En el congreso anual de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), Francisco Podestá, Giselle Llanes, Jorge López Menéndez y Nicolás Fernández Llorente explicaron cómo es hacer agricultura en Uganda, Angola, Ghana, Sierra Leona y Costa de Marfil
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Son varios los productores argentinos que decidieron salir en busca de nuevos desafíos de producción en el continente africano. Algunos de ellos contaron cómo es hacer agricultura en siembra directa allí en el panel “Regional África: experiencias de argentinos en el continente”, en el marco del Congreso anual de Aapresid, que se realiza hasta este viernes y se sigue de manera virtual.
El primero en disertar fue Francisco Podestá, que pertenece a la empresa Agilis Partners, que desarrolla proyectos agropecuarios en Uganda, un país de 44,27 millones de habitantes. “Se estima que dentro de 15 a 20 años duplicará su población porque cada mujer tiene en promedio seis hijos. Esto genera un gran desafío para los próximos años para la provisión de alimentos y trabajo”, remarcó Podestá.
Los que llegaron antes a aquel país, situado en África oriental, fueron sus socios Eduardo Brown y los hermanos Phillip y Ben Prince. En 2011 viajaron en el marco de una acción solidaria para ayudar a un orfanato. Juntaron fondos en Estados Unidos y armaron un criadero de cerdos para que el hogar se financie. Ahí vieron que había una posibilidad para empezar a comercializar maíz blanco para consumo humano y formaron una empresa que compraba maíz a campesinos y luego lo procesaba y vendía en Uganda y en países vecinos.
En 2014 ellos contactaron a Podestá porque veían la posibilidad de sembrar. “Vimos que tenían suelos y lluvias muy buenas, con la posibilidad clara de poder hacer dos cultivos por año”, detalló. Así se embarcaron en el proyecto de siembra.
Podestá aseguró que los primeros años fueron difíciles. Empezaron con maquinaria vieja, por lo que en 2015 sembraron casi todo el maíz a mano. “De a poco fuimos evolucionando bastante. Incorporamos sembradoras, fumigadoras, cosechadoras”, afirma.
A los tres años viajó a Uganda Juan Acutain, otro ingeniero argentino. “Con él nos propusimos continuar con nuestro crecimiento; ya habíamos empezado a comprar y alquilar más campos, pero, además, queríamos hacer ensayos para cambiar de una agricultura convencional a una agricultura de siembra directa”, señaló.
Actualmente el 100% de la siembra la hacen con esa técnica. Pasaron de 70 hectáreas en 2005 a 6000 hectáreas, casi toda la superficie en campo propio. “También armamos un equipo de monitoreo con gente local, del que estamos muy orgullosos. Ellos monitorean intensamente todos los lotes, cargan los datos en una app y nosotros hacemos el seguimiento”, precisó.
“Hacemos jornadas de campo para que vengan todos los campesinos y puedan conocer las cosas que estamos haciendo y, de a poco, les vamos cambiando la forma de hacer las cosas”, agregó.
En Angola
También contó su experiencia en el continente africano la ingeniera agrónoma Giselle Llanes, fundadora de “Hectárea Uno”, que tiene sede en Luanda, la capital de Angola. La firma hace consultorías agrícolas para productores rurales y empresarios que quieren entrar en la actividad y necesitan tener algún tipo de soporte técnico.
“En mi caso, tomar la decisión de venir a África no fue para nada difícil, tampoco lo pensé tanto y, cuando hacés balance y mirás para atrás, definitivamente fue una muy buena decisión”, señaló.
Con relación a los problemas que debió afrontar, hizo mención a cuatro dificultades. La primera fue la burocracia. “Hay que estar siempre insistiendo porque los procesos son largos”, dijo. Luego indicó la falta higiene. “Escasea bastante, no hay un correcto tratamiento de la basura, que es lo más chocante al principio”, indicó. Después se refirió a un sistema de salud deficiente. “Funciona correctamente en las principales ciudades, pero al viajar al interior es un poco más incipiente”, contó. Por último habló de la falta de mano de obra calificada. “Es difícil encontrar operarios para el trabajo agrícola, así que es necesaria la realización de cursos”, afirmó.
Sin embargo, se mostró muy contenta con el país. “Culturalmente es un pueblo muy amigable, dispuesto y divertido. Abren sus brazos fácilmente a las personas que llegan, les gusta generar alianzas de beneficios mutuos”, expresó.
En términos de producción detalló que fue “un gran desafío” el lugar porque la forma de producción es muy diversa. Hay “dos mundos”. El primero, el de los productores que están sumamente especializados con capital de trabajo y que pueden comprar semillas y hacer grandes inversiones. El segundo es el de los pequeños productores, de subsistencia, que generalmente reciben del gobierno ciertos incentivos y apoyo con maquinaria agrícola, semillas y fertilizantes.
“Nosotros creemos que desde la Argentina tenemos numerosas tecnologías de punta y grandes conocimientos que podrían darle mucho a estos sistemas africanos, porque el expertise de la Argentina tiene un gran potencial resolutivo”, indicó.
En Ghana y Sierra Leona
Jorge López Menéndez es cofundador de Warc África, una empresa que llegó al continente africano hace siete años para hacer consultoría en varios países. Actualmente se encuentra en Ghana y en Sierra Leona. Su proyecto busca ayudar a los pequeños productores para que dejen de ser de subsistencia y se transformen en productores comerciales.
Cuando llegó al lugar, el principal problema encontrado era la falta de mecanización y de tecnología para la producción. ”Esto no les permite a los productores dar el salto; las condiciones ambientales son totalmente aptas y no tendrían problemas”, explicó. Otro inconveniente es la erosión. “Como empresa y como ser humano tenemos que lograr que los 500 millones de agricultores de África puedan empezar a secuestrar carbono de sus suelos”, sostuvo.
“Considero que en los próximos años África va a ser un gran jugador en esto y es en lo que estamos trabajando; nuestro objetivo es poner nuestro granito de arena en esto”, agregó.
En Sierra Leona, que es uno de los países más pobres del mundo, “nueve de cada diez agricultores no puede producir ni siquiera para darle de comer a sus familias”. En Ghana la situación es un poco mejor, pero tampoco mucho porque 7 millones de personas viven por debajo de los niveles de la pobreza.
“El papel del pequeño productor debe redefinirse porque pasan la mayor parte de su tiempo haciendo tareas de bajo valor como la preparación de la tierra, el control manual de malezas. Tiene que dejar de hacer prácticas poco eficientes y pasar a la tarea de alto valor como monitorear la salud de los cultivos, identificar plagas o enfermedades en sus campos y aportar prácticas modernas”, expresó.
En Costa de Marfil
Por último, en el congreso de Aapresid contó su experiencia en Costa de Marfil Nicolás Fernández Llorente. Se trata de uno de nueve profesionales de un grupo que se dedican a tareas de asesoramiento, administración, siembra y desarrollo agropecuario. Llegaron a África en 2019 para realizar varios ensayos. Probaron tanto con maíz como soja y obtuvieron muy buenos resultados.
En 2020, por la pandemia frenaron la actividad, pero este año la retomaron. “La empresa ya hizo inversiones y estamos sembrando maíz en un campo de 6000 hectáreas que desarrollamos de manera sustentable”, detalló.
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