Con diferencia de días y en algunos casos de horas, asistimos en el país a marchas y contra marchas en decisiones centrales de quienes nos gobiernan en temas como la salud y las vacunas en relación al Covid, el reinicio del trabajo en relación a las limitaciones que se imponen en virtud del crecimiento de los contagios, en decisiones de autoridades económicas cerrando exportaciones de algunos productos con la idea de bajar precios internos, en temas de política exterior del país que aplaude y condena al mismo tiempo a países socios y vecinos estratégicos con los que deberíamos tener un proyecto común en lugar de continuos enfrentamientos, etcétera.
Hemos vuelto a insistir luego de algún tiempo, con más controles de precios en la economía, tarifas de servicios congeladas, aumentos en la presión fiscal ya sea por la creación de nuevos impuestos como por el aumento de alícuotas de los ya existentes, limitaciones a las exportaciones e importaciones de algunos productos, crecimiento del gasto público y emisión monetaria, cepos cambiarios cada vez más cerrados, limitaciones al pago de deudas con el exterior de empresas a las que el Banco Central no les da los dólares para pagar sus obligaciones etcétera.
Al mismo tiempo que todo esto pasa en la Argentina, el resto del mundo trata de imaginar y diseñar una nueva forma de vida postpandemia, donde el tema central es superar el enorme golpe sufrido y para ello planifican y arman, en forma conjunta y regional en muchos casos, líneas concretas de trabajo traducidas en claras propuestas políticas para volver a crecer.
Venimos de algo más de 50 años sin poder crecer sustentablemente (palabra hoy tan utilizada sin siquiera entender su significado), donde para poder duplicar el PBI necesitamos 150 años frente a los 24 años que necesitan los países emergentes o los 40 años de los países desarrollados, si tomamos el crecimiento desde 1980. Sumemos a ello que nos encontramos ubicados en los últimos lugares en el ranking de 180 países en relación a las condiciones para invertir, seguridad jurídica, inflación existente, presión fiscal, nivel de vida, crecimiento de PBI etc. (J.Llach 2018 para FPC).
No es solo la política responsable de lo que nos pasa, somos todos y cada uno de nosotros, nuestra clase dirigente, nuestros empresarios, nuestras débiles instituciones los que nos hemos acostumbrado y en algunos casos elegimos este camino de vivir y desarrollar nuestras actividades en la Argentina de los últimos 50 años. Es también cierto que algunos han obtenido muy buenos resultados económicos a expensas de una sociedad entera, que retrocede en el tiempo inexorablemente.
La campaña 2020/2021 generará un récord de ingreso de divisas por exportaciones de granos y subproductos, (33.000/34.000 millones de dólares) a pesar de la sequía y los ingresos fiscales solo por derechos de exportación (mal llamadas retenciones) serán cercanos a los 7800/8000 millones de dólares. ¿Es sensato seguir pensando en recaudar más por un aumento de los derechos de exportación? No es más lógico trabajar para achicar la evasión fiscal que alcanza al 40% de la economía?
Salir de la situación actual requiere de un cambio profundo de todos. Ya no hay más parches para un país que ha probado en los últimos años todos los caminos equivocados, que el mundo descartó hace algo más de 20/30 años. No hay más tiempo para negociaciones parciales que benefician a algunos y perjudican a la mayoría, planteadas por funcionarios que apuntan a dividir y comprar tiempo con fines electorales.
No hay salida sin un país repensado por todos con objetivos de largo plazo claros y alcanzables. No hay país posible sin Instituciones sólidas, respeto a las leyes y la constitución. No hay país posible sin una macroeconomía estable con reglas del juego claras y de largo plazo. No hay país posible sin la búsqueda y el logro de un equilibrio fiscal que garantice por un lado una presión fiscal razonable y por otro un gasto eficiente del estado acorde a las necesidades reales. No hay país posible sin un plan que promueva la Inversión y la generación de nuevos empleos que permitan bajar los actuales índices de pobreza. Ese país lo debemos construir entre todos.
El autor integra la Fundación Producir Conservando
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