Desde la siembra a la cosecha, se imponen tecnologías que permiten aumentar la productividad con eficiencia y con un menor uso de recursos
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“Cada vez que emergía un cultivo de maíz, iba con una cinta para medir la distancia entre plantas en varios surcos y evaluar la uniformidad de la sementera. Luego debía repetir esa medición en varias partes del lote, y después, hacer lo propio con los demás potreros de un campo. Ahora, todas esas mediciones se pueden hacer rápidamente con un dron, que genera mejores datos que los obtenidos manualmente”, diferencia un asesor que atiende varios campos en la zona núcleo. Otro caso: un productor puede variar la densidad de siembra, el hibrido de maíz y la dosis de fertilizante por aplicar en un lote en tiempo real, gracias a un dispositivo colocado en la sembradora que va leyendo el contenido de materia orgánica del suelo.
Estos casos reflejan los vertiginosos cambios que está sufriendo la agricultura tradicional de los últimos años, para pasar a un proceso de precisión, apoyado con herramientas, plataformas y empresas que permiten hacer “sintonía fina” en la búsqueda de mayor eficiencia y rentabilidad con la producción de granos.
La agricultura de precisión fue el tema abordado por el programa Sembrar Saber en una reunión que convocó a los distintos actores que están desde el detrás de esta imparable revolución digital de la agricultura, que ya está siendo adaptada por los productores y contratistas de punta.
El proceso incluye numerosas disciplinas, que comienzan con la ambientación de los lotes utilizando imágenes satelitales para determinar el potencial productivo de cada subsector del potrero, tras lo cual sobrevienen la siembra y fertilización variables mediante prescripciones basadas en datos. Luego sigue con el empleo de herramientas que permiten a una siembra de alta calidad y el control de la evolución del cultivo en sus distintas etapas fenológicas, para finalizar con la gestión de datos durante la cosecha, lo que permite contar con nueva información para reiniciar el ciclo de la agricultura de precisión en la campaña siguiente y completar el círculo virtuoso de aumento permanente de la productividad.
Ambientación, siembra y fertilización
Juan Pablo Monzón, de la facultad de Ciencias Agrarias y del Conicet, realizó la introducción al contenido de la reunión comparando la “brecha” que existe entre los rendimientos potenciales –de acuerdo a las condiciones ambientales de cada lote- y los reales obtenidos por los agricultores. Con datos de diferentes instituciones mostró que la diferencia promedio nacional entre ambos es del orden del 26% en trigo y maíz, y del 15% en soja. Las causas de estos comportamientos se deben a deficiencias de manejo, ataques de malezas y plagas e insuficiente fertilización, entre otros factores. Para eliminar esa brecha desde el punto de vista nutricional en maíz, Monzón calculó que se deberían agregar al suelo, como promedio nacional, no menos de 62Kg/ha de nitrógeno, 16 de fósforo y 12 de azufre. En trigo los valores correspondientes serían 36, 6 y 7, y en soja, 0, 14 y 9.
Para atenuar la brecha entre los rendimientos potenciales y reales, Juan Ignacio Rattalino, de Syngenta, dijo que “se pueden aprovechar las experiencias de los mejores productores; diseñar experimentos con parcelas de alta producción; realizar ensayos con sensores remotos y utilizar modelos de simulación”, que son ecuaciones matemáticas que describen la respuesta probable de un cultivo a condiciones determinadas del suelo, clima y manejo.
El paso siguiente ya ingresa en la agricultura de precisión con una primera etapa que generalmente es la ambientación. Agustín Pagani, de Clarión, dijo que “mediante esta herramienta se pueden caracterizar los sectores del lote que expresan una condición homogénea y permiten determinados manejos”. Una vez detectados los distintos sectores, se puede trabajar con densidades variables de semilla y fertilizantes.
Para realizar la ambientación del lote, se debe recurrir a los mapas de rendimiento de años anteriores, si existieran. Si no se cuenta con ellos, se puede echar mano a imágenes como las de DNVI (Índice de Diferencia Normalizada), que mide el verdor y la densidad de vegetación captada por una imagen de satélite, y que correlacionan con distintos grados de productividad. Complementariamente, se debe evaluar la topografía, la textura del suelo, la materia orgánica y el nivel de la napa y la humedad superficial. A partir de toda esa información, se determina qué zonas tienen mayor y menor potencial productivo y se ajusta la densidad de siembra y la dosis de fertilizante por aplicar.
Las imágenes satelitales son provistas por numerosas empresas en la actualidad. Es algo que se desarrolló vertiginosamente en los últimos años gracias a que se utilizan en otras actividades aparte de la agrícola, como para detectar la aparición de incendios o para medir las crecidas de los ríos. En ese sentido, Luciano Giesso contó que Satellogic, una empresa de analítica geoespacial, tiene 26 satélites que producen imágenes de usos múltiples de toda la Tierra. Cada satélite tiene dos cámaras y orbita a 475km del planeta.
Determinados los distintos subsectores del lote, es preciso implementar la siembra de manera correcta. Nicolás Pizzichini, de Precision Planting, destacó que este sistema “permite una colocación uniforme de la semilla en profundidad, aún en los sectores compactados por el paso de la cosechadora, de monotolvas y camiones, en los que generalmente la emergencia es despareja. La uniformidad se consigue mediante un sistema de carga activa, que “lee” la resistencia que ofrece el suelo en cada momento, algo que no permiten los sistemas de control con resortes.
