Sin una baja de retenciones, en campo alquilado y fuera de las zonas centrales los números de la oleaginosa son de quebranto
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En esta misma columna venimos anticipando lo que puede llegar a ocurrir con los márgenes del negocio de la soja tanto a escala de productores como a escala de exportadores y de la industria aceitera.
Sucede que el “no atraso del tipo de cambio” o, mejor dicho, la fortaleza del peso y la debilidad del dólar resultante del modelo económico vigente que con bastante éxito ha bajado los índices de inflación, en alguna medida tiene el efecto del abrazo del oso. No se pueden discutir los efectos negativos para los márgenes de los productores y los márgenes de procesamiento de la industria aceitera de soja que este cepo cambiario (peso fuerte-dólar débil) está provocando en el resultado económico de los principales actores del negocio. Los principales referentes económicos e incluso funcionarios del actual Gobierno reconocen que la competitividad perdida solo se podrá recuperar con la eliminación de impuestos, comenzando con los débitos y créditos bancarios, hasta llegar a las retenciones, entre otros. Esta es la materia pendiente del Gobierno.
La idea de reducir márgenes para ser competitivos no aplica para los productores de soja ni para los industriales aceiteros, pues ya están enfrentando márgenes brutos del cultivo de soja negativos y márgenes de la industria procesadora de soja también negativos. Para que la industria aceitera logre consolidar márgenes de molienda neutros, sin ganancia ni pérdida, el precio de la soja a cosecha debería ser de US$/t 262, una baja de US$/t 13 respecto de los precios del mercado actual.
Productividad
Para un productor de soja es imposible ganar competitividad a través de la mejora en su productividad, si tiene que enfrentar retenciones del 33% en el precio de venta de su cosecha. No existe mejora de productividad posible que pueda compensar la pérdida de ingresos de US$/t 132, que equivale a resignar un ingreso de US$/t /ha 400 en el caso que la soja rinda 3000 kg/ha y una pérdida del ingreso de US$/t 528 en el caso que el rendimiento fuera de US$/t 4000. En este caso estamos en una situación de “perder-ganar”, mientras el Gobierno sigue recaudando y ganando dólares por las retenciones, los productores se acercan a la “quiebra selectiva”, que afecta más al cultivo de soja por el exorbitante nivel de sus retenciones.
La fórmula de devaluar para ganar competitividad ya demostró su inutilidad, por varios motivos, el principal podría tener impacto en generar más inflación y nos retrotrae a los peores momentos de la Argentina. Es el momento entonces que todos los actores del negocio estén a la altura de las circunstancias, incluido el propio Gobierno.
Como vemos, el productor está: “jaque mate” pues la única forma que tiene de mejorar sus ingresos y salir de la línea del margen bruto negativo depende de dos factores que el mismo no puede manejar. Un factor es el precio: se necesitaría un aumento de la soja en Chicago de al menos US$/t 100 para que su margen mejore, e incluso en muchas zonas de producción (con mayor costo del flete y rindes de soja más bajos) este aumento del precio no es suficiente para que mejore el margen.
El otro factor, y este es mucho más efectivo y fácil de implementar, es que el Gobierno decida bajar las retenciones a la soja, de lo contrario deberá enfrentar la quiebra masiva de muchos productores, salvo quienes trabajan en campo propio y en zonas de altos niveles de productividad.
El autor es presidente de Pablo Adreani y Asoc.