El cierre de la Unión Europea, provocado por casos de mancha negra, y la falta de lluvias condicionaron a la actividad; luego de la reapertura del principal destino de exportación, el sector espera una baja de costos
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La reapertura del mercado de la Unión Europea (UE) para limones y naranjas (no hubo cierre para las mandarinas) fue una buena noticia para la producción de cítricos en un año que viene golpeada en materia de volumen por las condiciones climáticas. De limones, por ejemplo, se esperan 1,1 millones de toneladas, 200.000 menos que en 2020; en el caso de las naranjas, la caída rondaría el 40%. Los precios, en cambio, están bien pero presionados por la mayor oferta internacional. Los cítricos son claves para varias provincias, donde son la principal economía regional.
La Argentina es el primer proveedor de limones y el cuarto de naranjas de la Unión Europea; ese bloque es el primer destinatario de las producciones de noroeste y noreste. Los envíos con ese destino se suspendieron a mediados de agosto pasado hasta el 30 de abril último por el “inusual número de detecciones de Phyllosticta citricarpa”; se trata de la comúnmente denominada “mancha negra”. Por el momento en el que se bloquearon los embarques impactó menos en el limón (la variación fue 2,6% menos de despachos en 2020 que en 2019) y fuerte en la naranja (caída interanual de 40,3%). Mandarina (34.000 toneladas) y pomelo (800 toneladas) no entraron en las restricciones.
Martín Delucis, director de Comercio Exterior de Vegetales del Senasa, explica que se pusieron en marcha “muchas medidas correctivas” en un trabajo integrado entre todos los sectores. Define a la “mancha negra” como una enfermedad “compleja” que requiere de prevención porque una vez que ataca no se trata. “Las curas tienen que seguir, no solo con la aplicación de los productos correspondientes, sino con las prácticas culturales de la poda, hidratación y limpieza de la planta”, describe.
Las medidas fueron incorporadas como “obligatorias” para los productores: “Hay que seguir porque es una enfermedad endémica; si no la controlamos regresa y, a la larga, hace más daño. No mata al cítrico pero le afecta la calidad. Se trata de un tema regulado por los mercados externos y si hay mucha presión de plaga, tendremos nuevos problemas y se pondrán en riesgo a otros mercados”.
Esta semana, el Ministerio de Agricultura y el Senasa certificaron el primer embarque de 75 toneladas en tres contenedores con destino a la UE.
Diversificación
Desde la Asociación Citrícola del Noroeste Argentino (Acnoa), la gerenta Paula Rovella ratifica que el año pasado no ayudó el clima, pero admite que el cierre de la UE se pudo resolver en parte con “mayores envíos al resto de los mercados; la mayoría de las empresas pudieron redestinar”. Sí es un problema complicado el conflicto entre las empresas citrícolas y un grupo de cosecheros autoconvocados que exige la reapertura de las paritarias, continúa escalando en Tucumán. La Coordinación de Trabajadores Autoconvocados del Citrus llevó adelante un plan de lucha que incluyó cortes de rutas que impiden el paso de camiones del sector productivo y bloqueos en los accesos a las fincas y plantas de empaque de limones, lo que paralizó la actividad.
El invierno largo y frío del año pasado y los meses posteriores sin lluvias complicaron la cosecha que comienza a fines de marzo y se extiende hasta este mes. Buena parte de la recolección se retrasó por estas circunstancias y también por las medidas de fuerza en Tucumán. Las lluvias que comenzaron en febrero en el NEA y en el NOA, en parte, compensaron la situación, pero desde la Federación Argentina del Citrus (Federcitrus) estiman que la producción de limón podría ser entre 25% y 30% menor a la anterior.
El presidente de la entidad, José Carbonell, advierte que los requisitos extras y los mayores controles en campo y plantas de empaque que requieren los envíos a la UE, “suman costos” a las empresas y apunta que este año hay un tercio menos de empresas inscriptas para exportar. “Decidieron no arriesgarse, apostar a otros mercados”, define. En los últimos cinco años se abrieron Estados Unidos, China, India, México (muy difícil de conquistar) e Indonesia. Hay tratativas avanzadas con Corea del Sur (a donde ya ingresó la naranja). Otros destinos son Reino Unido, Medio Oriente, Hong Kong, Canadá, Rusia y Ucrania.
“Hace 50 años el principal mercado es la UE; allí van dos tercios del total del citrus que producimos -repasa Carbonell-. Estados Unidos creció y en China venimos aumentando la participación. Cuesta mucho abrir un mercado y ocuparlo es un proceso, no se logra de un día para el otro. Se requiere una valoración de los productos, llegar a los distribuidores, a las cadenas de supermercados. Se necesitan calidad y continuidad”.
