En Salta, Leopoldo Lee Figueroa sufría caídas en el volumen de leche durante cinco meses del año por el estrés en las vacas debido al barro; frente a eso, las ubicó en un galpón y estabilizó la productividad; el uso del riego y la integración con el tabaco
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El Porvenir es una empresa familiar de 280 hectáreas propias y 150 alquiladas del valle Rosario de Lerma, en el centro geográfico de la provincia de Salta. Es un valle de 70.000 hectáreas en el que se ubica la capital provincial. El clima es templado, con un régimen de lluvias monzónico, con 800-900 mm anuales concentrados en la época estival. La empresa desarrolla un planteo de tambo intensivo y producción de tabaco con el auxilio del riego durante el otoño-invierno.
El riego tiene un papel fundamental en la finca de la cual Leopoldo Lee Figueroa es el presidente, al permitir cultivos de alto rendimiento en la estación seca, que va desde mayo a octubre. De esa forma, se puede desarrollar una cadena forrajera que incluye al maíz de siembra de diciembre en secano y alfalfa y verdeos en otoño con riego. El riego también se puede usar para el tabaco. El agua de riego proviene de la Cordillera, que alimenta al río Toro y es conducida hacia las fincas por canales de cemento bajo la organización de un consorcio. Dentro de cada empresa se distribuye por acequias hacia los lotes directamente o hacia represas para almacenarla hasta la estación seca.
Tambo estabulado
Los 800-900 mm de lluvias anuales se concentran principalmente de noviembre a abril y provocaban muchos inconvenientes en las vacas por el barro que se formaba en un dry lot (corral a la intemperie) de Lee. Fue así que, hace cuatro años, el empresario decidió construir un galpón para asegurar el confort y el bienestar animal. El modelo elegido fue de estabulación libre de las vacas con compost barn o cama caliente. “Tomé la decisión del galpón en un viaje a Paraguay en el que vi varios sistemas de producción lechera, tras lo cual me incliné por el compost barn; tenía muy buena genética y muy buena comida, pero las vacas pasaban cinco meses con estrés por el barro, lo que generaba caídas en la producción”, recuerda Lee Figueroa.
El galpón tiene 150 metros de largo por 50 de ancho con una calle central de hormigón con comederos por donde circula el mixer. La estructura es de hierro ángulo con techo de chapa reforzada Cincalum 25, preparada para durar muchos años. El lugar puede albergar un máximo de hasta 380 vientres, al asignárseles 12 metros cuadrados de cama por animal, que se mueven libremente dentro del galpón. La cama caliente es de aserrín y se airea varias veces por día con un vibrocultivador que remueve los primeros 30 cm.
La alimentación del rodeo es en total en confinamiento y tiene como base los cultivos que se desarrollan en 220 hectáreas. El ingrediente principal en la ración es el silaje de maíz, por ser el cultivo que aporta mayor cantidad de materia seca digestible por hectárea. “No se usa para cubrir baches circunstanciales, sino como base para la alimentación de todo el año; permitió aumentar la carga animal con rindes de materia seca que no puede proporcionar ningún otro cultivo: 17 toneladas por hectárea en nuestra zona, equivalentes a 45-47 toneladas de materia verde”, se entusiasma Lee Figueroa.
El maíz se siembra en condiciones de secano con el objetivo de confeccionar silos de planta entera y para cosechar grano. “Es un aporte importantísimo por la calidad del forraje y por la eficiencia de cosecha que se logra, que llega al 90%”, destaca el empresario.
La cadena forrajera también incluye alfalfa y avena, que se suministran picadas. La alfalfa se cultiva bajo riego, con variedades de grupo 8 a 10, sin latencia, que permiten nueve cortes por año, que producen 13-14 toneladas de materia seca por hectárea en años normales.
Tanto en la alfalfa como en la avena se hace pastoreo mecánico; las vacas no salen al campo, sino que pasan todo el año bajo techo. El corte se instrumenta con un tractor, cortapicadora y carro forrajero. El forraje cortado se deposita en un galpón con celdas que reúnen los ingredientes de la ración, donde el mixero los combina.
El pastoreo mecánico de alfalfa también permite una eficiencia de cosecha del orden del 90%, que evita las perdidas por pisoteo y bosteo del pastoreo directo.
La avena se siembra bajo riego en marzo-abril, después del tabaco, y permite cubrir el bache forrajero invernal. Da forraje con una producción entre cinco y seis toneladas de materia seca por hectárea, al aprovechar los fertilizantes aplicados al tabaco, en tres cortes con productividad decreciente.
Con la producción de estos forrajes se prepara una ración que se distribuye en el galpón, compuesta por silo y grano de maíz, alfalfa, avena, harina de soja, semilla de algodón y núcleo vitamínico mineral, entre otros ingredientes.
La ración es totalmente mezclada (TMR) y se suministra con un sistema de monitoreo que permite modificar su composición desde un smartphone conectado por Bluetooth a una tableta en el mixer. El sistema también establece distintas dietas según categorías (vacas frescas, secas, etc.). El alimento se suministra a voluntad trabajando con un remanente en los comederos que sirve para detectar anormalidades en las vacas cuando supera cierto límite. El remanente que dejan las vacas en ordeño se retira y se suministra a animales de otras categorías.
El costo de este tipo de la ración se mide como litros libres de la alimentación. Para ello, hay que calcular cuantos litros se lleva el rubro “Alimentación”. Con el suministro incluido, el costo representa 11 litros por vaca en el tambo de Lee. Es decir, quedan 18 litros libres de Alimentación.
