Como caja de resonancia, la Exposición Rural de Palermo es impagable. No solo porque acerca a la ciudad con el campo sino también porque ayuda a poner en foco los problemas y los desafíos que tiene el agro y todo lo que podría dar si las condiciones fueran mejores.
La anunciada presencia del presidente de la Nación, Javier Milei, en el acto de inauguración, que fue trasladado al domingo, revaloriza la importancia del agro en el máximo nivel político del país.
Tras cuatro años de ausencia, en parte por la cuarentena y en parte por decisión política de Alberto Fernández, el regreso de un presidente de la Nación en la pista central de Palermo, frente a los grandes campeones bovinos, las razas equinas y ovinas y la maquinaria agrícola, coloca al país frente a una realidad que no siempre se tiene en cuenta: una actividad que abarca a todo el territorio nacional, que muestra diferentes realidades sociales y que es el espejo perfecto de lo que el país necesita para salir de las crisis recurrentes y de la decadencia: trabajo, innovación, esfuerzo y objetivos claros.
Hace muchos años que el acto central de Palermo dejó de ser el lugar donde se recopilaban los detalles de medidas que se habían tomado y se prometían otras. Ahora se espera la ratificación y el compromiso de que hay un rumbo claro en cuanto a lo que el campo puede hacer.
En el caso de Milei hay una particularidad. A grandes rasgos propone lo que la mayoría de los productores agropecuarios acuerdan: respeto a la propiedad privada, libertad de comercio y reglas económicas de acuerdo con el mercado. Pero descree de las medidas sectoriales hechas a medida de un rubro en particular. Aquí, sí, se aferra a las desregulaciones y a quitar el peso del Estado en el sector privado. Una parte de esto ya comenzó a aplicarse con medidas como la eliminación de los “volúmenes de equilibrio”, que operaban como cupos a la exportación de maíz y trigo, y el fin de la prohibición a vender en el exterior siete cortes de carne vacuna.
El principal desafío que tiene Milei es el macroecónomico. En la campaña electoral prometió eliminar los derechos de exportación y expresó claramente que significaban un robo para los productores agropecuarios. No dijo cuándo los iba a eliminar y tanto él como el ministro de Economía, Luis Caputo, expresaron que una vez que se termine con el déficit fiscal llegará la baja de impuestos. Lo que asoma en primer lugar como posible es la baja del impuesto PAIS. Esta semana, el propio Caputo se lo explicó a la Mesa de Enlace. Otra parte de esa traba macroeconómica se encuentra en el cepo cambiario por el cual el campo es altamente afectado. Al precio internacional de los granos hay que restar el impacto de la brecha cambiaria y de los derechos de exportación. El productor argentino recibe mucho menos por la soja, el trigo, el maíz y el girasol que cosecha, solo por mencionar los cuatro principales cultivos, que sus competidores de Brasil, Uruguay y Paraguay, por ejemplo.
Ese escenario se vuelve más complejo por la suba de los costos medidos en dólares y por la caída de los precios internacionales de los granos. De allí que el despegue que podría exhibir el agro es mucho más modesto de lo que podría ser si las condiciones económicas fueran otras.
Pese a la expectativa favorable que despierta el gobierno de Milei entre los productores, en en los remates de hacienda y en los pasillos de la Rural el tema recurrente son los márgenes ajustados que presenta la producción no solo de granos sino también de carnes.
Por ese motivo, en las comisiones de granos, carnes y lechería de la Sociedad Rural Argentina (SRA) se Las comisiones de Granos, de Carnes y de Lechería de la SRA se coincidió en el pedido de “previsibilidad, reglas claras y quita de retenciones”.
Al referirse a la ganadería, Víctor Tonelli expresó “si bien en los últimos 15 años los índices muestran un leve crecimiento, es un crecimiento del 2,1% anual, contra un aumento en el sector porcino del 5% anual. Lo peor es que en realidad ese crecimiento del 2,1% nos lleva a alcanzar el volumen de producción que teníamos en 1990, con lo cual, estamos recuperando lo perdido, pero no hemos pasado de lo que producíamos 34 años atrás”, sostuvo. Aunque dijo que hay una tendencia positiva, la observación refleja que todavía hay mucho por hacer. Buena parte de eso, implica bajar la presión impositiva, no solo retenciones sino también ingresos brutos, y trabajar en la unificación el estatus sanitario, entre otras medidas. En definitiva, manos a la obra.