Precision planting también ofrece barrerastrojos montados en el bastidor de la sembradora, en vez del anclaje al cuerpo de siembra, que permiten un nivel de limpieza de residuos superior en el surco. Otra prestación útil es el lector de materia orgánica del suelo, que permite variar la densidad de siembra, el híbrido y la prescripción de fertilizante en tiempo real.
La distribución uniforme de las semillas en el surco es requisito indispensable para alcanzar la población de plantas deseada en cada cultivo, sobre todo en maíz. Agustín Bianchini, de Okandú, llevó adelante el trabajo experimental durante tres campañas para cuantificar la incidencia de la uniformidad de implantación y su impacto en el rendimiento final de maíz. Con precisas observaciones midió una reducción del rendimiento del orden del 10% por efecto de la desuniformidad temporal (es decir, por semillas que germinan tardíamente y dan lugar a plantas dominadas); del 12 al 15% por efecto de la desuniformidad espacial (diferente distancia entre plantas en el surco) y de alrededor del 20% cuando se combinaron ambas anormalidades.
Para evaluar el grado de uniformidad de la emergencia de un cultivo de maíz, Nidera Semillas ofrece el servicio de monitoreo con drones. “Con desvíos mayores a 5cm respecto del espaciamiento correspondiente a cada densidad, se empieza a perder rendimiento”, sostuvo Ricardo Ollúa, del semilllero. Además, calculó que, como promedio, se pierden 104Kg/ha por centímetro de desvío en el espaciamiento, por encima de los 5cm de tolerancia.
La agricultura de precisión también tiene un capítulo referido a las semillas. Luis Mayer, de Nidera, explicó que “un productor puede determinar la densidad de siembra óptima para cada híbrido en un ambiente determinado cargando los datos en la plataforma Nidera recomienda. Este asistente digital también permite determinar la dosis de fertilizante por aplicar de acuerdo al precio del grano y de la semilla.
Cosecha y mapas de rendimiento
Si se tomaron todos los recaudos para obtener un buen cultivo combinando la agronomía de base con las herramientas para agricultura de precisión, se podría llegar a la cosecha con los rindes esperados de acuerdo al ambiente en el que se desarrolló el cultivo. En la etapa de trilla se pueden conformar mapas de rendimiento que generan muchos datos, además del rinde diferencial por cada subsector con distinta productividad en el lote.
“Los mapas de rendimiento se confeccionan con un equipamiento incluido en la cosechadora que comprende antena, monitor, módulo MTG y sensor de humedad”, explicó Agustín Molina, de John Deere.
La antena permite georreferenciar el rendimiento en un punto determinado del lote. El monitor -una pantalla ubicada la cabina de la cosechadora- posibilita ver la información mapeada. El módulo MTG sirve para enviar la información al Centro de Operaciones de John Deere mediante señal de celular. El sensor de humedad impone un parámetro para la trilla y permite calcular el rendimiento seco.
El Centro de Operaciones consta de una plataforma para que cada usuario puede gestionar su información gratuitamente creando una cuenta. Con los datos recopilados se puede configurar la productividad de los subsectores del lote de manera digital, conocer información de las labores de cosecha de manera remota con una PC o un smartphone (velocidad de avance de la trilladora, consumo de combustible, etc.), planificar las labores de la próxima campaña y supervisar el trabajo de campo buscando la mayor eficiencia en el sistema productivo. También permite comunicarse con otras plataformas digitales.
Experiencias prácticas
En la parte final de la reunión, distintos usuarios y proveedores de tecnologías para Agricultura de Precisión comunicaron sus vivencias. En un intercambio muy rico, coincidieron en que este sistema permite aumentar los rindes y resulta muy rentable en campos con heterogeneidad, al colocar semillas y fertilizantes con las mejores dosis y en condiciones óptimas. También se destacaron las ventajas ambientales: al usar el fertilizante en la forma más eficiente, de acuerdo a las necesidades de cada subsector, se cumple con los postulados de sistemas sustentables que exige la sociedad.
Según los panelistas, la agricultura de precisión “es un conjunto de tecnologías que llegó para quedarse” y que desarrolla herramientas cada vez más amigables para el uso del contratista y del productor. “Se está llevando a cabo una co-construcción de herramientas digitales combinando las necesidades de productores con las tecnologías disponibles en plataformas que reúnen los datos y que pueden ser utilizadas por aquéllos para realizar un trabajo más eficiente y rentable”, coincidieron los participantes.
Al tratarse de una tecnología de procesos –que requiere capacitación de los recursos humanos y cierto tiempo para la adopción- por ahora la agricultura de precisión no es masiva. “Cuesta un poco el primer año pero luego se maneja fluidamente, como ocurre, salvando las distancias, con la adaptación a un nuevo modelo de teléfono o de auto”, se explicó.
Hacia delante se propuso la creación de un ecosistema con las empresas oferentes de agricultura de precisión, para facilitar sinergias y complementos, y para impulsar la utilización por parte de los productores que “no se animan”.
El desafío es seguir haciendo bien la agricultura que los productores desarrollan desde hace muchos años, pero agregando valor con las nuevas tecnologías digitales, acompañados por las empresas proveedoras. “El campo está evolucionando y no podrá eludir este proceso de Big Data rural, que no va a ir para atrás. Cuanto antes se comprenda esto, mejor va a ser para todos”, fue el mensaje final del encuentro.
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