Para Mohan Kohli, que ayudó a Paraguay a pasar de importador a exportador de trigo, hay que trabajar para realizar un salto productivo con el cereal
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Las líneas de intensificación del trigo en el mundo apuntan a dos objetivos: a) cultivos de bajo costo que produzcan rendimientos sustentables con bajas dosis de nitrógeno y de agroquímicos, porque su precio de venta es bajo, y b) trigos “de nicho”, especialidades, que tengan caracteres deseados por los consumidores, como mayor porcentaje de proteína o bajo contenido de gluten.
Las definiciones anteriores pertenecen a Mohan Kohli, actual líder del Programa Nacional de Investigación de Trigo de Paraguay, de visita por la Argentina. Este científico, de origen indio, desarrolló más de 20 variedades de trigo en el país vecino, un trabajo que permitió que Paraguay pasara de importador a exportador de trigo. Su labor le valió ser merecedor de la Orden Nacional del Mérito, la distinción más alta otorgada en Paraguay a las personas que contribuyen de manera extraordinaria con el país.
El experto recordó que el trigo no es un grano de alto valor comercial. Por esa razón, muchos agricultores se vuelcan a otros cultivos de mayor precio. Además, es imprevisible el escenario climático futuro, con posibilidades de aumento de temperatura, recurrentes sequías y desarrollo de nuevas enfermedades y ataques de insectos.
Por ambas razones, en el mundo hay una tendencia a volcarse a cultivos de trigo baratos. “No se buscan cultivares que requieran 200 kilos por hectárea de nitrógeno para producir, sino materiales con un costo bajo de producción, que no van a llegar a rendimientos máximos, sino a una producción sostenible en el nuevo contexto”, distingue Kohli.
Así, el mejoramiento busca incorporar resistencia al calor, a la sequía, al anegamiento y a las enfermedades en los materiales existentes. Estos caracteres están siendo aportados a partir de una batería de 4000 marcadores moleculares que aprovecha la biotecnología para incluir los de interés en las variedades de cada región.
“La herramienta biotecnológica está desplazando al mejoramiento convencional en la generación de nuevas variedades de trigo y adiciona valor al generar superplantas a partir de los materiales existentes”, sintetiza el fitomejorador.
Estos materiales editados incorporan resistencia a a las temperaturas, a la sequía y a enfermedades con el manejo de distintos genes. El proceso es distinto según la característica por incorporar. La resistencia a roya y mancha amarilla, por ejemplo, depende de pocos genes. Por eso, se puede desarrollar una variedad de buen comportamiento en tres a cinco años. Para otros caracteres, por ejemplo, resistencia a fusarium, se necesita más tiempo porque depende de varios genes.
La segunda tendencia mundial que se observa con el trigo es el desarrollo de productos especializados de alimentación. “El trigo es nutritivo y es el alimento principal de la humanidad, pero es mejor si se desarrollan materiales que ofrezcan grano con mayor contenido de proteína. O si, con biotecnología, se reduce el contenido de gluten, un carácter valorado por las personas celíacas. Los semilleros están trabajando en estos productos de nicho que evidencian interés creciente por parte de los consumidores”, observa Mohan.
Transformación paraguaya
Hace 30 años, Paraguay producía 30.000 toneladas de trigo. A principios de la década de 2000 seguía estancado, con una cosecha del orden de las 200.000 toneladas. Con el mejoramiento genético de los cultivos y la tecnología aplicada en los últimos años se llegó a 1-1,2 millones de toneladas, lo que le permite a Paraguay atender su consumo interno (700.000 toneladas) y exportar el excedente a Brasil.
El proceso no fue mágico. Kohli cuenta que, desde 1978 el Cimmyt –un organismo internacional sin fines de lucro que se dedica a la investigación de trigo y maíz- tiene oficinas para el Cono Sur y atiende a varios países desde Chile. La institución tiene como propósito estudiar la problemática de producción de cada país y desarrollar respuestas.
