Roberto Rapela (76) comenzó a estudiar los probióticos en humanos después de un viaje a los Estados Unidos enviado por el cardiocirujano en 1985; terminó abordando la temática de los suelos
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“La investigación me apasiona”, resumió Roberto Rapela (76), un médico cirujano e investigador nacido en General Pinto, en la provincia de Buenos Aires, que trabajó con René Favaloro. En un viaje a Estados Unidos en 1985, enviado por el cardiocirujano para que hiciera trasplante de hígado, comenzó a estudiar el uso de probióticos en humanos, pero en el camino se percató de que el metagenoma intestinal, que regula nuestra vida, era similar al de los suelos.
A través del teléfono y mientras habla, el médico cirujano transmite la pasión que lo motiva a investigar y realizar estudios sobre humanos, pero también en el suelo, los que encuentra muy similares. En un viaje a Pittsburgh, EE.UU., fue testigo de la creación de un centro de microbiología que empezó a trabajar con probióticos para humanos. Allí descubrieron que por el trasplante fallecía una gran cantidad de personas por resistencia antibiótica, porque no se adaptaban los microorganismos a los antibióticos. Con la aparición de los probióticos esa inmunidad se modificó y disminuyó significativamente la mortalidad.
En la búsqueda por mermar esa estadística fue que se creó en norteamérica ese centro microbiológico que, entre otras tantas investigaciones, implementó los probióticos. El destino fue tal que en ese viaje se encontró con un microbiólogo argentino que resultó ser un viejo amigo y compañero del Hospital de Clínicas, con quien al volver al país comenzaron a estudiar los suelos, porque se percataron de la semejanza a la microbiota intestinal.
“Los suelos son un ser vivo porque tienen miles de millones de microorganismos, como nuestra microbiota intestinal, pero con la diferencia de que esta ya estaba estudiada. En cambio, del suelo solo se conoce el 1,5%. Vimos que se comporta como un ser vivo, pero también que el intestino es parecido al suelo”, explicó con detenimiento el experto. Fue a partir de esto que desarrollaron, con parte de microorganismos, un producto que se llama bioregenerador de suelos.
“Los suelos se recuperaban. Después al pasar a la siembra directa que logró Aapresid, pero con la aplicación de agroquímicos y herbicidas, que funcionan como antibióticos mejoraron mucho la producción de granos. Luego se detectó que se va destruyendo esa microbiota, desaparecen los poros y se empiezan a compactar la tierra, esto disminuye la productividad”, completó.
Esto mismo sucede con el ser humano. “Nos volvimos locos con este tema y logramos hacer una patente, que es bioregeneración de suelos; con base en esto podemos hacer un procedimiento tecnológico para hacer esa bioregeneración de suelos o podemos hacerla en forma directa con cualquier productor que no quiera ingresar en este procedimiento tecnológico”, mencionó. Este se basa fundamentalmente en hacer el diagnóstico del estado actual de los suelos con un satélite o drones y a través de una técnica que muestra los micro o macro relieves de los suelos mapean esos suelos para cultivar. Además, hacen un estudio cromatográfico para ver y medir la actividad biológica de los suelos.
Rapela advirtió que “todavía trabaja con humanos” en sanatorios privados como Swiss Medical y su homónima firma. Fue uno de los primeros expertos en el país en trabajar con cirugía laparoscópica, más puntualmente en el Sanatorio Güemes. Sin abandonar su vocación, también está al frente de su empresa HMA4, cuya patente tienen con Hmatech.bio. Además, fundó la Cámara Argentina de Bioinsumos (Cabio), considerada un consorcio microbiano, que hasta ahora suma 32 socios.
“Producir la bioregeneración de los suelos es volver al origen y tener suelo por miles de años”, resaltó y agregó que antes de su viaje a Pittsburgh, EE.UU., se percató que nadie le daba importancia a la incorporación de los microorganismos al suelo. Una de las motivaciones para estudiarlo también estaba puesta a partir de la necesidad de conocer el estado del suelo de su campo en Federal, Entre Ríos, que ahora está a cargo de uno de sus dos hijos. Allí hacen ganadería holística, convencidos de que “la ley de la manada” funciona perfectamente y que la rotación de los animales se hace toda junta.
A sabiendas de que el productor argentino es reconocido por adoptar tecnología y estar a la vanguardia, explicó que esto se ve, por ejemplo, en el Conicet, donde se está desarrollando todos los días un producto nuevo para mejorar los insumos. “El futuro de los bioinsumos es innegable, lentamente se va imponiendo, como pasa en todo el mundo: en Europa creció el 35%. Nosotros estamos creciendo alrededor del 10% o 12%, no más de eso, porque todavía hay que salvar una transición entre los químicos y los biológicos, para que esto sea de una manera lógica y normal. Los bioinsumos se van a imponer, no hay vuelta atrás. Es irreversible, va a llevar un tiempo”, auguró.
Para el experto, los bioinsumos son la única solución sustentable y sostenible que va a mejorar el medioambiente. “Al incorporar todos estos microorganismos al suelo, aumentas tanto la diversidad del microbioma del suelo, que mejoran todos los factores del crecimiento vegetal, porque empieza a haber un equilibrio entre nutrientes, se libera fósforo, muchísimas sustancias inorgánicas que están como sales y aumenta la proporción de la materia orgánica no particulada, respecto de la particulada, hay una reducción de la densidad aparente, y reduce mucho la huella de agua y carbono, porque se forman los famosos poros que requieren mucha agua”, expresó.
“La patente tecnológica se basa en el diagnóstico satelital del suelo, la marcación de los biorrelieves y las tomas de muestra de tierra para efectuar el análisis de cromatografía planas, que da una indicación del estado biológico de ese suelo. Ahí se agregan los productos biológicos a medida y, mientras crece el cultivo, se analizan los grados brick y PH de la hoja para evaluar el estrés para aplicar el producto foliar y se termina controlando por vía satelital y sensores remotos la viabilidad del cultivo”, narró.
El médico cirujano explicó qué es lo que hace similares a los humanos con el suelo. “Nosotros tenemos un metagenoma intestinal, un conjunto de microorganismos de todas las especies en el abdomen, es entre 2 y 3 kilos por humano”, cerró.
Esta nota se publicó el 18 de marzo pasado
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