Eran más de 550 cabezas. Vacas madres, terneros al pie, vaquillonas, toros, vacas viejas, siete peones, algo de tabaco, campamento, noche, asado y, entre todos, la fila, que era larga, muy larga.
Tantas leguas, muchos kilómetros, terneros que se escapan, toros que se dan vuelta y hacienda que se cansa, ya se sabe por qué. Es que en la tropa, un poco de todo y, ese por qué un sin final en cada marcha.
Tantos kilómetros, gente de a caballo y un tractor con acoplado para lo que se caía, cansaba o se quedaba (moría). Algo de mate, vino, fuego para repostar, al rato, volver andar. Agua no tan salada, algún caballo de tiro y algún boyero dormido.
Tantas horas, algo de sed y ganarle a la hacienda, antes que te revuelva el agua para tomar del charco. Frío en la noche, algo de vino, ginebra y caña, anticipando a juntar miles de metros de tropa que caminan como endiablada, mientras uno descabeza un sueño y un ratito no es nada.
¡Uy!, que pegó el grito el patrón. Pero, aunque ya todos despiertos, ningún capataz de tropa habrá de dejar jamás que ningún hombre a su mando se descoloque chupando o se d´entre a resfalar. Es que "un trago de caña, cuando es muy fiera la helada, se convida a la pasada, después se guarda en el carro. Y, aunque te la den en jarro ha de ser administrada".
Bueno que cuando sos chico venías como jugando y en el alambre de la calle a los terneros ganando. Yo andaba arriba del "Sin Fin" que de haber corrido en la calle le sobraba tiempo al fin. Por ahí que se tropezaba, pero el sabio de carreras solito se acomodaba..
La tropa, toda se hace que entraba, en la niebla fría de aquella madrugada. Lindo de densillar, que había otra gente que a todo lo iba a guardar y unas que otras mujeres, terminaban de cocinar.
Después, lo de siempre: vino, ginebra buena en porrón, fatura de chancho, cordero, algo de carne de vaca y pasteles del amor.
Siesta, larga siesta, pa´los chicos jineteada de terneros y yo mucho más siesta debajo del lao del alero.
Y, mucho más tarde, jabón blanco, palangana, ya no decir macanas, el cuchillo en la cintura, regalos de cimarrón y achuras y solo un beso a las gringas, muy lejos de la ternura.
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