El director General de UkrAgroConsult, una firma especializada en el comercio agrícola en la zona del Mar Negro con sede en Kiev, dijo a LA NACION que los intentos de Rusia por detener las exportaciones ucranianas hasta ahora “fueron en vano”
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Desde el 24 de febrero de 2022 los agricultores de Ucrania no solo deben lidiar con el rumbo de los precios de los granos, con el clima o con el costo de los insumos. La guerra con Rusia puso a prueba la resiliencia de todo el sector, desde quienes trabajan la tierra a quienes deben sacar al mundo la producción de un país que lidera las exportaciones de aceite de girasol, que es el cuarto mayor proveedor de maíz y el sexto de trigo.
“En un contexto donde todo es riesgo, en Ucrania el campo sigue trabajando y funcionando con éxito. Y cuando me preguntan cómo puede ser esto posible, la respuesta que encuentro es que la agricultura ucraniana tiene un formato y un diseño únicos. Es una combinación de grandes productores con explotaciones medianas y pequeñas”, contó a LA NACION Sergey Feofilov, director General de UkrAgroConsult, una consultora especializada en el comercio agrícola de Ucrania y de la zona del Mar Negro con sede en Kiev, que está cumpliendo 30 años de actividad.
Para complementar sus dichos, Feofilov dijo que en Ucrania es usual ver un agricultor con 100/500 hectáreas cerca de una empresa con 10.000, 50.000 o con 120.000 hectáreas. “Como media, en la Unión Europea solo el 4% de las explotaciones agrícolas tienen una superficie superior a las 100 hectáreas y produce el 53% de la tierra cultivable. En Ucrania, el 44% de las explotaciones supera las 100 hectáreas y genera casi el 96% de la producción. Esta combinación, que también se puede ver en Rusia, sin duda aumenta la competitividad de los granos que producen y que exportan ambos países”, aseguró.
–¿Qué impacto tuvo la guerra con Rusia en la producción de maíz, trigo y girasol?
–Tras el estallido de la guerra la producción disminuyó por la pérdida de territorios. En 2022 la cosecha total de granos alcanzó el nivel más bajo en una década. Las cosechas de trigo y girasol, que en gran parte se cultivaban en el este y el sur del país, disminuyeron de forma especialmente significativa. Sin embargo, los rindes de los cereales siguieron aumentando. Esto se debe tanto al incremento de la proporción del maíz en el rendimiento bruto total como a la adaptación de las tecnologías. Ahora vemos que el girasol se está recuperando con bastante rapidez, ya que es un cultivo que proporciona beneficios más estables.
–¿Cómo se financia el sector agrícola en tiempos en los que los recursos son escasos?
–El sector agrícola de Ucrania depende muy poco del apoyo y de los préstamos estatales. La mayor parte del trabajo lo financian las explotaciones agrícolas con sus propios recursos. El principal cambio en la financiación desde el comienzo de la guerra fue que los comerciantes dejaron de celebrar contratos a término con los agricultores. Mientras que antes de la guerra existía principalmente un mercado de vendedores, con el estallido del conflicto y el bloqueo de las exportaciones marítimas se desarrolló un mercado de compradores. Entonces, en un contexto de exceso de existencias y con una enorme oferta, los contratos forward simplemente no eran necesarios. Ahora, con el restablecimiento de los flujos de carga, la situación se está normalizando. Ya estamos viendo una reanudación de los contratos forward, pero hasta ahora solo en su segmento de materias primas, es decir, suministro de insumos a cambio de cosechas futuras.
–¿Cuáles son las perspectivas para la nueva cosecha de trigo y para la siembra de maíz?
