Lucas Lingua recurrió a la transferencia embrionaria, que consiste en aspirar óvulos de una vaca donante de gran calidad genética e implantarlos en muchos vientres receptores que llevan adelante la gestación de los terneros
- 7 minutos de lectura'
En la cabaña Don Pancho, de Córdoba, se masificó el uso de la transferencia embrionaria, que permite ganar tiempo en el mejoramiento genético del rodeo. En la empresa también se realiza creep feeding en los terneros y venta de reproductores de elite.
“La historia de la ganadería en mi familia comenzó hace muchos años con mi abuelo, que compró vacas Shorthorn para hacer cría en Córdoba, una actividad que era común en la provincia en esa época”, recuerda Lucas Lingua, actual titular de la cabaña. “Con el correr del tiempo, los sistemas se fueran intensificando virando hacia la invernada primero y a la agricultura después, de la mano de la siembra directa y de la soja RR abandonando por completo la actividad pecuaria”, agrega.
Pero en 2016 la empresa dio una vuelta de campana. “Con la familia decidimos volver a la ganadería y empezar con una la cabaña de Brangus”, cuenta Lingua.
Lucas es ingeniero agrónomo casado con dos hijos. Recién recibido trabajó en el INTA Manfredi, en Cambio Rural y con asesoramientos particulares, para luego colaborar en el manejo de los campos familiares. “En 2007 falleció mi padre y tuve que hacerme cargo de la conducción del empresa, que dirijo hasta hoy, junto con los integrantes de mi familia”, rememora Lucas.
Nace una cabaña
La cabaña se desarrolla sobre 580 hectáreas en James Craik, en el centro de la provincia de Córdoba. Es una zona de transición entre la pampa húmeda y la región subtropical, con 750 milímetros de lluvia anual concentrados en primavera, verano y otoño. Las temperaturas son rigurosas: en verano hay muchos días de más de 40°C y en invierno se alcanzan registros por debajo de los 0°C, que complican la producción forrajera. En la cabaña, los suelos son heterogéneos, desde arenosos, pasando por bajos dulces hasta salinos sódicos
La base de la alimentación de la hacienda es la alfalfa en los mejores lotes (30% de la superficie), complementada con grama rhodes de los suelos clase VI y VII, gracias a su tolerancia a la salinidad. En los peores bajos, con mucha presencia de sodio, se mantiene el tapiz natural. El esquema forrajero se completa con silaje de maíz y sorgo, y verdeos de invierno de uso esporádico. Una parte de la superficie conserva el monte original de algarrobo y espinillo.
De entrada Lucas buscó arrancar con hacienda de calidad para la cabaña. “Me asesoré principalmente con Juan Debernardi y Claudio Marchisio, que me eligieron las vacas por comprar; seguimos fieles a esa genética, que hoy insumen el 80% de mis compras de semen”, afirma Lingua. “La operación de una cabaña tiene un costo alto, ante lo cual hay que tratar de minimizar los errores y operar eficientemente desde el inicio”, enfatiza.
“Comenzamos haciendo inseminación artificial y luego transferencia embrionaria, que era la tendencia que veíamos venir como dominante. Compramos vacas donantes y avanzamos con la transferencia a las receptoras en gran escala”, indica.
La transferencia embrionaria se define como una técnica mediante la cual los los óvulos son colectados del ovario de la vaca donante, fertilizados y transferidos al útero de otras hembras para completar su gestación, llamadas receptoras.
En detalle, normalmente, de 100 embriones trasplantados a receptoras, se obtiene 35-40% de preñez y luego nacen 3º.35 terneros por efecto de reabsorciones y abortos. “Para lograr buenos resultados, además de elegir excelentes donantes, es muy importante la correcta selección de las receptoras: deben ser fértiles, con buenos índices de parición, buena ubre y bien alimentadas, de manera que sean capaces de criar un ternero superior”, aconseja Lucas.
El sistema de transferencia empleado por Lingua es por aspiración de ovocitos, que luego son fertilizados de implantados en las receptoras. El empresario contrata un servicio externo, que se ocupa de todo el proceso con un equipo de veterinarios. “El año pasado logramos unas 100 preñeces por transferencia embrionaria y este año esperamos unas 150″, pronostica el cabañero.
“La transferencia embrionaria es un camino muy rápido de mejoramiento. Salvando las distancias, es como si una vaca de plantel criara 30 terneros. Con una buena donante y buenas vacas receptores se pueden obtener 30 terneros de gran calidad genética en el año”, resume Lucas. Los terneros que nacen reúnen las características sobresalientes de la vaca donante y los rasgos deseados del toro mejorador empleado, en una combinación virtuosa”, destaca.
