Una de las derivaciones de la pandemia por el nuevo coronaviruses el impacto sobre la sanidad animal y los sistemas de regulación de la producción y el comercio. Las políticas de "doble estándar", menos flexibilidad para el mercado interno y más exigencia para la exportación, pierden argumentos en un contexto donde la globalización afronta su mayor crisis desde que hace casi 30 años irrumpió con fuerza.
Aunque todavía no está del todo claro el origen del SARS-Cov-2, si fue en los mercados abiertos de carne natural de China o una mutación de un virus anterior, una de las tendencias que surgirá del mundo post-pandemia será el aumento de los sistemas de control y trazabilidad. Lo que en un principio podría parecer una desventaja, se puede transformar en un punto a favor utilizando toda la tecnología disponible. Lectores QR, teléfonos inteligentes, apps específicas, sensores y una batería de herramientas que ofrecen las nuevas tecnologías permiten reducir procesos que antes eran burocráticos y costosos. A esta nueva complejidad no hay mejor forma que enfrentarla con inteligencia y conocimiento.
En el sector de la sanidad animal se venía advirtiendo sobre el impacto creciente de la propagación de los virus en los últimos años. Un comunicado de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria (Anav) lo destacó esta semana. "La emergencia y reemergencia de enfermedades infecciosas del hombre y los animales ocurridas durante los últimos 20 años (Fiebre Aftosa, Influenza, SARS, ébola, MERS, dengue, Peste Porcina Africana y otras) no despertaron suficiente atención sobre los tremendos riesgos a los que las poblaciones estaban expuestas", expresó. "Hoy la realidad golpea con dureza a los sistemas sanitarios de los diferentes países y a los organismos internacionales y regionales encargados de su prevención y control", señaló.
Uno de los casos más críticos es el de la epizootia de la Peste Porcina Africana (PPA), presente en cuatro de los cinco continentes, según recordó la Anav. América está exceptuado. "Este ejemplo muestra claramente la necesidad de que los servicios sanitarios estén en alerta continua frente a los desafíos que presentan las enfermedades emergentes o reemergentes. Sus consecuencias fueron enormes pérdidas económicas y la disminución de la provisión mundial de proteínas de origen animal, en particular en los países europeos y asiáticos afectados", destacó la Anav.
"Hay que tender siempre a las Buenas Prácticas Agrícolas (agro-veterinarias), eso podría mejorar enormemente nuestra situación", enfatiza el vicepresidente de la Anav, Jorge Errecalde.
En el contexto de la pandemia por el nuevo coronavirus, señalan los especialistas, no parece ser la mejor receta suspender o limitar los planes sanitarios para la ganadería. En la región comienza a haber señales de alarma. Paraguay suspendió temporalmente la vacunación contra fiebre aftosa y brucelosis prevista para este mes y mayo próximo. A su vez, los estados del sur de Brasil siguen con su plan de declarar a la región como zona "libre de aftosa sin vacunación".
Sobre la fiebre aftosa, la Anav destacó que "la enfermedad ha sido muy bien controlada en casi todo el continente americano, mediante la aplicación de planes de vacunación sistemáticos", Sin embargo, en los últimos años algunos países dejan de llevar adelante planes de vacunación sistemáticos, igual que con la brucelosis. "Estas decisiones tienen enorme peso en el impacto de riesgo sanitario para toda la región", señala. La Argentina no tiene aquí buenos ejemplos para imitar.
Esta pandemia también obligó a elaborar protocolos de cuidado para sostener la producción, el transporte y el comercio de productos agropecuarios y de alimentos. No obstante, para prepararse, el Ministerio de Agricultura, Copal, CAME y Ciara-Cec elaboraron un documento con recomendaciones sobre qué hacer en caso de que se detecte un caso de Covid-19 en el personal involucrado en la producción de alimentos y bebidas. Hay recomendaciones precisas que ayudan a evitar las situaciones de pánico.
En Estados Unidos, hoy epicentro de la pandemia, hay no menos de diez frigoríficos vacunos y porcinos que cerraron sus instalaciones por detectarse casos del nuevo coronavirus. Aquí todavía hay tiempo de actuar con calma. A las graves consecuencias económicas que trae el aislamiento -necesario para frenar el avance del virus- no conviene sumarle irracionalidad desde el punto de vista sanitario.
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