El economista Ezequiel de Freijo destacó cómo las retenciones impactaron negativamente sobre la producción del país
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A lo largo de los últimos 22 años, los precios internacionales de los productos agrícolas superaron el promedio en 17 ocasiones, pero la Argentina no supo capitalizar estas circunstancias favorables. En lugar de ello, el país reinstaló las retenciones, que castigaron a los productores. Mientras tanto, otros países como Brasil, Ucrania y Rusia sacaron provecho de estas oportunidades, aumentando su competitividad y presencia en el mercado global.
Esta fue la conclusión a la que llegó Ezequiel de Freijo, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina (SRA), en la 9a. edición de Negocios del Campo, organizado por LA NACION. Aprovechando el contexto global de los Juegos Olímpicos recientemente realizados en París, el especialista trazó un paralelismo con las “Olimpíadas del Campo” en la era de los alimentos.
“Hemos denominado ‘Era de los Alimentos’ a los últimos 22 años porque en 17 de ellos los precios internacionales estuvieron por encima de su valor promedio”, afirmó De Freijo. Este fenómeno se debió a factores como la entrada de China en la OMC, los mandatos para biocombustibles y la baja en las tasas de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, además de problemas geopolíticos como la invasión de Rusia a Ucrania.
Según de Freijo, el comercio global de bienes creció un 283% en 20 años, y el comercio de alimentos un 328%, superando el promedio. Aunque la Argentina creció un 351%, otros países como Paraguay, Uruguay, Turquía, India, Brasil, Perú, Vietnam y Ecuador crecieron el doble, y Rusia, Ucrania e Indonesia crecieron tres veces más.
Para hacer el paralelismo, De Freijo aplicó la metodología de clasificación de las Olimpiadas a 24 productos que representan el 40% del comercio global de alimentos. Comparando los datos de Sydney 2000 con los de París 2024, clasificó a 10 países y bloques top en la actividad (Unión Europea, EE.UU., China, Canadá, India, Indonesia, Tailandia, la Argentina, Brasil y Australia) y 10 países emergentes (Turquía, Rusia, Ucrania, Malasia, Vietnam, México, Ecuador, Perú, Paraguay y Uruguay).
En maíz, la Argentina pasó de ser tercera en Sidney a mantenerse en la misma posición en París, pero Brasil creció 15 veces y Ucrania 50 veces: la Argentina solo creció 3,7 veces. En soja, la Argentina sigue siendo tercera, pero su participación ha disminuido al 14%, con otros países ganando terreno significativamente. En trigo, el país no estuvo en el podio en ninguna de las dos olimpiadas, y su crecimiento fue más lento que el promedio, con países como India, Turquía y Brasil destacándose.
Estos datos muestran que, a pesar de haber crecido, la Argentina no ha logrado mantener el ritmo de otros países en términos de competitividad y presencia en el mercado global de alimentos. La necesidad de políticas que favorezcan la innovación y la eficiencia se hace cada vez más evidente para no quedar rezagada en la carrera internacional, explicó.
De Freijo sostuvo: “El mundo logró aprovechar la era de los alimentos para crecer”. Sin embargo, agregó, esto no es lo que paso en la Argentina que “transformó la era de los alimentos en la era de los derechos de exportación”.
Durante este período, indicó, los productores transfirieron US$190.000 millones al Estado a través de derechos de exportación, convirtiendo a la Argentina en el país que “más discriminó a sus productores”. Según detalló, el apoyo estimado entre 2000 y 2022 en porcentaje de los ingresos para el productor fue negativo en -26%, mientras que en otros países, con excepción de India, estos valores fueron positivos: Unión Europea, con 22%; Turquía, 21%; México, con 14%; Indonesia, 14%; Canadá, 13%; Brasil, 5%, entre otros.
Esto, subrayó, provocó una expansión del gasto público y afectó negativamente la inversión y la tecnología, resultando en una menor productividad comparada con otros países competidores. La inversión extranjera directa en la Argentina cayó durante este período debido a los derechos de exportación.