Preparación de reproductores
En la cabaña, las vacas comen alfalfa y grama rhodes mediante pastoreo rotativo, en parcelas con un día de aprovechamiento, de manera que estén en buenas condiciones pero no gordas. Una vez paridas, crían el ternero hasta los seis-siete meses. Al pie de la madre, el ternero recibe alimentación suplementaria mediante creep feeding. Se utilizan comederos cerca de la aguadas, a los que solo ellos tienen acceso.
“Al tercer-cuarto mes de vida, el creep feeding permite complementar la leche materna con alimento balanceado rico en proteína y micronutrientes, para procurar mayores desarrollos y peso al destete; así se aprovecha la etapa de mejor conversión de alimento en carne de vacuno”, resalta el cabañero.
A los seis-siete meses se realiza el destete con aplicación de las vacunas del plan sanitario. Toda la camada de terneros destetados va a un corral con alimento balanceado y rollos de alfalfa de buena calidad, para que puedan expresar su potencial genético. En ese momento, se hace una primera selección separando los mejores, que se van amansando y reciben una alimentación superior.
“Mediante la transferencia embrionaria y su efecto mejorador hay muy poco descarte de los terneros machos; es difícil que no sigan el camino de toro comercial”, se entusiasma Lingua. Los que no reúnen las características deseadas -por ejemplo prepucio muy largo- se cargan para faena.
A los 12 meses se concreta una segunda selección con el genetista, que evalúa la circunferencia escrotal, aplomos y el fenotipo general de cada animal. “Durante la recría no se busca el máximo aumento de peso para no generar problemas gastrointestinales y de pezuñas, sino que se busca un ritmo conveniente de aumento diario, proveniente de energía media y cobertura de requerimientos proteicos”, explica el empresario.
En el verano siguiente pasan a alfalfa y suplemento o son encerrados en corrales grandes donde se preparan para las exposiciones. La raza Brangus tiene cuatro categorías de productos: Preparatorio, Controlado, Avanzado (equivalente a Puro Controlado) y Definitivo (equivalente a Puro de Pedigrí).
Los mejores animales producidos por la cabaña entran en la categoría de Brangus Definitivo. “Cuando se emplea transferencia embrionaria, se puede producir enseguida Brangus Definitivo porque las vacas donantes son Brangus Definitivo; así se gana tiempo respecto de una cruza absorbente desde un rodeo comercial”, diferencia Lucas.
La cabaña a Don Pancho ofrece otros productos. Por un lado vende toros y vacas para rodeos comerciales, pero también desarrolla las ventas de elite, junto con otras cabañas en remates anuales. Se ofrecen desde terneras o vaquillonas preñadas y toros de dos, 2,5 y 3 años. Los animales superiores se orientan hacia exposiciones.
La raza Brangus es muy versátil. Tiene lo bueno del Angus (calidad de carne, docilidad) y la rusticidad del Brahaman, que permiten emplearla tanto en la región subtropical como en la templada. Los animales que produce Lingua tienen frame moderado, son blandos para engordar, con pelo corto y peleche temprano. Las vacas son buenas madres, con abundante producción de leche para criar el ternero. El peso a campo fluctúa de 450 a 500 kilos y gordas para faena, llegan a 550. Los toros a campo pesan 800-850 kilos, y para exposición 1000-1050.
Criadores
La Asociación Argentina de Brangus nuclea a los criadores y lleva los registros de la raza. Genera los datos para los DEP, como peso al nacer, peso al destete, peso a los 18 meses, mansedumbre, etc. que permiten elegir el toro adecuado para cada rodeo. Últimamente se agregó el rasgo calidad de carne, mensurada con ecografías que miden el área del ojo del bife, el engrasamiento y la terneza. Por ejemplo, entre los 16 y 20 meses los criadores inscriptos deben hacer una ecografía que estima el área del ojo del bife y el porcentaje de grasa intramuscular.
La asociación exige que las vacas donantes y los toros superiores tengan hecha la prueba genómica, que permite aportar mucho mayor precisión en la medición de los rasgos del animal que nace. En la raza Brangus, la prueba se realiza con muestra de pelos de la cola que se envía a EE.UU. para su evaluación.
Otras noticias de Comunidad de Negocios
Más leídas de Campo
Un 99% más. Con buenas ventas de los productores y exportaciones, en noviembre llegaron US$1999 millones
Aniversario. Colombo y Magliano celebró sus 85 años de vida
Devastación. Reportaron un 40% de pérdidas en una importante zona productora de verduras
Después de la chicharrita. ¿Cuáles son las claves para el maíz tardío?