En la campaña que está terminando se logró el récord de superficie sembrada con maíz desde 1940, y a pesar de haber sufrido una de las sequías más importantes de los últimos 60 años, el rinde promedio esperado es superior a los obtenidos en las sequías de 2008/09 y 2011/12.
Esto se debe fundamentalmente a la decisión del productor de aplicar un paquete tecnológico de avanzada, que incluye el uso de híbridos de punta, fertilización adecuada y una correcta elección de los agroquímicos para el combate de las malezas. Sin embargo, hay todavía bastante para avanzar en materia de innovación. Creemos que el objetivo de la próxima campaña seguirá siendo apostar a maximizar los rindes. De la mano de la tecnología, si las condiciones climáticas y políticas acompañan, podremos ir hacia nuevos records en superficie, producción y exportaciones.
Durante años insistimos desde Maizar en que la eliminación de las retenciones y los ROE se traduciría en un gran incremento del área sembrada y de la producción. En la campaña 2014/15, última en la que los seis cultivos extensivos principales se vieron afectados por el antiguo esquema regulatorio, la proporción de gramíneas en la superficie agrícola era del 33% y el maíz y el sorgo aportaban solo el 14% del total. Dos años después, en la última campaña, las gramíneas cubrieron el 40% del área agrícola y el maíz y el sorgo conformaron el 20% del total, la mayor participación en las últimas 18 campañas. Esto se traduce en una mayor fertilidad de los suelos y en una mayor cohesión de las partículas, que reduce la erosión hídrica y eólica.
El consumo mundial de maíz, impulsado por la producción de carnes en la región Asia-Pacífico, viene creciendo fuertemente y superando a la producción. Según lo proyectado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, en sus siglas en inglés), se espera un consumo de casi 1100 millones de toneladas de maíz para 2019. En China están cayendo fuertemente los stocks, por lo que podría incrementar considerablemente los volúmenes importados en los próximos años. En este contexto, se espera un escenario de demanda firme, con buenos precios, tanto para el segundo semestre como para el próximo año.
El comercio internacional de los productos de la cadena también crece exponencialmente y nos ofrece una gran oportunidad para multiplicar el valor generado. Es indispensable desarrollar todo nuestro potencial como cadena, en carnes, lácteos, productos de molienda, bioetanol, biogás y biomateriales. Hay algunos sectores, como el lácteo, el porcino o las moliendas, que hoy encuentran situaciones particularmente difíciles. Debemos ayudarlos a sortearlas.
Los costos internos, altos en mano de obra, transporte, financiamiento, energía y administrativos, dejan a la Argentina en desventaja frente a otros países. Los elevados impuestos, la evasión impositiva y el retraso en la aplicación de tecnología también dañan la competitividad. Como consecuencia, el país transforma menos del 35% de su producción de maíz, mientras los Estados Unidos procesan un 87% y Brasil un 65%.
Para el desarrollo de la cadena de valor es clave avanzar con la transformación en productos con un mayor valor agregado y acompañar al Gobierno en el trabajo que está realizando para la apertura de nuevos mercados internacionales, a través de acuerdos económicos o sanitarios, como es el caso del Protocolo firmado este año para el ingreso de nuevos productos de carne bovina a China, y la apertura de carne bovina y ovina desde la Patagonia a Japón. Estas aperturas nos permitirán seguir aumentando el área sembrada con maíz, en zonas como las provincias patagónicas, al sur del río Colorado. Existen híbridos adaptados, agua para riego y tecnología. Allí se podrá desarrollar allí un gran polo de transformación de granos o silo en carne libre de aftosa.
Más allá de lo alimentario, la industrialización de los granos de maíz y sorgo con fines energéticos es una de las actividades de mayor crecimiento en el mundo. Los beneficios de la generación de biocombustibles y biogás producen un impacto central en la economía, a nivel regional, provincial y nacional. Un aumento del porcentaje de corte con etanol en las naftas permitiría incrementar la oferta de combustibles líquidos y favorecerían las economías regionales, con el consiguiente impacto positivo en las inversiones y el empleo, además de colaborar en la sostenibilidad del sistema productivo, al permitirle al maíz alcanzar regiones alejadas de los puertos.
En el mundo actual, los biomateriales son una industria de la mayor sofisticación y tecnología. Y la principal materia prima para producirlos es el grano de maíz. Celebramos la creación de la Comisión Nacional Asesora en Biomateriales (Cobiomat), destinada a brindar asesoramiento para promover la producción y consumo de biomateriales generados a partir de materias primas agroindustriales.
El trabajo público-privado es clave para diseñar políticas sustentables y eficaces que den certeza y competitividad a las distintas producciones y permitan realizar las inversiones necesarias para agregar valor y promover el desarrollo. El crecimiento del valor agregado en nuestra cadena promueve el arraigo de las poblaciones en sus lugares de origen, reduciendo las migraciones y combatiendo la pobreza rural. Es un objetivo primordial encontrar la manera de reducir los índices de pobreza del país y llevar a la Argentina al nivel que todos deseamos.
El autor es presidente de Maizar
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