, compactación, etc.) y rehabilitarlos cuando sea necesario”.
Visión
Por su parte, Patricio Grassini, profesor argentino asociado de la Universidad de Nebraska, hizo hincapié en la necesidad de adoptar el concepto de intensificación sostenible con la idea de acortar las brechas de rendimiento y, al mismo tiempo, cuidar los recursos del ambiente. Sostuvo que “se pueden aumentar los rendimientos y reducir el impacto ambiental negativo, con metas explícitas y medibles”.
Explicó que la brecha de rendimiento se acorta cuando se alcanza entre el 70 y el 80% del potencial con un 50% de reducción del impacto ambiental negativo. “Hacerlo va a requerir priorizar opciones con alta probabilidad de contribuir a las metas de intensificación sustentable, dentro de un tiempo razonable”, sostuvo.
Para Grassini, es clave entender dónde las brechas de rendimiento son largas y con impacto ambiental negativo es alto. “Es un paso esencial para guiar la investigación e informar políticas de estado en el camino a lograr una intensificación sustentable de los sistemas de cultivos”.
En tanto, el investigador y docente Fernando Andrade, del INTA Balcarce, también hizo hincapié en apuntar a la intensificación sostenible con el objetivo de aumentar los rendimientos y satisfacer el crecimiento de la demanda global de alimentos con un criterio de cuidado del ambiente.
Sostuvo que es posible llevarla adelante no solo con tecnologías duras sino con las llamadas tecnologías de procesos y conocimientos en un contexto de colaboración entre el sistema científico y tecnológico, productores, técnicos y empresas, entre otros.
Para Andrade, es fundamental revalorizar “el rol de la ciencia para proveer información con datos precisos”, así como moderar emociones y creencias para que prevalezca el rigor científico. “La colaboración es inherente al ser humano, son las sociedades las que aprenden cuando hay una articulación de actores , visiones y disciplinas”, sostuvo.
unque en la declaración de Buenos Aires para acortar la brecha de nutrientes no se mencionó, en la charla posterior a la presentación se analizaron las diferentes estrategias para impulsar una mejora del balance negativo de la fertilización. Al respecto, Agustín Tejeda Rodríguez, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, recordó que en el proyecto de ley de fomento agroindustrial hay una propuesta de desgravar impositivamente el uso de fertilizantes. El economista se lamentó de que la iniciativa no fue tratada en las sesiones extraordinarias del Congreso y destacó que una eventual desgravación del impuesto a las ganancias por el uso de nutrientes tendría un aumento de 8 millones de toneladas si se pudiera desgravar el 50% y de 18 millones de toneladas si la reducción tributaria fuera del ciento por ciento. Además, el valor agregado de la producción se incrementaría en US$2048 millones, en un escenario de mínima, y US$4979 millones en uno de máxima. Pero además del incentivo legal, Tejeda Rodríguez señaló que “la mayor distorsión de precios relativos se da por los derechos de exportación” y que cuando estos se eliminaron hubo un salto en los rendimientos promedio de los cultivos. En tanto, Daniela Regeiro, analista agrícola de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, que participa del Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (Retaa), de la entidad, explicó las diferentes políticas que se podrían impulsar para mejorar el balance de los nutrientes. Entre otros citó los “subsidios en el precio de los insumos, los beneficios impositivos, créditos, programas de estímulos y extensión”. Explicó que existen mecanismos de transmisión para impulsar un mejor uso de la fertilización mediante mejoras en la relación insumo/producto, el financiamiento, las buenas prácticas agrícolas, la conservación de los recursos y un apuntalamiento de los estándares de calidad así como de la disponibilidad de información.
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