Esta descendiente del cacique, que fuera compañero de aventuras de Musters, lució aquel abrigo al recibirse de abogada
Rosa Chiquichano, tehuelche de origen, después de una trayectoria signada por los sacrificios y la voluntad inquebrantable, recibió su título de abogada cumplidos ya los 52 años, luego de tres años y medio de estudios intensos.
El hecho, por sí, merece nuestra atención y vale la pena, a la vez, señalar un detalle pintoresco y significativo: a la ceremonia de entrega del diploma, el 30 de agosto de 1999, la profesional se presentó en la sede Esquel de la Universidad de la Patagonia envuelta en un quillango. Porque Rosa Chiquichano es la primera y única abogada tehuelche, y tehuelche con todas las de la ley, ya que desciende en línea directa del famoso cacique Juan Chiquichano, su tatarabuelo, compañero de aventuras de George Chaworth Musters, el llamado "Marco Polo de la Patagonia", que fuera también protector de los primeros colonos galeses desembarcados en Puerto Madryn en 1865, a los cuales facilitó un predio para que pudieran construir una escuela en Yalalau Bat, edificio de adobe que aún permanece en pie y en el que, además, ofició de maestro para los recién llegados.
En su libro Vida entre los patagones , Musters describe al cacique Chiquichano: "Vi -dice- que era un indio muy inteligente, que hablaba correctamente el español, el pampa y el tehuelche; nuestra relación iniciada así se convirtió luego en una fuerte amistad recíproca".
El renombrado Rodolfo Magin Casamiquela en su Toponimia indígena del Chubut consigna que Juan Chiquichano era aónikenik por parte de padre, que se llamaba Yimaico, y pertenecía al grupo étnico tehuelche-pampa por parte de su madre, de la parcialidad Gününa Kena, que hablaba el araucano y ambas lenguas patagonas y que los galeses lo tenían por tehuelche. Y para agregar ancestros, digamos que también es descendiente del bravo cacique Yëmul Yanquetruz, cuyo nombre cristiano era José María. Para aclarar, digamos que los aónikenk o tehuelches del Sur eran un pueblo que habitaba la zona comprendida desde el río Santa Cruz hasta el Estrecho de Magallanes y, por el Oeste, los piedemontes cordilleranos; su vestimenta típica era el quillango, palabra que deriva de la voz pampa quilla que quiere decir manta o rebozo y que es corrupción de la palabra araucana iculla , aunque algunos autores confunden el término "quillango" con la voz guaraní quipayi y escriben quillapi como sinónimo de quillango o Kai Ajnún (Kai, manta; Ajnún, pintada), específicamente una capa compuesta por trece pieles de guanacos pequeños o "chulengos", es decir, guanacos nonatos o de crías no mayores a dos meses.
No obstante, también empleaban otra clase de pieles, como las del puma, zorros, gato montés, zorrino, caballo, vacuno y hasta cuero de avestruz, con el pelaje siempre hacia el interior y dejando el cuero exterior para adornarlo con pinturas decorativas con formas geométricas de Choiols , o sea, representaciones de la Cruz del Sur. Pero esta vestimenta no fue solamente usada por los tehuelches del Sur.
La usaron también los onas, pero con la piel hacia el exterior. Otros que eran afectos a cubrirse con quillangos -aunque muy lejos de ahí- eran los matacos-wichis, aunque en este caso valiéndose de pieles de nutria, venado o zorro, con el pelaje hacia el interior, como asimismo los usaban los charrúas.
Bueno es recordar, de paso, que en las formaciones de la Sierra Grande, en Río Negro, se produjo el encuentro y la fusión entre tehuelches y araucanos chilenos que invadieron la Patagonia en el siglo XVIII, lo que en parte dio como resultado a los que hoy conocemos como mapuches, continuadores igualmente de la costumbre de usar quillango.
Lo cierto es que Rosa Chiquichano quiso ser fiel a sus antepasados y mostrarse como verdadera tehuelche el día de su graduación luciendo un quillango o Kai Ajnún , confeccionado hace más de un siglo por las mujeres de su raza con 24 cueros de guanacos "chulengos" cosidos con la vena del cogote de guanacos adultos, uno de los seis quillangos originales que se conservan en la Patagonia y que le fue enviado desde Río Gallegos por el investigador Mario Echeverría Boleta, experto en costumbres tehuelches.