El Cimmyt introdujo los trigos enanos mexicanos en la Argentina con excelentes resultados y luego se buscó llevarlos a los países vecinos. Pero en Paraguay estas variedades enfrentaron el problema de las altas temperaturas. Kohli y sus colaboradores comenzaron a testear materiales genéticos y encontraron variedades que contenían germoplasma ruso que puede se desarrollar en condiciones de altas y bajas temperaturas, además de ser resistentes a varias enfermedades. La incorporación de esta genética de otros países a Paraguay permitió desarrollar el trigo en muchos ambientes donde no había prosperado por las altas temperaturas y escasez de lluvias.
Con la nueva genética Paraguay logró abastecerse de trigo en 1986. Sin embargo, el programa del Cimmyt terminó en 1993 y a partir de esa fecha el país comenzó a importar trigo nuevamente. Ante esa realidad, en 2003 llamaron nuevamente a Kohli, quien comenzó a trabajar nuevamente en 2005, ya jubilado de la institución.
Bajo la supervisión del experto se introdujeron gran cantidad de materiales y también se utilizaron las variedades existentes para crear nuevos cultivares que tuvieran tres características: tolerancia altas temperaturas, resistencia a enfermedades foliares y de la espiga y calidad industrial.
Para el experto el NOA y el NEA podrían implantar 2.000.000 de hectáreas de trigo en tierras por desarrollar
Al obtener materiales con esas tres características y contar con un mercado muy importante cercano de Brasil, reestructuraron la zona de cultivo, desarrollaron variedades para las regiones norte y sur, modificaron fechas de siembra y fertilización, lo que permitió lograr un gran impacto en la producción. “Con tecnología y cultivares más productivos de Paraguay y de Brasil se llegó a producir más de un millón de toneladas en los últimos años”, destaca Kohli.
Asignatura pendiente en la Argentina
Al considerar la situación del trigo en la Argentina, Kohli dice: “Sin investigación no hay futuro”. Aconseja recuperar el desarrollo genético en el INTA sin desconocer el aporte que vienen realizando los semilleros privados.
“El INTA tiene un gran patrimonio: siete estaciones experimentales trabajan con trigo; podrían concentrar la investigación en una o dos y testear en las demás”, propone Mohan recordando las variedades Marcos Juárez y Leones INTA.
“El trigo HB4 es un ejemplo de logro de la investigación. Pero hay que buscar más genes que permitan, por ejemplo, el cultivo de trigo con mayores rendimientos en las zonas subhúmedas y semiáridas al oeste de Bahía Blanca”, sugiere Kohli. También anticipa que el NOA y el NEA podrían implantar 2.000.000 de hectáreas de trigo en tierras por desarrollar. Además, el área de Río Negro bajo riego podría producir 7000 a 10.000 kilos por hectárea de trigo.
Es decir, “la Argentina tiene un potencial enorme para producir trigo y podría llegar a una cosecha de 30 millones de toneladas [22,15 millones de toneladas fue el récord en 2021/22], si se toma la decisión de hacerlo. Es una cuestión de investigación y de tecnología”, define el especialista.
Kohli pasó revista a la evolución de los cultivares de trigo en el país. El salto productivo más importante ocurrió con los trigos enanos mexicanos que eran de un ciclo muy corto, de 125 a 130 días. Los superaron las variedades con genética francesa -los Baguettes- de ciclo más largo, con 150-160 días, que agregaron producción. “Actualmente hay germoplasmas alemanes e ingleses más largos que los franceses, que abren nuevas posibilidades para algunas zonas productivas”, alentó Kohli.
“Hay que hacer el esfuerzo de introducir nuevos germoplasmas y no quedar estacionados en los trigos franceses, ni en el HB4. Se pueden desarrollar variedades para el NOA y el NEA con resistencia al calor y a piricularia, una enfermedad fúngica que surgió abruptamente en Paraguay.
“Hay mecanismos; se necesita decisión”, desafía Mohan, quien aconseja buscar nuevos caracteres para producir mejor siguiendo el camino que trazó la obtención del HB4.
Esta nota se publicó el 16 de abril de 2024
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