El nivel genético del rodeo muy bueno. “Desde hace 20 años veníamos trabajando con Pedro Testa y técnicos de Select-Debernardi para asignar el semen del toro más adecuado para inseminar a cada vaca; ese trabajo dio los animales que buscábamos: vacas de tamaño moderado, con facilidad de parto, longevas, de patas fuertes, ubres sanas y buen potencial de producción”, resalta Leopoldo.
Con esa genética, el objetivo reproductivo de Lee es preñar la mayor cantidad de vacas en el menor tiempo posible después del parto. “Utilizamos inseminación artificial con semen sexado en vaquillonas y semen común en vacas. Las vaquillonas se inseminan a los 16 meses, con 340 kilos, con medidas tendientes a seguir reduciéndolo”, dice.
Una vez alcanzado buen nivel en el confort de las vacas, en la alimentación y en la genética, el paso siguiente de la empresa fue ajustar en los aspectos reproductivos. “Estamos trabajando con collares de monitoreo inteligente, que permiten detectar celo y enfermedades en forma temprana, seguir la actividad ruminal y llevar otros controles que nos permiten ser cada vez más eficientes en la actividad”, destaca.
El resultado de la aplicación de esta tecnología informática es excelente: “Permite establecer objetivos por alcanzar y evita depender de las personas en la detección de celo, algo que puede fallar. Con esta herramienta alcanzamos tasas de preñez muy altas, complementadas con vacunación estratégica contra enfermedades reproductivas”.
En materia de sanidad, Lee notó inmunosupresión en las vacas en ordeño por el alto estrés al que están expuestas, por el ambiente y por el alto nivel de producción que se les exige. Es un comportamiento normal en condiciones de estabulación, que obliga a reforzar el plan de vacunaciones implementado. Por ejemplo, se vacuna tres o cuatro veces por año contra enterotoxemia, en vez de las dos veces recomendadas. Lo mismo se hace con otras enfermedades.
Lee presta mucha atención a la motivación del equipo de trabajo que lo acompaña. “Busco que las ideas de hacia dónde vamos y los objetivos de la empresa se expresen de manera sencilla, clara, para que todos se sientan parte de ellos. Hacemos mucho hincapié en el armado de grupos de trabajo con la camiseta puesta, en una actividad intensiva en la que los recursos humanos son un factor clave”, destaca.
El sistema productivo intensivo implementado por Lee da mayor bienestar y longevidad de las vacas y una producción actual de 29 litros por vaca y por día, con picos de 33-35 en primavera. “Con 345 vacas ordeñamos 10.000 litros por día como promedio anual; en primavera se puede llegar a 12.000 litros con 370 vacas”, calcula el empresario. Estas producciones se obtienen con tres ordeños por día, en un sistema de espina de pescado con 28 puestos, con retiradores automáticos de las pezoneras.
La leche producida se vende a Cosalta, una cooperativa fundada por 25 tamberos remitentes, de la cual Lee es presidente. La cooperativa tiene más de 60 años de historia en la provincia y procesa 100. 000 litros diarios. Produce sachets de leche entera y descremada, quesos duros, semiduros y blandos, yogur, crema y dulce de leche. Venden los productos en la provincia, pero también llegan a Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero.
Los terneros machos se engordan en un pequeño feedlot propio, para llevarlos a 430-450 kilos. Los compran matarifes de la zona, que castigan los precios en 20-30% por un supuesto menor rendimiento del overo respecto del novillo británico. Luego del nacimiento, los terneros se crían a estaca con leche pasteurizada provista por el taxi milk. Las hembras reciben servicio los 15-17 meses con fecundación artificial con semen sexado.
El tabaco
En su finca, Lee dedica 65 hectáreas al tabaco, un cultivo desarrollado por sus antecesores desde hace muchos años. El tambo combina bien con el tabaco, que es un cultivo que degrada mucho los suelos por implantarse con labranza convencional repetida durante muchos años, en suelos con desniveles susceptibles de erosión hídrica.
La alfalfa que se siembra para el tambo con riego proveniente de la represas construidas en el campo permite recuperar las propiedades químicas del suelo y el maíz, las físicas, al tiempo que ocupan los lotes todo el año y generan producción.
Además, el tabaco libera temprano el lote, al cosecharse en enero-febrero, lo que permite la implantación de avena. Este verdeo puede aprovechar los 900 kilos de fertilizante, sobre todo de fósforo y potasio, que se aplican al tabaco durante su ciclo. “Si los suelos cultivados con tabaco no se rotaran, saldrían rápidamente de producción por la caída significativa de la materia orgánica y de otros parámetros edáficos”, alerta Lee Figueroa.
El costo de implantación y protección del tabaco es muy alto: 2500-2600 dólares por hectárea. Los ingresos están muy vinculados a la exportación, ya que se embarca el 80% de la producción.
El tabaco es un cultivo que genera mucho empleo: se desarrolla una primera industrialización en la finca, donde las hojas generalmente se cosechan a mano y se secan con estufa, tras lo cual se clasifican y enfardan. Ese material se vende a los acopios -por ejemplo Massalin-Particulares- que lo procesan y exportan.
Tanto el tabaco como la lechería sufren problemas de ingresos por el atraso cambiario, los derechos de exportación y la injerencia del gobierno en los precios. “El mercado lácteo siempre estuvo intervenido por los gobiernos y 2023 no es la excepción. Los acuerdos de precios que deben firmar los industriales con el Gobierno se traducen en bajos precio de la leche al productor”, critica Lee. Además, en 2023 los productores sufren la merma de ingresos por menor producción de leche por sequía.
“Es una lástima que una actividad como la lechera, que genera mucho arraigo en el campo, trabaja 365 días por año y aplica mucha tecnología se maltrate y, como consecuencia, provoque que nadie quiera trabajar en los tambos y la gente se vaya a los conurbanos buscando otras actividades, que no siempre se consiguen”, concluye Lee Figueroa sobre el tema.
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