Frente a un fenómeno a nivel mundial tan disruptivo como el de la pandemia del Covid-19, el campo y la agoindustria demostraron su solidez como sector y que está en condiciones de ser uno de los pilares más importantes de la recuperación de la economía argentina. La pregunta que falta responder es si la dirigencia política, pero fundamentalmente el Gobierno, son capaces de reconocerlo y actuar en consecuencia.
La solidez se reflejó, por ejemplo, en que el mercado interno nunca corrió riesgos de desabastecimiento. Además, los compromisos externos fueron atendidos, más allá de algún conflicto particular al comienzo de la pandemia. Y lo hizo también enfrentando los abusos de autoridades provinciales que se excedieron en el cumplimiento de los controles al movimiento de mercaderías y personas. Pese a que la actividad fue catalogada como esencial, contratistas, productores, profesionales y camioneros padecieron la rudeza de quienes apenas tienen un poco más de poder se creen dueños de todo. Ese riesgo también enfrenta la actividad.
Los efectos nocivos de la pandemia que se están viendo en los conglomerados urbanos más poblados vuelven a colocar en un primer plano la necesidad de generar desarrollo en el interior del país. Este es uno de los objetivos que se plantea el plan del Consejo Agroindustrial Argentino, una coalición de 42 entidades de toda la cadena, que comenzó a ser presentado frente a gobernadores. Si la descentralización del país, con más gente viviendo en ciudades pequeñas, fuera un tema esencial del debate público argentino quedarían en segundo plano las discusiones de poco vuelo que ganan tiempo y espacio a diario en la opinión pública.
Ese objetivo también debería servir para tomar decisiones de política económica. Se sabe, por ejemplo, que los efectos depredadores de los derechos de exportación recaen en las zonas alejadas de los puertos y centros de consumo. El peso del flete en la ecuación económica es mayor allí que en las regiones mejor vinculadas con el comercio exterior. De igual forma, la falta de infraestructura anula las posibilidades de lograr más desarrollo donde más se lo necesita.
Un programa que apunte al mediano y largo plazo motivaría a productores y empresarios del agro a tener una actitud ofensiva en vez de defensiva. Los riesgos de caer en esta última actitud, los expuso Ezequiel De Freijo, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina (SRA) en una reunión con delegados de la entidad. Describió un escenario con precios externos más volátiles, presión tributaria, falta de crédito, tipo de cambio real a valores históricos, distorsión en el pago de insumos y perspectivas de insumos más caros.
Estimó que en la última campaña el efecto de adoptar una estrategia defensiva provocó una pérdida de ingresos por US$ 2100 millones. En el contexto de incertidumbre aconsejó "frente a un clima que no acompaña, evaluar seguros; trabajar muy bien la eficiencia; hacer un manejo eficiente de aplicaciones; diversificar los riesgos de mercado, cuidar la liquidez y buscar inversiones estratégicas, planes canje (ventaja fiscal y aprovechar estacionalidad de los precios", entre otros aspectos.
En ganadería, el especialista Miguel Gorelik, director de valorcarne.com destacó que hay buenas señales en la actividad como la recuperación de los precios internacionales (Hilton y China) y la apertura de la actividad en algunos mercados del exterior tras la pandemia. "Hoy el valor del rump & loin (lomo, bife y corazón de cuadril) supera los US$13.000l FOB, lo que se no veía desde hacía más de dos años y representa más del 50% de aumento con respecto a los bajos niveles del pico crítico de la pandemia", destacó.
Respecto del consumo interno, recomendó comparar los últimos datos conocidos en relación a una serie más larga. Estimó que el promedio del consumo enero-mayo fue de 49 kg/hab./ año y que en junio habría llegado a 50 kg./hab./año, lo que representaría el mismo nivel del promedio de los últimos 12 meses. "Es decir, ninguna baja", afirma Gorelik. "El sector de ganados y carnes está atravesando la pandemia en una situación de privilegio, la actividad tiene buenos índices, la cadena de pagos no tuvo alteraciones, la gente trabaja y cobra, la comercialización de hacienda mantiene su transparencia aún con la fuerte disminución de los remates presenciales y se pagan los impuestos, a pesar de su nivel exorbitante. Hay que saber valorar esta eficacia para tomar más fuerza y encarar el escenario futuro mejor posicionados", añadió en un artículo.
Tanto en la agricultura como en la ganadería, a pesar de los problemas y las dificultades, el potencial de la Argentina es mayúsculo. Otra vez, será cuestión de no dejar pasar las oportunidades que se presentan en el mundo.
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