Ajustar las prácticas agronómicas resulta clave para explorar el potencial genético
Cuando se observan los rendimientos de los principales cultivos en el medio oeste de los Estados Unidos es factible pensar que en la Argentina se está muy lejos de esa situación. Y si bien es cierto que hay una brecha inmensa, la clave para mejorar los rindes todos los años es la misma: el constante ajuste en las practicas agronómicas que permitan explorar el potencial genético de cada material. Las mejores prácticas de manejo hacen una mayor eficiencia en el uso de los nutrientes y, así, se logran los objetivos.
Las herramientas de diagnóstico y recomendación no pueden seguir una receta sino que deben ser examinadas y revisadas en forma continua, como la ciencia misma, de manera de lograr rentabilidad y sustentabilidad del sistema en un contexto de baja de precios.
Cuando se piensa en mejorar la potencialidad del rendimiento se tiene que considerar que el ajuste de nutrientes debe ser inmediato, debido a que de otra manera las deficiencias nutricionales pueden aparecer tempranamente. Así es que los muestreos de suelo se vuelven más frecuentes y las dosis varían más de lo imaginado.
Si bien el nitrógeno y el fósforo son los nutrientes a considerar por excelencia, el azufre y los micronutrientes como el zinc, el cloro y el hierro hoy están actuando como limitantes y es cada vez mayor la frecuencia de respuesta.
Otro tema de interés actual en los Estados Unidos es la irrupción de los fertilizantes líquidos, especialmente para maíz, donde se realizan aplicaciones para completar las dosis que fueron aplicadas a la siembra, siempre en función del análisis de suelo y del diagnóstico del lote.
Las aplicaciones divididas de fertilizantes también están ganando terreno por la mayor eficiencia en el uso del nitrógeno. Se han documentado experiencias de absorción de nitrógeno en postfloración y movilización a grano.
Siempre es necesario evaluar las condiciones agroclimáticas y actuar en consecuencia. La mineralización del nitrógeno es un factor ineludible, más aún en las llanuras norteamericanas, donde la labranza todavía es una tarea frecuente. Entonces, el desafío que se presenta hoy es predecir más ajustadamente la mineralización del nitrógeno del suelo.
Tecnologías disponibles
Siguiendo la idea de no tomar recetas, hoy aparece un abanico cada vez mayor de tecnologías disponibles para cubrir las necesidades nutricionales. El uso de fertilizantes de liberación lenta, las aplicaciones tardías de nitrógeno y los fungicidas ganan terreno.
En cuanto al fósforo, en soja se registraron buenas respuestas al efecto residual del nutriente proveniente de un antecesor maíz. En maíz no se encontraron grandes diferencias en aplicaciones al voleo o en bandas como arrancador.
Otro de los temas actuales en Estados Unidos es la exigencia por parte de la sociedad de lograr una agricultura sostenible, así es que entonces hay un interés cada vez mayor en la salud del suelo como un factor indispensable para la producción. Por lo tanto, se está trabajando cada vez con mayor énfasis en análisis químicos de la salud del suelo que, a su vez, puedan proporcionar necesidades de fertilización.
Un tema que en la Argentina ya parece resuelto y en los Estados Unidos aún no es la implementación de la siembra directa como una práctica sostenible de conservación del recurso, complementándose con el uso de arrancadores y fertilizantes líquidos que permitan una aplicación sencilla.
El autor es profesor de la Universidad del Estado de Kansas, en EE.UU.
Dorivar Ruiz Díaz
LA NACION