"Es muy clarito, frente a dos variedades iguales del mismo potencial de rendimiento, siempre voy a elegir aquella que tenga incorporada tecnología STS", afirma Guillermo Alonso, asesor del Grupo Los Grobo. Su premisa parece haberse extendido a un gran número de productores, lo que explica el crecimiento exponencial que ha tenido en pocos años el área sembrada con esta tecnología.
En la campaña 2014/15 solo el 10% del área se había sembrado con variedades STS. Pero en apenas tres años esa cifra se había más que duplicado, y para la campaña 2018/2019 abarcaba alrededor de cuatro millones de hectáreas, es decir un 23% de la superficie nacional de soja. En la última campaña el área volvió a crecer y alcanzó el 28%, mientras que la tendencia para la campaña que se avecina sigue siendo alcista y se proyecta que alrededor del 33% de la superficie sembrada con soja cuente con tecnología STS.
"El productor busca este tipo de variedades porque otorgan mucha más flexibilidad a la hora de aplicar herbicidas de mayor residualidad", confiesa Alonso sobre estas sojas tolerantes a la sulfonilurea. Pero la gran ventaja reside especialmente en la seguridad que brinda en campos arrendados.
"Es que muchas veces el productor llega al lote alquilado y no conoce el historial o registro de herbicidas en ese campo. Allí una variedad STS siempre está muy bien posicionada y surge como un aliado importantísimo para el carry over de los suelos y ante cualquier eventualidad de una alta carga residual", agrega.
De menor a mayor, a lo largo de los años la tecnología STS construyó su propio camino y a fuerza de resultados ha logrado captar gran parte del mercado. "Inicialmente, cuando arrancaron las primeras variedades STS, todavía penalizaban un poco el rendimiento de la soja. Pero con el tiempo fueron mejorando y en la actualidad los materiales con STS rinden igual o más que sus competidores", señala. En ese sentido, el asesor técnico resalta el papel desempeñado por las distintas empresas semilleras que apostaron fuerte por este tipo de tecnología.
"Creo que las compañías lograron interpretar la necesidad de los productores y nunca le metieron costo a la tecnología. Hoy prácticamente todos los programas de mejoramiento saben que sacar un material con tecnología STS es un valor adicional que el mercado busca sin preferencia de zonas. Y esa es la razón por la que el gen STS está ligado a las variedades de mayor potencial de cada firma", señala el ingeniero agrónomo.
Mientras las variedades de soja STS se siguen posicionando en un lugar de privilegio entre los productores argentinos, ya se encuentran en la gatera otras nuevas tecnologías que ofrecerían nuevas armas para explorar mayores potenciales de rendimiento. Entre ellas, una de las que despierta más interés es la tecnología Enlist.
"Es una tecnología novedosa que por suerte en el país ya la tenemos aprobada para maíz y esperemos que para la campaña 2020/21 también esté disponible para soja con nuevas variedades. Es muy interesante porque va a permitir el control de malezas difíciles como yuyo colorado o gramíneas con una gran combinación de herbicidas", resalta Alonso sobre este evento que acumula resistencias a glifosato, 2,4-D y glufosinato de amonio.
En Estados Unidos esta tecnología ha tenido un crecimiento muy importante y ha estado sacando participación en el mercado a otros eventos. "Creo que en la Argentina va a tener también mucho impacto. Posiblemente el productor con campo propio, que viene con buena rotación y sin problemática de malezas complicadas, no se sume. Pero seguramente tendrá mucha incidencia en aquellos lotes sucios y más complicados. El éxito va a estar ligado siempre a que las variedades sean competitivas", comenta.
La otra gran promesa para el asesor técnico de Los Grobo es de origen nacional: la soja HB4, tolerante a sequía. Aunque el proyecto en primera instancia tiene más impacto en trigo, en soja ya se encuentra disponible y podría ser muy útil para la protección de rindes. "Creo que ésta va a ser una muy buena campaña para comprobar si este tipo de genes expresan un plus en condiciones de estrés hídrico", confirma.
Por último, Alonso mantiene su esperanza en la aparición de más alternativas tecnológicas que incrementen la productividad del cultivo y reduzcan las brechas. "Próximamente habrá una combinación de Enlist con proteínas para insectos. Todo viene por secuencias y no tengo dudas que en el futuro el productor va a poder elegir entre cuatro o cinco eventos diferentes para poder potenciar sus rindes", culmina y recuerda que la pendiente sanción de una ley de Semillas allanará el camino para el crecimiento de la producción agrícola.
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