Se lo conoce como el padre de la “revolución verde”, cuyas investigaciones en agricultura evitaron el hambre en muchos países
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Durante su discurso en el acto de inauguración de la Exposición Rural de Palermo, el presidente Javier Milei hizo referencia a Norman Borlaug. Se trata de un científico estadounidense, Premio Nobel de la Paz en 1970, conocido como el padre de la “revolución verde”, cuyas investigaciones en agricultura evitaron que millones de personas murieran de hambre. Fue agrónomo de profesión e impulsó tras descubrimientos variedades de trigo que permitieron un salto de producción agrícola en México, Pakistán e India.
El científico falleció en septiembre de 2009, a los 95 años en su casa de Dallas, Texas, debido a complicaciones por un cáncer. Ayer, mientras hablaba el Presidente, dijo que solo gracias a la revolución de la siembra directa y la innovación genética, de la cual Argentina siempre fue una orgullosa protagonista, es que hoy se puede producir alimentos para 500 millones de personas, algo que casi debería ser un milagro, por eso trazó un paralelismo con lo que logró el científico.
Milei dijo: “Considerado por muchos como el hombre que salvó mil millones de vidas, gracias a los aumentos de producción que sus investigaciones implicaron. Ese hombre, que para muchos es el padre de la agricultura moderna, recibió en 1970 el Premio Nobel de la Paz por haber contribuido a erradicar el hambre de mil millones de seres humanos”.
Nacido en Iowa en 1914, en una familia de origen europeo, Borlaug comenzó su carrera antes de la Segunda Guerra Mundial en el servicio forestal de Estados Unidos, tras estudiar en la Universidad de Minnesota. El experto pasó su infancia en una granja de Iowa, influido por las lecciones de su abuelo noruego, que le enseñó la importancia del sentido común, según recordaron en un comunicado la Universidad A & M de Texas, especializada en agronomía, en donde trabajaba desde 1984.
De acuerdo con el sitio oficial del Gobierno de México, en la década de los 40′s en ese país se vivía una crisis alimentaria que estaba por cobrar miles de vidas. Por entonces, la producción de cereales no era suficiente, por tanto, se vaticinaba una gran hambruna y muerte de miles de personas en situación de pobreza extrema. En ese país gran parte de la población vivía esencialmente de las cosechas de granos como el trigo, el maíz y el arroz.
Según citan, al ser insuficientes los resultados productivos, la Secretaría de Agricultura de aquel entonces en ese país decidió hacer un convenio con la Asociación Rockefeller para desarrollar investigaciones que pudieran mitigar los efectos de esa crisis alimentaria. Así, el científico y humanista comenzó a trabajar en México, específicamente en la zona del Valle de Yaqui, en el estado de Sonora.
Convencido de que “no habrá paz en el mundo con los estómagos vacíos”, Borlaug innovó en el campo de las semillas y defendió la investigación como único medio para reforzar la producción de alimentos. Era conocido, sobre todo, por su trabajo sobre una variedad de trigo enano de alto rendimiento y resistente a las enfermedades, que permitió aumentar considerablemente la producción agrícola en Latinoamérica y Asia.
A partir de 1944, el científico inició dos décadas de trabajos junto con otros colegas mexicanos para desarrollar esta variedad de trigo, que luego se introdujo en la India y Pakistán. Este desarrollo permitió duplicar la producción de trigo en estos países entre 1965 y 1970, lo que le valió a Borlaug gran reconocimiento mundial en una época en la que se temían y se anticipaban grandes hambrunas en el mundo. Más tarde, ese trigo enano comenzó a ser cultivado en toda Latinoamérica, Medio Oriente y África.
Borlaug estuvo en la Argentina varias veces, donde trabajó con equipos especializados del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Entre sus tantas visitas por el país fue orador en el Congreso Nacional de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) 1980 y participó con una videoconferencia en 2001.
Con sus investigaciones permitió modernizar las técnicas agrícolas. Recibió, además, las dos mayores distinciones civiles en Estados Unidos: la Medalla de la Libertad y la Medalla de Oro del Congreso. También obtuvo condecoraciones de numerosas universidades, desde la India hasta Bolivia. Aunque en algunos casos Borlaug fue criticado por querer imponer una suerte de monocultivo agrícola en zonas enteras del mundo, la mayoría lo recuerda como “el hombre que alimentó al mundo”, tal como se titula un libro publicado sobre él en 2006.
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