El dilema del tranvía es un experimento de ética, creado por Philippa Foot en 1967, que desafía nuestra toma de decisiones ante diferentes escenarios con resultados siempre trágicos, aunque con distintos niveles. En su propuesta original, plantea el desafío de no actuar y dejar que un tranvía impacte contra cinco personas sobre una vía, o accionar un mecanismo por el cual se evita el impacto a esas personas, pero indefectiblemente se ocasiona un impacto mortal a otro individuo que, hasta el momento, no era parte de la escena.
Este dilema, aunque con diferentes adaptaciones, aún continúa siendo analizado en distintos ámbitos y con múltiples objetivos, entre los cuales se encuentra el análisis y definición de la toma de decisiones de los vehículos autónomos.
Con el creciente uso de la inteligencia artificial y la robótica, surgen interrogantes que desafían su implementación masiva, entre los cuales se encuentra este tipo de decisiones éticas y lógicas. Actualmente, entre otros, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) propone un método de análisis colaborativo online para humanizar las decisiones de los vehículos autónomos intentando de este modo, construir definiciones de ética humana para aplicarlas a la lógica artificial.
Este desafío es aplicable a un tranvía, a un vehículo autónomo circulando en la vía pública, o bien a las maquinarias agrícolas autónomas actualmente en desarrollo. En este sentido, por ejemplo, una pulverizadora agrícola no tripulada debería "decidir" en qué momento detener una aplicación debido a un cambio en las condiciones ambientales, como la dirección o velocidad del viento, las cuales modificarían la movilidad de un fitosanitario en el aire.
Si esta máquina estuviese diseñada para realizar un proceso de un modo predefinido, maximizando índices de eficiencias de aplicación tales como, capacidad de trabajo o cantidad de fitosanitario utilizada, entonces no detendría el proceso de aplicación ante algún cambio inicialmente mínimo que, aunque modifique el riesgo de la aplicación, dentro de ciertos rangos no modificaría su eficiencia.
Se trata de un desafío importante que, entre otros, limita la escalabilidad de las nuevas tecnologías autónomas. Actualmente, existen iniciativas público-privadas que trabajan en el desarrollo de sistemas de producción agropecuaria sin intervención humana, que ya han sido muy exitosas logrando conducir cultivos con buenos rendimientos y de manera eficiente, pero hasta el momento todo el proceso se realiza de manera experimental. La masificación de estas tecnologías será un desafío no solo en términos tecnológicos sino también en términos de ética, empatía e intuición en la toma de decisiones.
Sabemos que desde hace algún tiempo la lógica informática y digital le ha ganado el juego al humano, pero al menos por ahora, pierde ante el equipo formado por máquina más humano, el cual contiene el equilibrio necesario entre lo técnico y lo emocional a la hora de tomar decisiones.
El autor es gerente senior de Investigación y Desarrollo en BASF
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