Ricardo Yapur, CEO de Rizobacter, cree que hay productores que podrían dejar la soja sin cosechar porque, de hacerlo, perderían plata
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“Si yo fuera Massa, sacaría las retenciones”. Quien propone esta idea no es un dirigente rural de la Mesa de Enlace, acostumbrado a reclamar medidas al Gobierno. Se trata de la definición de un CEO de una compañía de insumos agrícolas que habitualmente tiene una posición más cauta. Es Ricardo Yapur, CEO de Rizobacter, una firma nacida en Pergamino hace 45 años que es líder en productos biológicos.
Mientras en soja los derechos de exportación, mal llamados retenciones, tienen una alícuota de 33%, los de maíz son del 12%. Esto, más la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los financieros, provocan que el productor cobre el 40% del precio internacional de la oleaginosa.
“Hay una cuenta simple: por ejemplo, un productor que tenga un rendimiento de soja de cinco quintales, sabe que 1,5 se lo tiene que entregar al Gobierno por las retenciones y otros dos quintales los usa para pagarle a quien le cosecha; lo que le queda no alcanza para nada, para eso directamente ni cosecha el grano en el campo”, explica, en referencia al impacto de la sequía en la actual campaña agrícola. “Si le sacan las retenciones esa soja podría cosecharse y, al menos, generaría el pago de otros impuestos por el movimiento económico”, propone Yapur.
La escasez de lluvias que golpeó al trigo, al maíz, a la soja y a la producción ganadera, y que podría provocar una merma de ingresos de divisas por más de US$20.000 millones según estimaron los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), está en el centro de las preocupaciones en Expoagro 2023.
“Perdimos entre el 15 y el 20% del maíz y de la soja de primera, no sabemos lo que puede pasar con la soja de segunda”, cuenta Germán Weiss, productor en el partido bonaerense de América.
“En febrero se paró la lluvia, habitualmente, en marzo caen 120 milímetros y en abril, 80 mm; si no tenemos esos 200 mm para cargar los perfiles del suelo no podremos sembrar el trigo de la próxima campaña”, advierte. Esto sucede en mayo.
El impacto de la sequía no solo recae solo sobre la actual campaña, sino también sobre la próxima. El economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Ramiro Costa, explica que hay una gran incógnita sobre cómo se financiará el ciclo agrícola 23/24 que comienza en dos meses con la siembra de trigo.
“El financiamiento de la campaña se divide en un tercio por parte del productor, otro tercio por parte de los bancos y el resto por las compañías de insumos. El productor no va a tener capital para financiarse, alguien va a tener que hacer un esfuerzo grande para reemplazarlo”, advierte.
Hace casi dos meses, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyectó tres escenarios económicos de acuerdo al impacto que iba a tener la sequía, el normal, moderado o grave. En este último, la caída de las exportaciones era del 33%, el Producto Bruto Agrícola (PBA), 30% y la recaudación, 27%. “Hoy superamos el peor escenario”, advierte Costa.
La inquietud por la sequía no sólo alcanza a la agricultura, sino también a la ganadería. Entre mayo y diciembre los precios de la hacienda en pie estuvieron prácticamente planchados y el desfasaje respecto de la inflación general fue de más de 40 puntos porcentuales. Los valores se volvieron a recuperar en enero, pero a fin de febrero volvieron a frenarse. “La exportación se retiró del mercado y bajó el precio de la vaca vieja; tenemos incertidumbre por el impacto de la sequía”, dice Oscar Subarroca, consignatario de hacienda.
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