Que los suelos argentinos están sufriendo una degradación en su fertilidad física y química no es una novedad. En el año 2011, en el marco de un convenio entre el INTA y Fertilizar Asociación Civil, se realizó el mapeo de materia orgánica, pH y nutrientes de la región pampeana, contrastando el estado de ese momento con la condición del suelo prístino previo a la explotación agrícola.
En aquel momento se observaron reducciones muy importantes de materia orgánica, pH y los principales nutrientes de los cultivos con pérdidas irreparables. En 2018 se realizó nuevamente el estudio con el objetivo de observar, respecto al de 2011, tasas de pérdida de manera de evaluar la intensidad de este proceso, si se están recuperando variables o si, por el contrario, continúan deteriorándose o si se encuentran estables. La idea fue intentar explicar las razones por las que ocurre esto.
En cuanto a la materia orgánica, si bien contra los suelos originales la agricultura se llevó entre un 30 a un 50% del total, entre las mediciones de 2011 y 2018n se observó que no hubo una gran variación en los últimos años y sugiere que se ha alcanzado un nuevo equilibrio entre las pérdidas y las ganancias de C, aunque en la zona del sudeste bonaerense si se registraron pérdidas significativas donde se redujo desde 6-7% de fracción orgánica a un 4-5%.
Esta caída se podría explicar en parte por el aumento del proceso de erosión hídrica en los suelos con mayor pendiente. Es fundamental mejorar el aporte de carbono al suelo mediante rotaciones, intensificación y mayor producción de materia seca.
El pH, indicador asociado de la salud y al uso del suelo, continuó la caída que expresaba en la primera parte del estudio. Esta situación puede explicarse principalmente por una mayor extracción de nutrientes como K, Ca y Mg, debido a los mayores rendimientos de cultivos y a la mayor incidencia del monocultivo de soja en la zona norte de la región pampeana. Y también, por el aumento del consumo de fertilizantes.
Este es un indicador preocupante porque incide en numerosos procesos del suelo. A manera de ejemplo, cuando los suelos se acidifican (menor pH) la actividad biológica disminuye y con ello la capacidad del suelo para entregar nitrógeno a los cultivos a través del proceso de mineralización. Esto llevaría a la aplicación de mayores dosis de nitrógeno por medio de fertilizantes, lo podría incrementar aún más el proceso de acidificación.
El fósforo es otro nutriente que continua en franca caída debido a la extracción permanente de los cultivos y a la baja reposición del nutriente. Contra los valores de 2011 se observa una situación que empeora en vastas regiones donde aumenta la superficie de suelos con 10 a 15 ppm del nutriente (0-20 cm), mientras que en el sur de Santa Fe se registran suelos con valores por debajo de las 10ppm, muy por debajo del umbral crítico. Por eso es indispensable realizar un diagnóstico mediante al análisis de suelo para así poder lograr objetivos de producción y mejorar los balances.
En cuanto al calcio se observó una disminución en los últimos años respecto a lo observado en 2011. Las caídas promedio se situaron entre 17 y 80 ppm por hectárea por año, aunque aún no se espera que en las próximas campañas sea un nutriente limitante, el empobrecimiento del nutriente atenta contra el pH y el estado de los suelos.
El magnesio mostró una disminución importante en los últimos años agudizándose en las zonas del sur y centro norte de Santa Fe y sur de Córdoba. Se espera que, de continuar esta tendencia, va a ser un nutriente limitante en los próximos años en zona núcleo y oeste de región pampeana.
Aportes
El potasio, si bien aún se encuentra por encima del umbral, continúa la disminución en este último periodo y en la zona de la provincia de Entre Ríos se observan los valores más críticos. En esta zona se espera que en el corto plazo (cuatro años), sea necesario aportar este nutriente para no perder rendimiento. Esta tasa de perdida podría acelerarse si la MO y el pH continúan disminuyendo. Mientras que en el sur de Santa Fe si bien no es inminente los valores se muestran cada vez más bajos. En síntesis, en las zonas mencionadas se debería comenzar a monitorear la disponibilidad de K a través del análisis de suelo.
Entre los micronutrientes, el hierro y el cobre no presentaron variaciones entre 2011 y 2018, mientras que el manganeso mostró un fuerte descenso. No, obstante su disponibilidad en el suelo está muy por encima de los umbrales de deficiencias. El Zinc fue el micronutriente que más afectado se mostró en este periodo.
En 2011, el 47% de los lotes presentaban valores de Zn menores a 1,03 mg kg-1, mientras que en 2018 dicho porcentaje creció al 67%. Considerando que el rango crítico de Zn en suelo para el cultivo de maíz es de 0,8 a 1,2 mg kg-1 y para la soja de 0,51 a 1,27 mg kg-1, una superficie considerable de la región pampeana podría tener suelos deficientes en este nutriente y limitar rendimientos de los cultivos.
Los autores son gerenta ejecutiva de Fertilizar AC e investigador de la Unidad Integrada INT-FCA, respectivamente. Agradecen a UralKali Trading SIA y Nitron Group, por el apoyo financiero para la realización de este proyecto
María Fernanda González Sanjuan y Hernán Sainz Rozas
LA NACION