En un congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), el filósofo señaló: “La expectativa de un futuro se abre camino cuando se produce una capitalización del fracaso, es decir, que nadie crece si no capitaliza sus errores y sus fracasos”
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La necesidad de no quedar atrapados en la reiteración de los errores es uno de los desafíos que tienen los argentinos para poder mirar el futuro con esperanza. Así lo planteó Santiago Kovadloff durante el cierre del congreso anual de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) que se realizó de manera virtual y finalizó hoy.
En el marco del panel “Consensos para la Argentina: El desafío de la esperanza”, el filósofo remarcó: “La expectativa de un futuro se abre camino cuando se produce una capitalización del fracaso, es decir que nadie crece si no capitaliza sus errores y sus fracasos”.
En ese sentido, aseguró: “La Argentina es un país donde están en pugna las fuerzas que representan la rentabilidad de la repetición y, por otro lado, aquellos que aspiran a lograr la rentabilidad del aprendizaje que dejó el fracaso”.
Sin embargo, sostuvo que aún se puede mirar el futuro con esperanza, porque en el país hay indicios de que hay una voluntad de trasformación. En este sentido, indicó que en la Argentina “han empezado a tener lugar expresiones laborales, sociales y políticas que indican que no estamos solamente inscriptos en el campo de la repetición de conductas que favorecen a los sectores que ganan con la repetición del fracaso colectivo en favor de los beneficios sectoriales”.
Entre los indicios de esta aspiración a la transformación el filósofo destacó la tarea del campo. “El trabajo agropecuario ha demostrado que es posible reconciliar la tradición con la vanguardia. Es decir, la preservación de valores tradicionales, con la innovación y la posibilidad creativa que permite no generar discontinuidad entre el ayer y el hoy, sino una continuidad donde lo tradicional; a la luz de la necesidad de innovación, sigue teniendo sentido”, dijo.
“El campo ha permitido que la tecnología de vanguardia y la concepción del trabajo, entendida como buscar la rentabilidad que la tierra puede brindar, alcancen, en el marco de la tecnología contemporánea, una atención a la tierra como interlocutora y no sólo como objeto de dominio”, agregó.
Además, remarcó el reto que significa el calentamiento global porque ha demostrado que no se puede tener a la tierra como un objeto de dominio y hacer con ella lo que se quiere.
“La tierra para ser fecunda necesita hoy que se la considere como un ser viviente y no como un objeto pasivo al que se le puede extraer todo sin brindar nada. Hoy estamos frente a una evidencia nueva: la tierra le ha fijado al hombre un límite temporal para que cambie su conducta, es decir, si el calentamiento global sigue acentuándose la tierra sobrevivirá sin nosotros”, afirmó.
En ese sentido remarcó que este desafío que significa conciliar ética y conocimiento es lo que se está produciendo en el campo. “Las energías innovadoras que reemplazan a las tradicionales para lograr la rentabilidad tienden a crecer y en esa medida, podemos decir, que el hombre esperanzado es el que ha oído el reclamo de la tierra. Un hombre capaz de renunciar a lo que necesita para poder crecer y desarrollarse, saber que está ante un prójimo: la tierra”, apuntó.
En esta idea de mirada al otro y trabajo conjunto destacó que se han producido acercamientos “novedosos” entre el agro y el mundo industrial. “Las corporaciones industriales hasta ahora habían sido presentadas como enfrentadas al mundo agropecuario, pero empiezan a comprender de una manera innovadora y muy interesada que el trabajo entre la industria y agropecuaria tiene que ser un trabajo de conjunto y no de pugna entre corporaciones distintas”, precisó.
Remarcó que los banderazos que han tenido lugar en el país son otro elemento social que nutre la esperanza porque han cambiado de contenido en su reclamo. “Pusieron de manifiesto la prioridad de los valores republicanos por sobre los intereses sectoriales y evidencian la existencia de una sensibilidad cívica que sabe qué exigirle a las dirigencias políticas”, afirmó el filosofo.
Kovadloff dio como ejemplo la reciente marcha de las piedras frente a la Quinta de Olivos y la Casa Rosada. “No son catorce toneladas de piedra arrojadas contra el Gobierno, son piedras que recuerdan la muerte de quienes podrían haberse salvado y, por lo tanto, vienen a reivindicar una deuda cívica, con la memoria, pero también con la responsabilidad del gobierno”, apuntó.
Y agregó: “Entonces aquí notamos una caída conceptual en la demanda popular que se tiene que traducir necesariamente en una exigencia más alta para las dirigencias políticas que aspiran a competir por el poder”.
De cara a las próximas elecciones, el filósofo remarcó la necesidad de estructurarse en torno a valores compartidos y construir consenso porque “la necesidad de ese centro es lo que se está constituyendo en la demanda social”.
Por otro lado, sostuvo “que es absolutamente evidente que el destino que ha corrido la ley, como factor independiente bajo el poder del populismo y la autocracia, resultará intolerable para gran parte de la sociedad, que aún habiendo sido derrotados en las elecciones del año 2019 siguen sosteniendo esos valores y reclamando a la oposición que se reconstituya para representarlos”.
El filósofo subrayó la importancia de vivir en una sociedad que sea consciente de los valores que la República requiere en un momento de riesgo. “Hoy estamos ante una disyuntiva que pide compromiso cívico y creo que la estamos encontrando. Estamos frente a una sociedad que con conciencia enfrenta las elecciones que se avecinan, que nos colocan delante de la necesidad de elegir entre dos fuerzas que representan matices distintos de un mismo sistema”.
“A mí me parece que las elecciones de medio término ponen de manifiesto que estamos frente a las dos concepciones de país. Una es democrática republicana y tiene muchas fragilidades internas, la otra es populista, aspira a un gobierno autocrático y tiene una gran fortaleza interna”, agregó.
Y concluyó: “Tenemos que saber si queremos elegir el desarrollo de un proyecto de convivencia en el marco de la búsqueda de consensos, es decir de verdades que han sido concebidas como indispensables en términos de política de Estado para todo o preferimos delegar la responsabilidad de la conducción en una figura que decida por nosotros y vuelva a decir: síganme”.
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