Directivos de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) anticiparon que, con un 22% más de cosecha y una mejora en el tipo de cambio, el sector podría recuperar exportaciones
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Tras un complejo 2023, la industria vitivinícola busca revancha este año. Luego de una feroz sequía que afectó la producción, de un flojo mercado interno por un consumo retraído y de una exportación alicaída de manera fuerte en más de un 25%, con variables favorables se espera un repunte importante de la actividad.
En detalle, hoy se encuentran con un pronóstico que avizora tener por lo pronto un 22% más de cosecha que la pasada que, si bien no representa el promedio de la Argentina, es una mejora considerable, comparado con el anterior ciclo productivo.
“El año pasado estuvimos en 14,5 millones de quintales y ahora se pronostica cerca de 18 millones de quintales, aunque una cosecha promedio ronda entre los 22 y los 23. Fue un año muy difícil que, con mucho esfuerzo, se pudo sortear y mantener la actividad en pie. Toda la industria vitivinícola en 2023 se achicó: la producción, la venta en el mercado interno y externo. Se dieron todos los condimentos para que sea una tormenta perfecta ya sea para los productores en la viña hasta el comercial”, dijo Mario González, actual presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) y titular de la Cámara Riojana de Productores Agropecuarios (Carpa) a LA NACION.
En ese derrotero, en diciembre pasado, con el fin de La Niña y luego de la fuerte devaluación que implementó el nuevo Gobierno, que los ponía de vuelta en la cancha y podían ser más competitivos, parecía que la cosa se encaminaba. Sin embargo, el fantasma de las retenciones a la vitivinicultura volvió a aparecer y tras una batalla que se puso en marcha se logró que la medida anunciada por el Gobierno y resistida por el sector quede en standby.
Para González, la competitividad argentina en el exterior tiene varias aristas, entre ellas la calidad de su producto que se fue ganando un lugar con mucha fuerza y estrategia: “Por un tipo de cambio retrasado y problemas para pagar en el exterior tanto servicios como insumos, perdimos mucho el 2023. Aunque también el mundo estaba en una pequeña recesión. Pero tenemos mucha esperanza para que este 2024 sea el despegue de Argentina en ese mercado”, dijo.
En la actualidad, la torta del mercado vitivinícola se divide 70% interno y 30% externo: “Tenemos todas las posibilidades de crecer mientras tengamos reglas claras y previsibilidad hacia adelante. El año pasado cerramos en US$880 millones [de ventas al exterior], cuando veníamos de estar por arriba de los US$1000 millones y cuando nuestro plan estratégico al 2030 es de US$1400 millones. Con conciencia de saber hacia dónde ir hoy podríamos duplicar las exportaciones si hay reglas claras, aunque es difícil en nuestro país mirar a largo plazo. Ojalá que esa previsibilidad se pueda plasmar en hechos y que tengamos una apertura y condiciones claras a largo plazo”.
En este escenario bodeguero, explicó que si le es difícil eludir escollos a una bodega grande para competir en el mercado interno y en el externo, para una pyme el esfuerzo es mucho mayor. “Es un negocio donde el porcentaje de insumos es muy fuerte, donde a una bodega chica no le es fácil ser competitiva en costos con respecto a las grandes. Todo eso fue generando que muchas bodegas chicas se fueran retrayendo del mercado. Y en la exportación solo las bodegas grandes son las que han podido sostener y, muchas veces a pérdida, sus clientes en el exterior; por lo que las bodegas chicas se retiraron de lo que es el comercio exterior”, explicó Pablo Asens, vicepresidente de la Coviar.
Aun así, el directivo ve “un panorama alentador a futuro, con medidas que la industria ha peleado mucho como la disminución en las retenciones y un tipo de cambio que de a poco se va sincerando. “Hoy, la posibilidad que tiene la Argentina de crecer es exponencial, casi infinita. Porque el vino argentino tiene una imagen en el mundo muy fuerte, muy bien lograda. Lo que necesitamos son las condiciones para poder recuperar ese 25% de mercado que perdimos. Es prometedor el futuro que tenemos. Hoy tenemos más de 150 mercados en el mundo”, señaló.
En un punteo, Asens sintetizó lo que necesita la actividad para crecer, como el resto de los sectores: reglas claras, inversión, flexibilidad al crédito, “sin pedir nada más que eso”.
“Hace años que necesitamos un tipo de cambio transparente y genuino y de esa manera poder costearse uno y saber exactamente cuán competitivo es. Sobre todo el tema inflacionario que nos ha golpeado muy duro, porque te deja totalmente fuera de esquema cuando uno quiere competir en el exterior. Ya hay una buena cantidad de países en el mundo que producen vinos de buena calidad y que exportan y todos buscamos los mismos mercados”, indicó.
Para González, el tema crediticio no es una cuestión menor: “Es una cadena con muchos eslabones que arrancan el sector primario con productores pequeños, medianos y grandes que conviven; la bodega, la parte industrial, los paseros que secan su uva o los que hacen mosto y luego la parte comercial. En toda esa cadena tenemos que recomponer: la premisa dentro de Coviar y del Plan Estratégico es que todas las cadenas tienen que ser rentables, debe haber un equilibrio y trabajar fuerte para eso”.
En esa línea, aseguró que en particular es en el sector primario donde necesita el crédito de manera imperiosa y urgente para poder invertir en tecnología, sobre todo en eficiencia hídrica y energética. ”Porque cuando estos cambios de tarifa lleguen, van a impactar directamente en los costos operativos de cada una de las fincas y eso se va a transformar en insostenibles sino tenemos energías alternativas. Son inversiones grandes, que, si el productor no tiene una línea de crédito específica para eso, le va a ser muy difícil aguantar”, agegó.
Contó que el organismo público-privado que preside está con un proyecto Proviar, de un préstamo del BID prácticamente cerrado, pero que no se alcanzó a ejecutar y que ahora se está en esa etapa. Son US$40 millones, con ocho ya depositados y ejecutados. “Pero fuera de esto, necesitamos créditos disponibles con plazos y tasas bajas. Tenemos un potencial enorme, pero tenemos que llegar a ese punto para que no sigan desapareciendo productores”. Recordó que el 2 de marzo próximo se realizará el tradicional desayuno de la entidad mientras se lleva a cabo la fiesta de la Vendimia en Mendoza, donde rendirá cuentas de lo realizado en 2023.
Para cerrar, Asens habló de la revolución de enoturismo y la simbiosis positiva que genera, donde en los últimos tiempos el crecimiento ha sido exponencial. “En el año 2000 teníamos 38 bodegas abiertas el turismo, hoy estamos casi en 400 que abren sus puertas a la gente. Ya dos millones y medio de turistas han visitado alguna bodega en las 15 provincias vitivinícolas. Realmente es un fenómeno único que genera una visibilidad, una promoción de manera directa que impacta de lleno en la actividad”, finalizó.
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