Una de las figuras más destacadas del país que escribió sobre el trabajo de los criollos y los gauchos fue el doctor Juan Bialet Massé, quien llegó de España en 1873 y se quedó en la Argentina hasta su muerte, en 1907.
Fue docente, catedrático, abogado, médico, empresario constructor e industrial, abogado gremial, escritor, entre otras cosas.
El dique San Roque, en Villa Carlos Paz, en la provincia de Córdoba, tiene un antecedente importante por el que bien puede ser declarado monumento a la honestidad en la obra pública argentina. Esta obra tiene un pasado material que se suele ver cuando bajan las aguas del lago, pues se advierte una construcción a cien metros que es el antiguo dique construido entre 1886 y 1889. Tal obra fue proyectada y dirigida por el ingeniero Carlos A. Casaffoush, y el diseño lo realizó junto al ingeniero Esteban Dunesnil. El empresario fue Bialet Massé. Como proveedor y fabricante de la cal hidráulica para la obra, le proporcionaba al Estado un ahorro del 50% del costo en relación a lo que intereses creados ajenos al bien común pretendían, con la introducción de cales importadas que, por otra parte, eran inferiores en resistencia a las cales que proponía Bialet Massé que eran un 30% más resistentes que las importadas.
La honestidad y la pericia triunfaron sobre los deshonestos y la obra fue inaugurada y conocida mundialmente. El creador de la Torre Eiffel, Gustavo Eiffel, dijo: “Mi torre y el Dique San Roque son las obra más importantes del mundo, pero mi obra no es productiva, mientras que el Dique sí.”.
Grandes méritos seguía teniendo este catalán en pos de nuestro país, hasta que el ministro del Interior de la Nación, Joaquín V. González le encomendó realizar un “Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República Argentina”. Bialet Massé recorrió el país, hizo 6430 observaciones médicas, habló con 500 patrones y personas de toda clase y condición. Hizo de todo para cumplir su cometido y hasta se cayó de una mula. Finalmente, presentó su informe en tres tomos. Así, Bialet Massé es el precursor del Derecho Laboral Argentino y los elogios que hace al trabajador criollo son asombrosos viniendo de un hombre de su sapiencia. Dice del criollo que es “vivo, inteligente y rápido en la concepción, nada lo sorprende y para todo halla salida”; “... se subordina bien en el Ejército y en el trabajo, más por convicción que por la fuerza”. En una carta a Joaquín V. González le dice: “... he creído deber iniciar aquí la demostración numérica y científica de la excelencia de las razas criollas y mestizas y su superioridad para el trabajo”.
También destaca del nativo su “superior inteligencia, de su sobriedad y adaptación al medio, que le permite desarrollar energías extraordinarias y demostrar resistencias increíbles”.
Recuerda los 80 años en los que el país recibió de los criollos su sacrificio en las guerras de la Independencia, guerras externas y las guerras que significó la organización nacional y reflexiona sobre la justicia que el antiguo argentino merecía para evitar que “... se prepare el banquete para el huésped, quedando fuera el dueño de casa”.
Debe saberse entonces que antes de la creación del Derecho Laboral Argentino, el propulsor del mismo solo veía virtudes en el trabajo del criollo que él vio y estudió y en cuanto a los defectos del paisano lo justificaba admirablemente.
Bialet Massé se casó con Zulema Laprida nieta del prócer Francisco Narciso Laprida y dejó una descendencia numerosa. Fue una figura muy inquieta, simpática, querible, fuera de lo común en su época y en la nuestra. Hemos destacado dos grandes méritos del ilustre catalán, pero tiene muchos de consideración. La Universidad Nacional de Córdoba y en particular la Facultad de Derecho siempre han tenido muy en alto sus virtudes y méritos, tanto cuando vivía como después de su muerte. Bialet Massé fue un verdadero benefactor nacional y responsable con las personas: su luz siempre brillará.