En Pascanas, en el sudeste de la provincia de Córdoba, a los Taricco un tornado de enorme magnitud les derrumbó un galpón donde se alojaban unas 516 vacas lecheras
- 5 minutos de lectura'
“De esta vamos a salir. No vamos a bajar los brazos, hermano. Vamos a poner de nuevo el hombro, como siempre”. Arrodillados en el suelo, en un abrazo interminable y entre lágrimas sentidas, Hernán Taricco buscaba consuelo en Lisandro, su socio y hermano, luego de que un tornado arrasara por completo su galpón de 50 metros de ancho por 150 de largo y donde se alojaban unas 516 vacas lecheras.
En Pascanas, en el sudeste de la provincia de Córdoba, a 40 kilómetros de Monte Maíz, todo ocurrió el jueves pasado a las 23.30 cuando, en menos de un minuto, una fortísima celda destruyó de punta a punta la enorme infraestructura hecha con fuertes vigas de cemento y chapas, inaugurada en enero pasado, según informó el portal TodoLechería.
La única manera de seguir era a la par, peleándola otra vez. “Teníamos 246 vacas en un ala y unas 270 en la otra. Gracias a Dios solo mató tres vacas, nada más. Creo que el animal percibe y por eso se fueron antes. Tengo 50 años y siempre viví en el campo y nunca en mi vida vi un fenómeno climático de esta magnitud. Se sabía que iba a haber tormenta, pero esto fue un impresionante tornado que agarró y destruyó toda una franja del campo. Yo en ese momento estaba a 30 kilómetros del campo, me estaba volviendo con un operario de Villa María que tenía que hacer un trámite. Y el guachero [encargado donde están los terneros nacidos hace poco] me dijo que me venga urgente para el campo porque el tornado envolvente no había dejado nada en pie. Por suerte pasó a esa hora que no había gente trabajando en el lugar, si no el disgusto hubiera sido muy grande”, cuenta a LA NACION.
Fue solo una destrucción delimitada, porque a 30 metros tienen unas instalaciones de ordeñe y unos tanques plásticos de más de siete metros de altura que los usan para el lavado de la pista que estaban vacíos y no les pasó nada. Tampoco sufrió daños su antigua sala de ordeñe precaria que está hacia el otro lado ni los robots que estaban guardados en un garage y que podrán seguirse utilizando. El 100% del daño fue para el galpón nuevo de menos de un año que había costado más de un millón de dólares de inversión y que no tenían asegurado.
“Lo realizó gente con mucha experiencia que se dedica a este tipo de construcciones, con los cálculos de vientos, porque no queríamos improvisar en nada. Pero nada pudo mantenerse por esta feroz tormenta de viento y remolinos”, dice.
Tal fue la magnitud del ciclón que una maquinaria Champions muy pesada que estaba en el lugar para arreglar los caminos apareció en otro lugar de donde estaba originalmente, sin haber huellas de arrastre, es decir que pareciera haber sido levantada por el aire. También un caño petrolero que es muy fuerte quedó enroscado: “Todo estaba estrellado. Hoy puedo hablar, días atrás nuestra tristeza y angustia era infinita. No parábamos de llorar”.
Pero había que seguir, porque ese fue el consejo que les dio su padre, también tambero y conocedor de las vicisitudes de la actividad, cuando años atrás les heredó otro tambo. Y, sobre todo, porque a las pocas horas había que ordeñar: buscar las vacas que escaparon por el campo por la tormenta y llevarlas a la sala de ordeñe que, “gracias a Dios”, se mantuvo indemne.
La angustia y el estrés de los Taricco también llegó al rodeo lechero en el primer ordeñe tras la tormenta: la producción cayó de casi 20.000 litros diarios a 13.000 litros. Era previsible. “Pobres vacas, estaban muy estresadas. Pero tuvimos que seguir como si nada hubiera pasado. Y con una suerte dentro de toda la desgracia por haber guardado los comederos antiguos que se usaban en el otro sistema: sirvieron para salir de la emergencia y para darles de comer”, detalla.
Con el apoyo de mucha gente, los Taricco se sienten con mucha fuerza para continuar. Ayer eran 22 personas desarmando y ordenando toda la chatarra esparcida por el campo. Aunque no esté la estructura ni el techo y solo sano el piso, apuntan a que el domingo, a más tardar, las vacas se encuentren de nuevo en “su lugar”.
“El sábado ya deberíamos tener todo limpio para que el domingo podamos meter las vacas a su lugar, aunque sin el techo. Pero, como el verano y el calor se acercan ya me estoy asesorando para poner una media sombra”, dice.
En este contexto difícil, lo que más le duele al productor es que 2025 era el año para disfrutar: “Atravesamos la crisis terrible de la lechería el año pasado. Este 2024 fue un año de acostumbramiento de las vacas y todo estaba funcionando perfecto. Tenía cantidad de comida de calidad, el rodeo tenía confort para el calor y las vacas tan nobles ya habían respondido y estaban cómodas en el galpón. Tan bien estaban que luego de ese primer ordeñe a la madrugada, las vacas balaban, queriéndose volver al galpón que ya no estaba”.
Ahora su rumbo será hacia un volver a empezar. “Pasamos muchas crisis, hemos perdido cosechas, no nos han pagado pero siempre con mi hermano fue seguir apostando y creciendo. Pero esta vez fue muy duro como nos pegó. Solo le pedimos a Dios que nos de salud y fuerza para arrancar de vuelta. Hoy ya estamos en 17.000 litros. Y, en esa apuesta nos pusimos como meta que para el verano del 2026 tener otro galpón nuevo para nuestras vacas. Porque estamos en esto, siempre hicimos esto y vamos a seguir siendo tamberos que no cualquiera lo es”, finaliza.
Otras noticias de Tambos
Más leídas de Campo
“No comprás ni un caramelo”. Está cortada una estratégica ruta por lo poco que cobran y se desata un conflicto en una provincia
“Ordenamiento”. Explicaron qué busca el Gobierno con una medida que generó revuelo entre los productores de garbanzo
“No tienen vergüenza”. Indignación y bronca en un partido bonaerense por el deplorable estado de un camino
“Reparación Histórica del Campo”. Presentaron un ambicioso proyecto de ley para bajar gradualmente las retenciones