Los suelos argentinos están dentro del tres por ciento de las tierras con mayor aptitud agrícola del planeta. Esto, si bien es una bendición, también es una responsabilidad enorme, nuestro país produce alimentos para 400 millones de personas con bajos costos y alta calidad, lo cual no es algo sencillo.
El suelo no solo nos provee de la producción agropecuaria sino que además brinda servicios ecosistémicos como por ejemplo el almacenamiento de carbono. Ante la pérdida de suelos anual por erosión que se produce en nuestro país, estimada en 1500 millones de metros cúbicos de suelo, -una capa de 0,5 milímetros de espesor- y considerando que a la naturaleza les lleva 1000 años producir un centímetro de suelo está claro que todo lo que se pierda será imposible de recuperar.
Actualmente se produce un 30 por ciento más de alimentos per cápita que hace 50 años. Si consideramos que solo un 15 por ciento de ese incremento tuvo que ver con la incorporación de nueva superficie, el 85% restante se debió a la tecnología de producción: mejoramiento genético o el sistema de siembra directa, entre otras herramientas. El riesgo que se corre hoy en día es que el incremento de la producción sea a costa de una mayor degradación de los suelos. Particularmente en nuestro país se observa que la reposición de nutrientes es insuficiente comparado con otras naciones del mundo por lo cual en Argentina este riesgo se magnifica.
Aunque la reposición de los nutrientes fuese suficiente, debemos considerar el riesgo erosivo en zonas de relieve ondulado que aun en siembra directa no se mitiga. En este sentido desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) recomiendan la sistematización de lotes productivos con terrazas de manera de lograr disminuir en un 90 por ciento la erosión hídrica. Lamentablemente hoy esta tecnología no llega a cubrir una superficie importante de los lotes productivos.
Como siempre, en agronomía la solución no yace en una receta o una tecnología, sino que más bien debemos tratar a nuestro sistema de producción como tal y considerar todas las variables que afectan a la calidad y la productividad.
Hoy existe una necesidad ineludible de contar con políticas públicas que favorezcan la conservación del recurso. Al respecto, existen varias iniciativas esperando ser tratadas que tendrían un impacto inmediato sobre la preservación de los suelos argentinos.
El cuidado del suelo depende de toda la sociedad, pero más aún depende de la toma de conciencia de los parlamentarios sobre la urgencia que representa esta cuestión que no puede esperar más. También depende de voluntad de toda la clase política para ejecutar las medidas necesarias para la preservación futura de los suelos.
El autor es presidente de Fertilizar AC
Mario Suffriti
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