En el primer trimestre de 2023 ingresaron de países vecinos, para su procesamiento, 1,8 millones de toneladas, por encima de las 540.000 toneladas de igual período de 2022
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En marzo pasado, las importaciones de grano de soja marcaron un récord histórico mensual. Se trajeron desde el exterior 1,39 millones de toneladas, una cifra muy por encima de las 387.000 toneladas que entraron el mismo mes del año anterior. Esto se dio en un contexto de fuerte caída de la producción por los efectos de la sequía, que llevaron a la industria aceitera a comprar materia prima en el exterior para mantener la actividad.
En la misma línea, las cifras de los primeros tres meses de 2023 triplican las del año previo. En lo que va de 2023 se compró en el exterior 1,8 millones de toneladas de soja, un volumen mayor a las 540.000 toneladas compradas en 2022. Con estos valores, en la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) advirtieron que “el año se perfila a romper todos los récords”.
A pesar de que las importaciones se multiplicaron por tres, la industria del crushing de soja cerró un primer trimestre con 5,5 millones de toneladas procesadas, un 30% por debajo de las 8,1 millones de toneladas que se habían procesado en el mismo período de 2022.
“El 1,4 millones de toneladas de marzo sorprendió, es un volumen récord para un solo mes. Superó las expectativas previas que había, que era de 800.000 toneladas. Pasa que con las estimaciones de producción que hay, en la medida que pueda, la industria va a importar todo lo que sea posible para mantener la competitividad del clúster aceitero de Rosario”, explicó Javier Preciado Patiño, exsubsecretario de Mercados Agropecuarios del actual Gobierno y consultor privado .
Con un escenario productivo estimado en aproximadamente 23 millones de toneladas de soja, según lo proyectado por la BCR, para la industria exportadora habría una disponibilidad de granos de entre 15 y 17 millones de toneladas. Ese volumen, alertó Patiño, “a la industria no le alcanza para trabajar la mitad de un año porque por año procesa entre 38 y 40 millones de toneladas”. A ello se agrega que no solo hay poca disponibilidad de granos, sino “de muy mala calidad”.
“En la Argentina hay al menos tres millones de toneladas de soja que compra la extrusión, que es la industria que lo consume para la industria avícola, los feedlots, huevo, planta de biodiésel, refinadoras de aceite. Son más de 400 empresas pyme que compran soja al productor y la vuelcan al mercado interno. Otro millón y medio se guarda como semilla, con lo cual estarían quedando disponibles 17 millones. Por eso un tercio de todo lo que procese la industria podría ser importado”, detalló.
En rigor, con este panorama productivo remarcó que “lo mínimo que haría falta importar son 10 millones para que la industria pueda sostener cierta actividad en el tiempo”.
Estos granos, se prevé, provendrán principalmente desde Brasil, que se estima que tendrá una cosecha de 153 millones de toneladas, y desde Paraguay, pero en menor porcentaje, porque su producción es de entre ocho y nueve millones de toneladas. Ese país procesa tres millones de toneladas y tiene un saldo exportable de cinco millones de toneladas.
Según la BCR, de las 1,8 millones de toneladas de soja que a la Argentina llegaron importadas en el primer trimestre del año, 1,4 millones de toneladas provinieron desde Paraguay, y unas 0,4 millones de toneladas de Brasil.
En línea con lo planteado por Patiño, la Bolsa rosarina destacó que el “gigante sudamericano es el caso más notorio” porque “está próximo a terminar la cosecha e inunda los mercados globales con porotos de soja a precios altamente competitivos”.
“En los primeros dos meses del año la Argentina ya recibió poco menos de 400.000 toneladas de soja brasilera, más que las 300.000 que recibió a lo largo de todo 2023. A su vez, según información de compañías navieras, hay unas 430.000 toneladas adicionales de soja que ya partieron o que tienen fechas programadas para embarcarse hacia nuestro país entre abril y la primera semana de mayo”, explicó la BCR.
Si bien esto podría generar preocupación en un contexto de bajas reservas de dólares, Patiño explicó que no afecta la disponibilidad. “Es una importación temporaria. En el plazo de 30 días la industria tiene que procesar y volver a exportar, generando un saldo positivo para la Argentina. En este momento tan crítico de la reserva de dólares, este cambio, que es importar poroto y exportar aceite, harina, es beneficioso para el país porque le suma dólares a las reservas”.
“La participación de la soja importada es del 66%. Dos tercios de lo que se molió en marzo fue soja importada. Es decir, si eso no ingresaba, las exportaciones se hubieran derrumbado más y hubiéramos tenido menos dólares”, concluyó.
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