El bioquímico Hugo Menzella, junto a otros investigadores del Conicet, fundó una empresa biotecnológica que desarrolla y comercializa enzimas para el sector industrial
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En el momento en que las ruedas del avión tocaron suelo argentino en diciembre de 2010, el bioquímico Hugo Menzella sintió que la estructura de vida que, a costa de mucho esfuerzo, había construido en los últimos cinco años, estaba desvanecida. Por una situación personal, había renunciado a una buena posición en una de las empresas más importantes de tecnología de Silicon Valley y a la proyección de vida en los Estados Unidos. “Llegué al calor de Buenos Aires sin tener nada que hacer”, cuenta.
Sin embargo, al tiempo, un amigo le ofreció trabajo en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) donde, junto a un grupo de tres científicos, crearían Keclon, que se dedica al desarrollo y comercialización de enzimas industriales para optimizar la calidad, eficiencia y el costo en la producción de las industrias de aceites comestibles, alimentos, biodiésel y nutrición animal. Actualmente, este mercado representa US$5000 millones en el mundo y se expande rápidamente (se estima a una tasa del 6% anual).
Tras nueve años de inversión en innovación e investigación, la semana pasada Menzella, junto a María Eugenia Castelli, Andrés Aguirre y Salvador Peirú, todos científicos del Conicet, inauguraron la primera planta de producción industrial de enzimas en San Lorenzo (Santa Fe).
“Fue una alegría enorme, coronamos diez años de mucho esfuerzo y trabajo. Para mí fue mostrarle a mis alumnos que es posible crear tu propia empresa”, comentó el científico.
Fue un excompañero del doctorado, que en ese momento era decano de la Facultad de Bioquímica de la Universidad Nacional de Rosario, quien le ofreció al científico ingresar en un programa como investigador repatriado del Conicet para dar clases e investigar. “Para mí era un desafío porque yo siempre había trabajado en el sector privado. En Estados Unidos lideraba un grupo de biología sintética en una biotech, en donde desarrollaba oncológicos”, recordó.
“En el Conicet se trabaja mucho en ciencia básica; entonces, salí a buscar mi propio trabajo”, explicó.
Qué hacer para generar valor es la pregunta que se hacía Menzella al ingresar en la institución. Con su experiencia en las empresas de tecnología, acostumbrado a trabajar en encontrar soluciones, fue en busca de problemas.
“En ese momento se vivía un boom del biodiésel y contacté a las empresas para ver qué necesitaban”, detalló. Se encontró con que tenían problemas de calidad debido a la formación de impurezas durante su proceso de producción por la formación de sedimentos.
Junto a los investigadores del Conicet, actualmente miembros del Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos Rosario, quienes ahora son sus socios, caracterizaron la estructura química de ese sedimento e inventaron una enzima que la rompe y la solubiliza.
Sin embargo, el producto que los lanzó al “estrellato” fue uno que extrae aceite adicional. “Creamos un producto que permite, al momento de sacar el aceite crudo de la semilla, actuar como una tijera y sacar 2,5% más de aceite de soja”, indicó.
En este contexto, Menzella dejó el laboratorio para gerenciar, negociar con los directores financieros de las grandes corporaciones. Fueron algunas de las tareas que tuvo que hacer para levantar cuatro rondas de financiamiento. “Fue un momento difícil porque yo como científico estaba acostumbrado a estar en el laboratorio generando valor y, de pronto, me encontré con que tenía que gerenciar. Igual valió la pena. Levante 14 millones de dólares. Salió bien”, recordó entre risas.
El primero que apostó y confió en estos cuatro científicos fue el destacado científico chileno Pablo Valenzuela, fundador de la empresa farmacéutica Chiron y uno de los tres galardonados que recibieron el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento del virus de la Hepatitis C. Luego recibieron otros fondos.
Desde su fundación en 2012, más del 90% del financiamiento de Keclon ha sido aportado por inversores privados tales como el Fondo de Puerto Asís, Inversión Pymar, Ganagrin, Santa Fe Aceites, Banco Santander y Molinos Agro, quien además es su principal cliente.
También recibió inversión por más de 800.000 dólares de fondos públicos como el Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec). Sumado al acompañamiento del Conicet, la Universidad Nacional de Rosario, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación. Remarcó el acompañamiento del Gobierno de Santa Fe con la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Poner en marcha la empresa que inauguraron el jueves les llevo casi 10 años. La planta tiene una capacidad de 65.000 litros de fermentación (expandible a 200.000). Se espera que emplee a más de 65 trabajadores altamente calificados.
La compañía utiliza herramientas de ingeniería genética, biología sintética y técnicas de evolución dirigida para desarrollar un portfolio de productos patentados internacionalmente para la industrias de la alimentación, oleoquímica y farmacéutica. A la fecha, la empresa ha firmado contratos para suministrar enzimas a clientes tanto nacionales como extranjeros
El emprendedor ahora va a poner todas sus energías en el desarrollo del Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos Rosario, para ayudar a otros jóvenes a que puedan formar sus propias empresas. “Estoy convencido de que la experiencia de Keclon puede servir como estímulo para que los investigadores del Conicet en Iprobyq repliquen el proceso; ya hay doce proyectos de startups financiados por la provincia de Santa Fe que iniciaron el camino”.
Hace varias semanas, Daniel Filmus, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, visitó la planta y señaló: “La ciencia es la herramienta fundamental para transformar el modelo productivo del país. Uno mira toda la experiencia internacional y ningún país que no haya invertido en ciencia y tecnología logró desarrollos autónomos o reconvertir su matriz productiva y de exportaciones”.
“En ese sentido, es imprescindible potenciar la articulación público-privada en ciencia y tecnología para un desarrollo de las economías locales que esté orientado a dar soluciones a los problemas sociales porque no alcanza con la inversión, hay que acertar en dónde se la coloca y el caso de Keclon es un ejemplo concreto del acierto”, agregó.
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