Según advierten los productores y la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el trigo sembrado en la región núcleo enfrenta una fuerte necesidad de lluvias que también se requieren para avanzar con la implantación del maíz
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“El trigo está pidiendo agua”. El productor Alejandro Acerbo, que además asesora campos en Chacabuco, Ascensión (Buenos Aires) y Rufino (Santa Fe), admite que a medida que pasan los días y no llueve la preocupación aumenta. A pesar de que durante el invierno se registraron milímetros que les permitieron sobrellevar esa estación, ahora necesitan un nuevo evento de precipitaciones porque el cultivo comenzó a sufrir y podría afrontar pérdidas de potencial de rendimiento mientras ingresa en un período crítico.
“Veníamos tranquilos porque pensamos que se venía El Niño, que no iba a haber problema, pero ahora no llueve y estamos complicados porque no hay napa y dependemos al 100% de lo que ocurra con la lluvia”, dice. La situación se extiende al maíz, donde no pudo sembrar todo lo esperado. Estima un 30% menos que lo planificado.
Lo que vive Acerbo es el temor a lo que la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) describió como “Otra campaña en jaque por la sequía”. En su informe mensual de la región agrícola núcleo, que comprende el sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires y el sudeste de Córdoba, la entidad informó que el 43% del trigo está en estado regular a malo y que el 50% del maíz temprano, que corresponde a esta época, aún no se ha sembrado.
“El sector está desconcertado: no puede comprender que tras tres campañas de sequía vuelva a repetirse un escenario tan complejo por la falta de agua”, dicen en la BCR.
En este contexto, Acerbo advierte: “Los pronósticos más precisos, que abarcan una semana o 10 días, no indican probabilidades de lluvia. Esto significa que la primera etapa del período crítico la están atravesando con falta de agua”.
El productor detalla que, a diferencia de 2022, este año durante el invierno hubo dos eventos de lluvias aceptables. En julio se registró una precipitación de aproximadamente 30 milímetros seguida de algunas lloviznas en agosto, y en septiembre, 50 milímetros. “Estas lluvias permitieron que pasemos el periodo invernal sin ningún problema porque en esa época la presión atmosférica es baja, los días son cortos y el cultivo está en período de macollaje, entonces la demanda de agua es muy baja”, afirma.
Sin embargo, advierte que ahora el panorama cambió y falta agua. “Este déficit se produce en un momento en que el cultivo está ingresando en el período crítico, en el que cualquier estrés que ocurra puede tener un impacto significativo en los rendimientos”, precisa.
Una situación similar se vive en General Pinto. El productor agropecuario Carlos Seré cuenta que allí hubo una lluvia a principios de septiembre que creyeron “marcaba un punto de inflexión”. Con esa esperanza, los productores salieron a sembrar maíz. “Lamentablemente, fue un engaño porque funcionó como un fenómeno aislado y no marcó un cambio de tendencia en la precipitación”, dice. “Vemos en los pronósticos que hasta el 15 de octubre no habría precipitaciones posibles, y eso está generando ya consecuencias porque el trigo sembrado en toda esta zona está entrando en fase crítica de desarrollo, donde empieza a tener mayores necesidades de humedad, y esta humedad no está en el suelo”, alerta.
Otro caso ilustra la preocupación. En el sur santafecino, en la localidad de Venado Tuerto, hace tres días que el productor agropecuario Sergio Barrull tuvo que detener la siembra de maíz por la falta de húmeda. “Arrancamos a sembrar pero paramos por la seca; nos está haciendo falta una lluvia de 40 a 60 milímetros para seguir”, explica.
Situación alarmante
La situación más alarmante se vive en el oeste y norte de la región núcleo. Según la BCR, “la falta de agua es crítica y el potencial de rendimiento está en caída”. Ya alertan de rindes de 15 quintales por hectárea cuando el promedio de la región de los últimos cinco años es de 38,8 quintales.
Por otro lado, en cuanto al maíz en la zona se encuentran en una encrucijada: hay un 50% de los lotes ya implantados y otro tanto que no puede ser sembrado por la falta de lluvias. “En las áreas más afectadas, oeste y norte de la región, hay zonas que apenas pudieron sembrar el 15% del área de intención. La situación general es mejor que hace un año, pero está muy lejos de lo que necesita el productor: poder sembrar en tiempo y forma y contar con perfiles de suelos cargados y esto está muy lejos de la realidad”, dice el reporte.
En la entidad informan sobre una probabilidad de precipitaciones para el próximo martes, aunque hay advertencias. “La transición a octubre todavía es incierta respecto de una mejora de las precipitaciones en la primera semana del mes. Las condiciones globales siguen jugando a favor, pero es necesario un cambio en la dinámica en la que prevalece la circulación sur”, señala el consultor Alfredo Elorriaga.
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