La sequía deja al descubierto otra dimensión: la del impacto económico sobre las comunidades locales. A los cálculos sobre las pérdidas en términos de ingresos de divisas, exportación y PBI nacional hay otras cifras que son más difíciles de estimar, pero que tienen un efecto tan negativo como las globales.
Esto, en un contexto en el que el gobierno nacional comenzó a reaccionar con la convocatoria del ministro de Economía, Sergio Massa, a la Mesa de Enlace, para evaluar medidas para aliviar el impacto de la escasez de lluvias en gran parte del país. Al cierre de esta edición se estaban definiendo.
La dimensión local fue hecha visible por la Sociedad Rural de Pergamino (SRP) con una estimación, a mediados de enero, de la pérdida de ingresos que habrá en el partido, según el estado de los cultivos y las pasturas.
La entidad calculó que dejarán de ingresar a la región por pérdidas en trigo, maíz, soja y sorgo, además de la ganadería, unos 192,1 millones de dólares. Respecto de lo esperado, el número representa una caída de 46,8% de los ingresos. El monto equivale “a 3,58 presupuestos de la Municipalidad de Pergamino”, estimó la SRP.
El presidente de la SRP, Jorge Josifovich, en diálogo con LA NACION, explicó que “todos los actores de la economía” se perjudican por el golpe climático. “Con la cosecha de trigo se vendió menos combustible, hubo menos viajes en camiones para la cosecha, menos ventas de repuestos y menos comida para los transportistas”, dijo, en referencia al efecto en cadena de la baja de la producción.
El documento fue elaborado para explicar a la comunidad local el efecto que tiene la sequía sobre el movimiento económico. “Solo a nivel productor calculamos una merma de ingresos por US$150 millones a partir de marzo”, dijo el dirigente rural.
Este tipo de cálculos no suelen ser tomados en cuenta cuando los concejos deliberantes locales votan aumentos exorbitantes en las tasas viales o cuando los gobiernos provinciales y nacionales hacen poco y nada para bajar la presión tributaria. Justamente, el índice que elabora la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA), de Río Cuarto, y que mide la participación del Estado en la renta agrícola, creció más de cinco puntos porcentuales respecto de la última medición y se situó en 67,2% . “¿Qué significa? Que por cada $100 de renta que genera una hectárea, $67,20 se va en impuestos”, dijo Nicolle Pisani Claro, economista de FADA, al dar a conocer esta semana el nuevo cálculo. En otras palabras, pese a la sequía, la presión tributaria aumenta.
No es casual que este tipo de datos los vean en Río Cuarto, uno de los polos de desarrollo nacional con el maíz, la producción de etanol, el biogás y la ganadería. Como tampoco es casual que sean en Pergamino donde observen las asimetrías. Justamente en la localidad del norte bonaerense está radicada Rizobacter, una compañía líder en microbiología agrícola que hoy forma parte de Bioceres. Y esta semana, Bioceres fue noticia en Nueva York porque controla Moolec Science, la ag-foodtech de Estados Unidos, cuyo CEO, el argentino Gastón Paladini, tocó la célebre campana de la Bolsa de New York, en Wall Street, por el comienzo de la cotización de las acciones de la firma. “Con el apoyo de Bioceres hicieron Rosario-Time Square en tres años haciendo ciencia con impacto global y diciendo a todo el ecosistema biotech que ¡se puede!”, escribió Francisco Buchara, cofundador y CEO del SF500, el fondo público y privado que busca “transformar ciencia en conocimiento exportable”.
Y menos casual todavía es que en el Foro Económico de Davos, en Suiza, se haya distinguido esta semana a una Agtech surgida de la inquietud de tres jóvenes cordobeses, Kilimo, que recibió una distinción de $190.000 por sus aportes al ahorro de agua con la aplicación y los sistemas que desarrollaron y que los llevaron a gran parte de los países de la región.
Si pese a las difíciles condiciones del entorno argentino el desarrollo local permite llegar a Wall Street o ser distinguido en una cumbre de empresarios en Suiza bien cabría preguntarse qué otras cosas se podrían hacer si el Estado, en su mayoría, no jugara en contra de las iniciativas individuales y la creatividad de las personas.
Las dificultades que presenta el clima se pueden mitigar o enfrentar mejor si la estructura política y social fuera más amigable. Material para llegar a la cumbre hay de sobra.
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