Se trata de Juan Carlos Cotella, que produce bajo normas de agricultura sustentable en campos propios y alquilados
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En los últimos años muchas miradas se dirigieron al cuidado del ambiente, con énfasis en las prácticas que realizan los productores agropecuarios de todo el mundo. La preocupación ha llegado a nuestro país y aparecieron productores que toman nota de ese requerimiento de la sociedad y dan respuestas concretas en el manejo de sus establecimientos.
Es el caso de Juan Carlos Teddy Cotella, un empresario referente del NEA, con campos en Santiago del Estero y Chaco, donde maneja 40.000 hectáreas entre propias y alquiladas. Produce soja con certificación de agricultura sustentable y bajo la norma RTRS (Round Table Responsible Soy Asociation), tanto en campos propios como arrendados.
La norma RTRS es una certificación desarrollada a nivel mundial, que garantiza el proceso de producción y comercialización de la oleaginosa. Considera una multiplicidad de aspectos, desde el respeto de las leyes laborales de los empleados involucrados hasta el tratamiento de los envases vacíos de agroquímicos.
Las toneladas certificadas se suben a una plataforma digital, en la que distintas empresas pueden comprar créditos de soja sustentable que se le acreditan a Cotella. Sin embargo, más allá del valor económico que pueda generar la certificación, el productor destaca el mejoramiento de procesos internos que se llevan a cabo en la empresa para cumplir con las exigencias, que comprometen la rentabilidad final si no se consideran.
Por ejemplo, en los campos que administra con escasa disponibilidad de agua, Cotella reemplazó las aplicaciones terrestres de agroquímicos por tratamientos con avión, que reducen el consumo de 60 litros por hectárea a seis. También incorporó la tecnología Intacta, maíces con eventos y pulverizaciones selectivas para reducir el uso de agroquímicos en cada lote.
Asimismo, cuida la calidad del agua para consumo humano verificando que no haya contaminación química de las napas por las aplicaciones, ni infecciones por bacterias, al hacer análisis en busca de Eschirichia coli y otros patógenos que afectan la salud humana.
Todos los colaboradores de Cotella saben que los envases vacíos de agroquímicos no deben quedar dispersos, sino que se deben lavar, perforar y llevar al depósito preparado para su posterior transporte.
Participación de la cadena
El empresario, que es asesorado comercialmente por la consultora AZ-Group, enfatizó que el tema ambiental se vincula fuertemente a lo social. Por esa razón, entiende que la cuestión debe ser una preocupación de toda la cadena de valor, no solo de los productores. Deben involucrarse contratistas, acopiadores, industriales y exportadores para poder satisfacer las demandas cada vez más exigentes de los consumidores.
Cotella invita a todos los integrantes de las cadenas a participar en los debates de las normas vinculadas el cuidado del ambiente, como la Ley de Ordenamiento Territorial o las regulaciones para aplicaciones periurbanas, donde otros deciden lo que debe hacer el sector primario. “La sociedad nos está mirando constantemente en los pueblos y ciudades, y tenemos que lograr un acercamiento con ellos, para mostrar que hacemos correctamente nuestro trabajo”, desafía.
“Un productor puede empezar el camino ambiental con la certificación. Certificar es demostrar que hace las cosas bien, de manera proactiva. Además, esa herramienta le permitirá potenciar los aciertos y mejorar los demás procesos internos del campo”, concluye.
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