En una experiencia realizada en campos de Alberti, se apuntó a lograr buenas condiciones de fertilidad para mejorar la producción
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Como un gran apasionado por la salud y la vida en los suelos, y su fertilidad, trabajo día a día para preservar el recurso natural, ser rentable y lograr una producción sustentable.
El resultado de esta filosofía es que el fósforo (P) de nuestros suelos en la campaña 2021 tuvo un promedio de 26 ppm de P Bray, cuando en 2001 estos eran de 11 ppm de este nutriente.
¿Cómo logramos construir esa fertilidad fosfatada?
Invirtiendo de a poco, comprendiendo cada cultivo y conociendo -cada vez más- cada ambiente, pensando en sus exportaciones, con el criterio de subir y mantener rindes objetivos altos, donde el ambiente da y adaptándonos donde los factores son más limitantes.
Para lograr buenos rindes, ser sustentables en el tiempo y económicamente rentables, debemos colocar nuestros cultivos en buenas condiciones de fertilidad.
Por ello desde 2001 y hasta el 2009 trabajamos con la unidad “lote”, fertilizando entre un 15 a 25% más de fósforo que lo exportable para el rendimiento objetivo. En total aportamos 44 kg/ha extra de este nutriente que lo que exportaron realmente nuestros cultivos. En 2009 llegamos a 20 ppm de fósforo. Es decir, que para nuestros lotes y en promedio, por cada 5,5 kg de P/ha que dejamos de balance positivo, elevamos 1 ppm de P en el suelo, a lo largo de ese período.
En 2010 comenzamos a hacer agricultura por ambientes, con lo cual nuestros lotes se dividieron imaginariamente; los limites ya no eran físicos, sino que requerían de un mejor entendimiento de varias variables. Ejemplo: un lote de 100 hectáreas se transformó en cuatro de 25 ha. Con ello tuvimos que aumentar los muestreos ya que eran más lotes.
Si bien ganamos en precisión, la sorpresa (pero un buen aprendizaje) fue que los sectores de bajos rendimientos tenían valores altos de P porque habían producido (y exportado) poco y los buenos ambientes tenían valores más bajos por altas exportaciones de nutrientes a través del grano cosechado.
Allí tuvimos que adaptar los rindes objetivos y continuamos con ese concepto, para nosotros “mandatorio”, de construir fertilidad adaptándonos a estos nuevos rendimientos objetivo. Los cuatro lotes del ejemplo formarían 10 ton/ha de promedio: con 25 hectáreas de 12 t/ha, 25 ha de 11 t/ha, 25 ha de 9 t/ha y 25 ha de 8 t/ha. Es claro que no todos necesitan lo mismo porque no exportan igual. Esto es “agronomía básica”. Hoy, luego de 12 años de este manejo por ambientes, hemos construido el P en nuestros suelos a valores de 26 ppm en promedio. Pudimos producir exitosamente siendo ambientalmente mejores.
Aprender a mantener y/o subir los ambientes que lo necesitan y a usar parte del acumulado de los ambientes de baja productividad, me ayudó a mantener mis promedios, ser más eficiente y rentable. También, invertir donde se justifica y ahorrar donde el ambiente lo amerita, ya que su rendimiento objetivo sería menor. En definitiva, conocer y comprender más el sistema para manejarlo mejor.
Estamos presentes en el centro-norte de la provincia de Buenos Aires, en Alberti, donde los suelos son hapludoles serie O’Higgins y estos conceptos nos rigen tanto en campos propios, como en campos de renta a muy largo plazo.
Hemos construido fertilidad fosfatada. Al mismo tiempo he mantenido los demás nutrientes de mi estrategia de fertilización como azufre, boro y zinc, según los requerimientos de mis rindes esperados. Este año complicado me permite administrar este nutriente con una nueva estrategia: hacer uso del P que junté en la “cuenta corriente” de nuestros suelos.
El próximo año deberé verificar cuánto baja y adecuar nuevamente la estrategia. Parte del ahorro de este año será direccionado al nitrógeno en las gramíneas que es otro nutriente esencial que ha subido muchísimo. Cuidar el suelo y construir ambientes es parte de nuestra estrategia como empresa.
El autor es responsable del área de Producción de Criadero Klein S.A.
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