Un tercio del área cañera presenta valores bajos de K que podrían limitar los rindes; no obstante, con la nutrición balanceada se mejoran los suelos y la producción
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Tucumán cuenta con una larga historia en el cultivo de caña de azúcar, con crecientes producciones y extracciones de biomasa año tras año en cada lote. El criterio de fertilización dominante fue, y sigue siendo, el de suficiencia, y así la gran mayoría de los cañaverales se fertilizan únicamente con nitrógeno(N). Cuando el análisis de suelo indica valores menores al crítico, también se agrega fósforo (P).
Los demás nutrientes, salvo el potasio (K) en casos muy puntuales, no forman parte del plan de fertilización, ya que aún no se evidencian pérdidas de producción por su deficiencia en nuestros suelos. El uso agrícola continuado de los suelos sin una estrategia de fertilización de reposición de los nutrientes extraídos lleva al empobrecimiento y desbalance nutricional de los mismos y la paulatina pérdida de su capacidad productiva.
El K es el nutriente esencial que la caña de azúcar absorbe en mayores cantidades, seguido por el N. Según investigadores de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), el requerimiento de K osciló entre 250 y 400 kg/ha, de los cuales 140-270 kg/ha son extraídos por la cosecha (tallos) y, alrededor de 120 kg/ha se reciclan en el sistema en los residuos de cosecha (hojas y brote apical), denominado RAC. La gran proporción de K, y otros nutrientes, que vuelven al suelo si el RAC se conserva en el lote (no se quema ni se enfarda). Así, el balance de K en un sistema cañero, manteniendo el RAC en el lote y sin fertilizar con K, muestra valores de pérdida (negativos) cercanos a 1000 kg de K/ha. Dicho balance empeora significativamente si se elimina el RAC.
El área cañera de Tucumán abarca una superficie aproximada de 275.000 ha. El agregado del K con la fertilización no es una práctica habitual para el productor tucumano debido a que históricamente su disponibilidad no mostró no ser limitante para los cultivos en la gran mayoría de los suelos agrícolas . Sin embargo, experiencias realizadas entre 1999 y 2003 en ciertos sitios de textura gruesa del pedemonte de Tucumán, citan respuestas significativas al agregado de K, además de N.
Según un reciente relevamiento, realizado por la Eeaoc, alrededor de un tercio del área cañera de la provincia presentó valores de K intercambiable menores al 4% de la CIC (capacidad de intercambio de cationes); esos valores están por debajo de los considerados “normales” en los suelos. Además, el 40% de estos suelos mostraron contenidos de calcio (Ca) intercambiables menores al 50% de la CIC. La mayoría de estos suelos con bajos contenidos de Calcio, Magnesio, K y Sodio, se ubican en la región del pedemonte y presentan texturas franco arenosas (FA) y arenosa francas y pH de ligera a fuertemente ácidos.
Campañas
En las campañas 2018/19 y 2019/20, dos experimentos se establecieron en la localidad de El Churqui, en eldepartamento Monteros, en el pedemonte, sobre suelos cañeros de textura FA, M.Org 1,8% , pH 5,5 y contenidos de K, Ca y Mg intercambiables bajos y de P elevados. En ambos, se contrastaron tratamientos “testigo” solamente con N en dosis altas, con otros que combinaban la misma dosis de N con K y/o con Ca en dosis similares al requerimiento del cultivo, buscando evidenciar la brecha de rendimientos que podía generar su falta.
Los resultados de ambas experiencias mostraron respuestas positivas al agregado de K y Ca de manera individual y significativamente mayores cuando se agregaron juntos, mostrando efectos sinérgicos. Al lograr incrementos de prácticamente 30%, resalta el potencial efecto de una nutrición balanceada en dicha área.
Así, en un suelo de baja fertilidad química, con una nutrición adecuada se lograron incrementos significativos de rendimiento respecto del manejo convencional. El K fue el nutriente que mayor nivel de respuesta mostró individualmente (complementando al N). Se destacó el efecto sinérgico de la combinación de varios nutrientes en estas situaciones.
Un adecuado diagnóstico de la fertilidad del suelo debe ser la piedra fundamental a la hora de plantear el manejo nutricional más adecuado. Tanto en situaciones de deficiencia, como ante planteos de mantenimiento o reposición, será necesario analizar la estrategia (4R) en función del comportamiento residual o no de los mismos, buscando maximizar la producción y el beneficio económico, pero también mantener la capacidad productiva de los suelos.
Ing. Agrónomo de la Estación Exp. Agroind. Obispo Colombres (Eeaoc)
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