En las últimas semanas trascendieron los serios problemas económicos de Nucete, emblemática empresa olivícola de la provincia de La Rioja.
Más allá de las cuestiones específicas a la firma, el hecho de que esta empresa líder en la exportación de aceitunas atraviese dificultades puede explicarse por la combinación de circunstancias de la coyuntura que son adversas a muchas empresas de la industria alimenticia, donde destaca claramente un contexto macroeconómico en el que los costos crecen en moneda extranjera a tasa de dos dígitos. Se sumó luego la respuesta de castigo yo venganza de Brasil (retaliación), país que siguiendo un camino parecido al iniciado por Argentina ha complicado el comercio bilateral mediante la aplicación de licencias no automáticas y trabas a la importación.
El problema de fondo es el desfase entre la tasa a la que crecen los costos internos y la evolución del tipo de cambio.
Para tener referencia del nivel en el que se encuentra uno de los costos claves de producción, nótese que de acuerdo con estimaciones propias realizadas sobre la base de la evolución de salarios de convenio de dos sindicatos de la industria de la alimentación (Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación, (STIA) y Asociación de Trabajadores de la Industria Láctea (Atilra) y de la productividad laboral (Centro de Estudios de la Producción), los costos laborales medidos en dólares se encontraban en abril de 2012 casi un 30% por encima de los valores de abril de 2001, en el caso del STIA, y un 100% por encima en el de Atilra.
En algunos casos, los mayores costos internos fueron absorbidos (al menos en parte) por precios internacionales en dólares más elevados que los que se tenían a fines de 2001. Esto venía sucediendo en la industria láctea hasta el 2010/2011. El problema es que esta válvula de escape se encuentra agotada para aquellos productos en las que estuvo disponible (este año los precios internacionales de la leche en polvo están casi un 20% abajo de los niveles del año pasado). En otros casos, no se tuvo tanta suerte y directamente no se dispuso de la posibilidad de trasladar hacia afuera los mayores costos. Para citar un ejemplo, los productos del complejo olivícola (aceitunas, aceite de oliva), como los que vende Nucete, tienen actualmente precios internacionales muy parecidos a los de 11 años atrás.
Por la dinámica que traen las distintas variables de la economía, las proyecciones para el próximo año generan mucha preocupación. Dados los aumentos salariales ya acordados (27,5% anual en el caso del STIA) o por definirse (se estima no menores al 24%), y suponiendo que la productividad laboral suba (en un escenario optimista) un 1% durante este año, el costo laboral medido en dólares terminará siendo definido por el valor en el que se posicione la moneda extranjera.
A continuación se describen tres de los posibles escenarios en que se ubicarían los costos laborales en empresas cuyos empleados están en STIA (el ejercicio da resultados muy similares considerando empleados de Atilra).
Un primer escenario supone un dólar a $ 5,1 hacia abril de 2013, que significaría una tasa de devaluación anual del 15%; en este caso, el costo laboral en dólares se ubicaría un 41% por encima de abril de 2001 y un 10% por encima de abril 2012. Un segundo escenario supone una tasa de devaluación del 21% anual, es decir un dólar a $ 5,4; en este caso, el costo laboral se ubicará un 33% por encima de abril de 2001 y un 4% por encima de abril de 2012. Por último, un tercer escenario, donde se mantiene el costo laboral en dólares a los niveles de abril de 2012; en este caso la tasa de devaluación debería llegar al 26% (un dólar a $ 5,6 en abril de 2013).
En síntesis, los problemas actuales de muchas producciones regionales, en general altamente dependientes del mercado externo, reflejan un escenario macroeconómico doméstico mucho menos propicio para salir a vender productos al mundo.
Las proyecciones hacia el futuro no traen tranquilidad. El importante aumento salarial ya acordado en muchas ramas de la industria alimenticia pone mucha presión sobre el tipo de cambio. Este deberá ajustarse a un ritmo bastante similar al de los salarios si se quiere mantener la ya deteriorada competitividad cambiaria de 2012.
Hasta el momento el empleo industrial se ha mostrado resistente a la crisis porque evidentemente las empresas valoran al trabajador capacitado. Si se observan más casos como el de Nucete, será no sólo porque los números no cierran, sino porque las empresas tampoco encuentran expectativas de reversión de la situación a corto y mediano plazos.
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