En Corrientes, el productor agropecuario Martín Rapetti vive un drama por la sequía
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“Lo que sufrimos es una liquidación de hacienda forzada porque para que no se nos mueran nuestros animales en los campos nos vimos obligados a enviarlos a faena a algunos que eran para cría, no para frigorífico”.
Las palabras pertenecen al productor agropecuario Martín Rapetti, quien en las últimas tres semanas tuvo que sacar los animales de su campo de cría ubicado en la localidad correntina de Curuzú Cuatiá. Todos los años vende aproximadamente 500 cabezas; sin embargo, por los efectos de la sequía en el último año se tuvo que desprender de 1375. Además se le murieron alrededor de 50 cabezas.
“Lamentablemente, voy a tener que seguir cargando camiones porque no me dan los números para seguir dándoles de comer y no hay pastaje”, explica. En rigor, cuenta que desde noviembre gastó en comida aproximadamente $22 millones, siendo que en un año habitual no invierte más de tres millones de pesos.
“El año pasado pudimos conseguir rollos y recibimos mucha ayuda de otras provincias, pero este año ya está toda la Argentina muy complicada”, precisa.
El panorama es tan complejo que, asegura, si tiene una preñez superior al 15% lo vería como un resultado positivo. “Estoy evaluando cómo resguardar la genética, tengo que guardar la vaquillona de reposición y algo de vacas, pero hoy no tengo pasto”, lamenta.
Por otro lado, relata que va a terminar de sacar las pocas vacas que le quedaban en otro campo que tiene a 40 km. “Van a poder seguir en el establecimiento solo algunos caballos y ovejas. Por la falta de agua, ahí ya se me murieron 15 de los 80 búfalos que había”, indica.
En tanto, en el campo de Curuzú Cuatiá solo le quedan 700 cabezas siendo que solía tener 1500. “El combo de este año es más complicado porque en el 2022 teníamos mejores precios de la hacienda y la mitad de inflación, mientras que actualmente la hacienda vale la mitad y la inflación es del 100%”.
Por la falta de lluvias y las altas temperaturas, además, la mayoría de las aguadas naturales y las artificiales desaparecieron. “La suma de los milímetros que no cayeron en los últimos tres años equivale a un año menos de lluvia. Acá la media anual es de 1200 milímetros”, señala.
“Las napas se retiraron y, como la mayoría, tenemos electrobombas que tienen mayor capacidad de extracción de agua que un molino; no hay reposición y se seca más rápido el pozo”, indica.
Rapetti es cuarta generación de productores, heredó el campo en 1985 y, desde ese año, le incorporó el rodeo de Shorthorn. “Siempre estamos trabajando en la genética, comprando toros y vacas, haciendo embriones y trasplantes. Por eso, lo que más pena me da es perder esos años”, agrega.
Otro problema que tienen es que como es el tercer año que la hacienda come poco, hay un desgaste mayoritario de dentición. “Estamos perdiendo por lo menos dos de vida útil, o sea se les corta la longevidad que tiene la vaca por desgaste dentario”, comenta y agrega: “Es un combo muy complicado”.
“Es una impotencia impresionante porque no se puede hacer nada y, encima, sabemos que se necesita mucha lluvia para mejorar la situación. Además, me preocupa mucho el invierno. Da mucha pena y tristeza”, concluye.
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