Marcelo Gianoli, productor ganadero de Ayacucho, le puso irónicamente ese nombre a un animal que llegó al final de su ciclo productivo y que antes del cepo del Gobierno tenía buena demanda para que su carne, que no es de consumo local masivo, se venda al exterior
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“Allí quedará Camporita con su ilusión mal truncada pues a causa de perversos la exportación fue cortada. Ella que iba alimentar, convertida en viandada, gente de los pagos rusos ahora se queda en casa, donde su carne por ser vieja resulta pues despreciada”.
Con esa “casi payada”, como definió él en su cuenta de Facebook, el productor ganadero Marcelo Gianoli, de la zona de Ayacucho, quiso ilustrar el triste final de su única vaca conserva, a la que apodó “Camporita” en referencia al nombre de la agrupación kirchnerista. La vaca conserva o manufactura es una categoría de animal casi de descarte para industria que resulta, por el cepo del 50% a la exportación, la más afectada por las restricciones del Gobierno. Tenía antes una fuerte demanda de China, además de Rusia en menor medida para industria.
En rigor, antes del cierre de las exportaciones el kilo de la vaca de descarte se pagaba más de $100, pero ahora al no ser una categoría que se consume en el mercado interno, nadie la compra y su precio se desplomó.
“Que ningún Gobierno me venga a hablar de eficiencia. Soy un pequeño productor de tierra alquilada. Estos planes que proponen no son ganaderos, son ganaceros porque lo que intentan es llevar al quebranto a los productores, sobre todo a los chicos”, dijo a LA NACION.
Gianoli alquila un campo de 65 hectáreas en el partido bonaerense de Ayacucho. Allí tiene 240 animales donde hace ciclo completo de manera intensiva. “Toda mi producción va para el mercado interno, salvo la vaca de descarte, como es Camporita, la única vaca vieja que tengo en el campo. De lo débil que estaba a esa vaca la levanté siete veces del suelo. Con una herramienta que fabriqué yo en el campo la ayudé a pararse”, remarcó.
“La única expectativa mía era poder darle algo de comida para que se ponga un poco más fuerte y así poder cargarla para faena con destino a Rusia, el único mercado que puede llegar a consumir esa vaca. Me dio el último ternero y cumplió su ciclo productivo. Pero ahora me niego que la vaca se me muera en el campo”, añadió.
En este sentido, se preguntó por qué el Gobierno se empeña en que “Camporita se muera dentro del país, en lugar de ser alimento para otros países que sí consumen esta categoría como termoprocesada”.
Con 56 años recordó sus comienzos en la actividad en 2003, cuando decidió empezar con un proyecto ganadero tratando de aumentar la eficiencia y mejorar la receptividad del campo. Con esfuerzo, trabajo y dedicación logró altos índices de preñez y una alta carga animal por hectárea: “Esto se consigue con trabajo los 365 días estando detrás del traste de la vaca”.
Asimismo, habló de la protesta junto a otros autoconvocados en 2008 cuando fue el conflicto por la resolución 125 de retenciones móviles. “Yo estuve en las rutas. Este Gobierno no aprendió nada y volvieron para ser peores”, puntualizó.
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