–En medio de un ajuste del área sembrada, se espera que la cosecha de trigo disminuya en 2024, con rindes que volverían a la tendencia en comparación con el récord de 2023. En general, el estado de los cultivos es bueno. Con una aplicación suficiente de fertilizantes y con buenas condiciones climáticas, la producción oscilará de 20 a 21 millones de toneladas, contra los 21,63 millones del año pasado. En cuanto al maíz, las expectativas están mejorando. Algunas encuestas muestran que una parte de los agricultores está dispuesta a sembrar incluso más que en 2023. Hasta el momento la siembra avanza a un ritmo que supera el promedio de 5 años. Atribuimos este hecho a dos razones principales: la tendencia al alza de los precios, que propicia márgenes atractivos para el agricultor, y la intención de aprovechar al máximo la humedad actual del suelo. El pronóstico de base para la cosecha hoy oscila de 27 a 29 millones de toneladas, frente a los 31 millones del ciclo anterior. Hay que advertir que la expansión de las oleaginosas no deja mayor espacio para el maíz. La estabilización de la superficie del cereal en el nivel del año pasado o su ampliación solo puede ocurrir si el área con girasol no crece o si disminuye. Este último escenario todavía no se descarta.
–¿Cómo evolucionan las exportaciones agrícolas?
–Si nos fijamos en la dinámica de las exportaciones de cereales por temporada, no veremos mermas importantes. Como antes de la guerra, Ucrania todavía exporta entre 45 y 50 millones de toneladas de granos por campaña (además de maíz, trigo y aceite de girasol, el país exporta soja, colza y cebada). En el ciclo 2021/2022 esto fue posible gracias a que antes de la guerra logramos exportar la mayor parte del trigo, la cebada y de la colza disponible. En las campañas 2022/2023 y 2023/2024, a pesar de las menores cosechas, las ventas se mantuvieron elevadas por la liquidación de las existencias récord de maíz. El mercado no verá el impacto total de la guerra y de la reducción de la cosecha en Ucrania hasta la temporada comercial 2024/2025. El stock de granos al final de la temporada actual caerá al mínimo y la cosecha, aunque se espera que sea buena, seguirá estando por debajo del nivel vigente antes de la guerra, lo que en conjunto reducirá el potencial de exportación de granos entre 7 y 9 millones de toneladas desde los volúmenes usuales.
–¿La intensificación de los ataques rusos sobre los puertos tiene por objetivo afectar el ingreso de divisas en Ucrania?
–De hecho, esto puede ser un intento de perjudicar las exportaciones agrícolas, pero como lo demuestran los 7 millones de toneladas despachados en abril, estos intentos hasta ahora fueron en vano. Pero hay que entender que, si los ataques continúan, podrían obstaculizar las exportaciones en un futuro próximo. Por ejemplo, si sigue siendo objetivo el sector energético, los apagones en otoño e invierno causarán problemas para la carga de granos en los puertos, ya que conectar generadores diésel es una opción menos eficiente y costosa.
–¿Qué consecuencias tuvo la caída del acuerdo de cereales en julio último y el nuevo corredor seguro sobre el Mar Negro diseñado por el gobierno de Ucrania?
–El nuevo corredor marítimo ucraniano tuvo un impacto positivo en la dinámica de las exportaciones. En siete meses Ucrania logró despachar 28,70 millones de toneladas de productos agrícolas, con un promedio mensual de 4,10 millones, en comparación con los 2,90 millones que se promediaron durante la vigencia del corredor propuesto por la ONU. Ahora las inspecciones prolongadas por parte de Rusia y el bloqueo de las exportaciones desde el puerto de Pivdennyi que se padecían con ese acuerdo terminaron. Cabe señalar que de los puertos marítimos de Ucrania no solo salen productos agrícolas, lo que también tiene un impacto positivo en la economía del país, mientras se defiende en la guerra contra Rusia.
–¿En qué condiciones está hoy la infraestructura para las exportaciones de Ucrania?
–La infraestructura de elevadores se vio bastante afectada en 2022, pero la disminución de la cosecha compensó ese hecho. En cuanto a los puertos, los de la región de Mykolaiv siguen bloqueadas por la proximidad con la zona de mayores hostilidades. Antes de la invasión por esas terminales pasaba hasta un tercio de las exportaciones agrícolas. Sin embargo, los puertos del Gran Odesa, que son de aguas profundas, funcionan a plena capacidad. Las terminales más pequeñas sobre el río Danubio –Reni e Izmail– también manejan su parte de grano para la exportación y hasta ahora compensaron la falta de operatividad en Mykolaiv.
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