En resumen, mientras la Argentina era bronce en Sidney, hoy no está en el podio. “La era de los alimentos permitió a países como Turquía, Rusia, Ucrania, Malasia, Vietnam, México, Ecuador, Perú, Paraguay y Uruguay mejorar su productividad y ganar participación en los mercados globales”, explicó De Freijo. Brasil fue el gran ganador al crecer en exportaciones.
Oportunidades
Marcelo Elizondo, de la International Chamber of Commerce, destacó las oportunidades que genera el mundo para el país. “La Argentina está entre los 15 principales exportadores de agroproductos en todo el planeta, en el número 14, compitiendo con grandes actores de la economía global y haciéndolo de manera efectiva y exitosa”, dijo.
Sin embargo, en los últimos 10 años la Argentina ha frenado su crecimiento. Políticas obstructivas de desvinculación internacional, demasiado intervencionistas, y un marco regulativo y macroeconómico desacertado han hecho que el sector productivo argentino haya perdido mucha de la fuerza competitiva que tenía, según explicó. “En América Latina, en los últimos 10 años, la generación de valor agregado por toda la producción agropecuaria creció más del 22%. En el mundo, creció más del 30%, y en la Argentina decreció un 5%”, explicó Elizondo.
A pesar de estos desafíos, Elizondo resaltó las oportunidades que se presentan en el contexto global. La FAO prevé que los precios internacionales agrícolas se mantendrán estables en comparación con los altos precios. Aunque la sequía del último año ha impactado la capacidad productiva, la realidad es que, excluyendo eso, el crecimiento en la generación de valor agregado en la Argentina fue solo del 5%”, detalló Elizondo.
El especialista identificó dos grandes focos de oportunidad para la producción argentina: los mercados asiáticos y los países de la OCDE. Los mercados asiáticos, que incluyen a China, India, Vietnam, Indonesia y Malasia, ofrecen “un alto volumen, capacidad de crecimiento y una creciente demanda, con menores exigencias cualitativas”. En contraste, los países de la OCDE, en particular la Unión Europea, presentan “posibilidades, pero también están imponiendo estándares y exigencias cualitativas más estrictas”. Por lo tanto, será necesario adoptar estrategias diferenciadas para abordar estos mercados de manera efectiva.
Finalmente, Elizondo destacó que el sector productivo global está atravesando una revolución tecnológica. “Ya no se trata solo de beneficiarnos de la tierra, el clima o la localización geográfica; ahora es crucial acompañar estos factores con avances tecnológicos”, señaló. En este sentido, la inversión en intangibles, como tecnologías y sistemas de gestión, está superando a la inversión en tangibles tradicionales, como maquinaria.
En este contexto, Elizondo mencionó tres grandes revoluciones que están ocurriendo simultáneamente: la revolución de la información, la revolución de las biociencias y la revolución de las organizaciones.
La geopolítica también está condicionando los mercados. “La creciente incidencia emergente de la geopolítica está afectando a los mercados y ha pasado a ser un componente importante de la microeconomía de las grandes empresas”, dijo Elizondo. La confección de una agenda geopolítica para elegir amigos será muy importante para identificar oportunidades, precisó.
Finalmente, Elizondo concluyó destacando que hay cuatro condiciones para el despegue que son sumamente importantes para ser desarrolladas por todos los actores: privado, público, academia, producción, trabajo y ciencia. Las condiciones son la estabilización económica sostenible, la inserción internacional, la inversión integrada y la desregulación.
“La Argentina debe avanzar en la generación de acuerdos internacionales. Actualmente, hay 370 acuerdos de integración comercial entre países, frente a 304 en 2019. Es importante para la Argentina facilitar el acceso a mercados, reducir aranceles y generar coaliciones regulativas para reducir costos y aprovechar las oportunidades disponibles”, remarcó.
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