La tecnología adyuvante con un sistema de moléculas surfactantes combinadas con aceite vegetal modificado (MSO), que forma microemulsión, logra una buena convivencia en la mezcla de tanque del fomesafen y el glifosato, dos herbicidas claves para el control del amaranthus
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Los adyuvantes que generan microemulsiones se pueden transformar en un aliado estratégico a la hora de preparar las aplicaciones para controlar el yuyo colorado, el mayor problema de malezas que ha aparecido en los cultivos de verano.
Un estudio que realizamos en el Laboratorio para la Evaluación de Adyuvantes y Formulaciones (LEAF) determinó que la tecnología adyuvante con un sistema de moléculas surfactantes combinadas con aceite vegetal modificado (MSO), que forma microemulsión, logra una buena convivencia en la mezcla de tanque del fomesafen y el glifosato, dos herbicidas claves para el control del amaranthus.
Hasta ahora la incompatibilidad de estos principios activos generaba no pocos dolores de cabeza para el productor, que debía estar pendiente del estado de la mezcla en un momento apremiante, ya que el avance de esta maleza no permite perder tiempo.
El estudio demostró que la microemulsión, caracterizada por poseer un tamaño de gotitas de aceite muy pequeño (10nm), logra estabilizar la mezcla de los productos, generando un caldo sin cortes que obstaculicen la operatividad de la práctica y atenten contra la calidad de las aplicaciones. En este caso, el tamaño reducido de las gotas genera mayor superficie expuesta del adyuvante hacia los herbicidas, logrando así protegerlos eficientemente y no permitiendo que reaccionen entre ellos.
Estos beneficios se extienden hacia todos los graminicidas de tipo oleoso de la familia DIM y FOP, muy utilizados para combatir monocotiledóneas, o sea malezas de hoja angosta, que son muy difundidas en la siembra directa.
El agregado de esta tecnología a los fitosanitarios, en lugar de aceites de baja calidad, asegura una notable estabilidad en el caldo que puede mantenerse aún durante meses, una diferencia que cambia la historia de las aplicaciones si tenemos en cuenta que una mezcla duraba estable, sin separarse en fases de aceite y agua y otras sustancias, 15 o 30 minutos.
Este beneficio se vuelve estratégico para productores que suelen formular un caldo a la mañana temprano, trabajan durante todo el día, o aplican pequeñas dosis en distintos lotes separados por largas distancias. De esta manera, se aseguran que van a aplicar en forma uniforme sobre los cultivos, durante todo el día, todos los componentes que integran la mezcla.
Los beneficios que aportan las microemulsiones se pueden aprovechar al máximo si a la tecnología adyuvante (que también contiene un antiespumante) se la prioriza en el orden de carga. De esta manera, funcionaría como un pilar que garantice que en ningún momento se corte, se segmente o se precipite la mezcla.
Los estudios en el laboratorio nos permiten conocer beneficios extras, más allá de las ventajas que ya ofrecía esta tecnología para elevar la calidad de las aplicaciones (antievaporante, penetrante, humectante). Las mejoras en el caldo se logran con la misma dosis que conocíamos, por lo que no implica cambios en el costo y en el conocimiento que el productor tenía sobre el uso de este tipo de adyuvantes.
La autora es responsable del Laboratorio para la Evaluación de adyuvantes y formulaciones de Rizobacter
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