El año 2020 terminó mal para las empresas tamberas. En los últimos meses, los costos crecieron vertiginosamente por el aumento del precio del maíz y de la soja, mientras que el clima jugó en contra para la producción de pasto. Simultáneamente, los precios pagados por la leche cayeron en moneda constante durante los diez primeros meses de 2020 y los $20 por litro actuales no cierran las cuentas de empresas de escala y tecnología corriente. Según el consultor Marcos Snyder, debería trepar hasta los 25 pesos por litro para equilibrar costos con ingresos.
El bajo valor que recibe el productor es una consecuencia directa de los controles de precios que impone la secretaría de Comercio a las industrias y retails, para intentar mantener a raya la inflación y para evitar caídas en el consumo de la población, una medida repetida a lo largo de la historia.
Por el lado de los costos impacta el precio de la harina de soja -$28.000 por tonelada- y del maíz -$16.000-, que obligaron a una reducción de la suplementación en muchos campos. "Los tamberos aspiran a mantener la producción, pero buscan alternativas de menor costo para la fuente proteica, como el expeller de girasol", afirma Marcos.
Reemplazar al maíz es más difícil, porque también están caros otros concentrados energéticos como el afrechillo. Esta "tijera" de altos costos y bajos precios está aniquilando la liquidez de las empresas y obliga a ventas de vacas como mecanismo de financiamiento.
En este contexto también se nota tranquilidad en los remates de vaquillonas. De mantenerse esta situación, se acentuará sensiblemente la caída estacional de la producción en los próximos meses y podrían surgir problemas para el abastecimiento de las industrias.
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