Allí donde podrían encontrarse las soluciones hay quienes prefieren insistir en agravar los problemas. Esto es lo que puede observarse de la persistente campaña del kirchnerismo, que en rigor integra el Gobierno, para aumentar los derechos de exportación a los cereales y al girasol.
Esemana, la ofensiva correspondió al diputado nacional Leopoldo Moreau, cercano a la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien dijo que “en los últimos días, han vuelto a subir fuerte en el mercado internacional y local los precios del trigo, el maíz, la soja y el sorgo. Por más vueltas que sigan dando, si no le dan a Feletti (secretario de Comercio Interior) la herramienta de las retenciones móviles segmentadas, los alimentos seguirán aumentando”. Fue el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, quien le respondió al legislador que “los alimentos suben por la inflación y el precio de las materias primas no es determinante”, además de recordar que las retenciones “hoy no tienen sustento legal y el Congreso es quien tiene que fijar los impuestos”.
Solo con dejar los derechos de exportación (DEX) como están, al Estado le quedaría más plata que el año pasado por efecto del incremento de los precios internacionales de los granos. Según estimó un informe reciente de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), para 2022, a valores actuales, se estima un ingreso de US$11.320 millones por DEX, un 25% más que lo aportado en 2021 por los seis principales complejos agrícolas (soja, maíz, trigo, girasol, cebada y sorgo). Con semejante nivel de ingreso, si el Gobierno no es capaz de organizar un programa de ayuda social básico a las personas que realmente lo necesitan y no al consumo de medialunas de Puerto Madero, quiere decir que el problema no está en el campo. Pero, como se sabe, siempre es mejor encontrar un enemigo externo que reconocer la propia incapacidad.
Soluciones y no problemas es la consigna que prevaleció en la agroindustria en las últimas semanas frente a la crisis del gasoil. A las bolsas de cereales y comercio de todo el país se sumó esta semana la industria de biocombustibles para recordar que el complejo oleaginoso tiene hoy una capacidad ociosa del 60% y que con una simple resolución se podría abastecer al mercado con biodiésel a valores competitivos con el gasoil importado.
En el complejo industrial del Gran Rosario, sobre el río Paraná, hay capacidad para producir 3,9 millones de toneladas de biodiésel, recordaron. “Contamos con una capacidad de producción que se encuentra ociosa ya que no podemos abastecer el mercado interno porque la legislación nacional nos excluye. Con una simple resolución podemos salir a abastecer todo el déficit de gasoil a precios de mercado”, explicó Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio). La entidad le propuso al Gobierno que, más allá del tope del corte obligatorio de 5% establecido por la ley de biocombustibles, se autorice a las empresas mezcladoras, llevarlo al 20 por ciento. “Este adicional deberá ser consecuencia de mercado libre, de oferta y demanda, en la que podrán participar todas las empresas productoras de boiodiésel registras en la Argentina, de manera de asegurar el abastecimiento en las mejores condiciones posibles de calidad y precio para el consumidor”, dijo Carbio.
Ese fue el argumento que llevaron los industriales a la mesa de trabajo que organizó el vicejefe de Gabinete, Jorge Neme, con la Secretaría de Energía, Cammesa, YPF, el Ministerio de Agricultura y las cámaras de la industria de biocombustibles. “Tomaron nota de nuestra propuesta, que no tiene desventaja para el Gobierno: podemos ofrecer biodiésel al mercado y que si alguien le interesa comprar lo puede hacer”, dijo Zubizarreta a LA NACION.
Hace varias semanas que contratistas, transportistas y productores están advirtiendo por los cupos en las estaciones de servicio en el expendio de combustible y la aparición de una nueva cotización: el gasoil blue. Mágicamente, a $190/$200, el gasoil aparece. De barrer el problema debajo de la alfombra, el Gobierno, con la creación de esa mesa en la Jefatura de Gabinete, pasó ahora a reconocer el problema.
Es en este contexto que el campo está encarando la cosecha de granos gruesos, de por sí ya golpeada por la escasez de lluvias en el verano. Como si al país le sobraran fuentes de ingreso genuinas para sostener la actividad económica, la crisis energética, que no se origina en la invasión de Rusia a Ucrania sino que viene de antes, le agrega una dosis adicional de preocupación a la actividad.
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