Las tres cuartas partes de la producción de limones se industrializa; la Argentina tiene el mayor clúster del mundo para hacerlo y es fijadora de precios internacionales de aceites, jugo y cáscara deshidratada. Todo lo industrializado se exporta ya que, por caso, la cantidad de jugo demandada para el consumo interno es mínima. A los mismos procesos se somete la naranja, aunque las cosechas son menores.
La sequía también golpeó a las zonas productivas y se generaron menos volúmenes. Desde la Federación del Citrus de Entre Ríos, Fernando Borgo, calcula que habrá 40% menos de volumen en cítricos dulces en el Litoral, la principal región productora. “El año pasado, pese a la caída de las exportaciones a la UE, fue bueno porque hubo una demanda interna sostenida y recompusimos los precios; en 2019 habíamos estado por debajo de los costos. Este año la brecha estará más ajustada”, dice. En el caso de la mandarina, los productores venden el kilo entre siete y 12 pesos y el costo se mueve entre 10 y 15 pesos.
“La mejora de la rentabilidad del año pasado se volcó a las quintas y se mejoró la calidad del producto -agrega Borgo-. Pasa que los costos subieron fuerte; los precios de los fletes están 30% por arriba y la dolarización de los insumos también complica”. De la producción de la zona, se exporta el 10%.
La disparidad de costos que hay entre la Argentina y otros competidores en los mercados internacionales -como Sudáfrica y Chile- es un tema de permanente preocupación para los productores y la industria de los citrus. Carbonell advierte que los números locales son “complicados” para muchas actividades y no solo para la citricultura. “Hay una total falta de asistencia financiera y en nuestra actividad es un inconveniente serio porque requerimos tiempos prolongados hasta alcanzar el retorno de la inversión. Hay una presión impositiva fuerte; hemos tenido retenciones; hay demoras prolongadas en reintegros y devolución de IVA y la logística interna tiene alzas que suelen estar fuera de contexto”.
Otro punto que menciona es el de los costos laborales extra salariales: “Cerramos una paritaria con Uatre que está por arriba de la media, actuamos con responsabilidad y estamos convencidos de que hay que preservar la capacidad de consumo porque eso es clave para la economía interna. Sudáfrica y Perú tienen salarios más bajos, pero nuestro problema está en lo extra salarial”.
Limones argentinos en el mundo
La cítricola San Miguel -en la Argentina, instalada en Tucumán- llega con sus productos a los cinco continentes; con más de 60 años produce no sólo en el país sino en Uruguay, Perú y Sudáfrica. Para Agustina Fabbio, directora comercial de Fruta Fresca de la empresa, el 2020 fue un año “extremadamente complejo” por el cierre del mercado europeo y por los efectos de la pandemia.
“Fue de los más desafiantes. No todas las empresas tienen desarrollado otros mercados y el bloqueo del principal fue un problema -comenta-. En nuestro caso la estrategia es muy diversificada y eso ayudó mucho”. Más allá de la importancia de la UE, indica que Estados Unidos (que abrió hace tres años) viene bien y Asia crece “fuerte”; la firma tiene “mucha presencia”, en China. De las 25.000 a 30.000 toneladas que prevén exportar este año, la mitad tendrán como destino a Estados Unidos y el 15% a Asia.
Fabbio describe que los precios internacionales vienen presionados en los últimos tres años, con un crecimiento de productores como Sudáfrica, Egipto y Chile: “La oferta crece año a año y la demanda no está aumentando, no se está desarrollando al mismo nivel. Hay que trabajar en mercados que recién se abren y eso significa mucho más que mandar fruta, hay que desarrollar programas con los supermercados, encontrarle “un hogar” a la fruta porque si el destino son los mercados mayoristas los precios son bajísimos.
En números
- La cosecha de limones de este año se estima en 1,1 millones de toneladas. La del 2020 fue de 1,3 millones. La baja se explica por las malas condiciones climáticas. La producción de naranjas, por las mismas causas, caería 40% interanual.
- La Argentina es el primer proveedor de limones y el cuarto de naranjas de la Unión Europea; ese bloque es el primer destinatario de las producciones de noroeste y noreste. Los envíos con ese destino se suspendieron a mediados de agosto pasado hasta el 30 de abril último por la “mancha negra”.
- En el 2020 la campaña a Europa finalizó con un envío de limones 2,6% menor que en 2019 porque en el momento del cierre del mercado, ya se estaban terminando los despachos. En cambio, pegó fuerte a las naranjas, cuyos giros bajaron 40,3%.
- En 2018, después de intensas negociaciones por varios años, Estados Unidos habilitó el ingreso de limones argentinos. Queda pendiente el permiso para los cítricos dulces (naranja, pomelo y mandarina). Sigue el análisis para franquear también esos embarques.
- Después de 20 años de 20 años de negociaciones, a mediados del año pasado China liberó la entrada de limones frescos argentinos. Para las empresas es un mercado de “altísimo” potencial por su volumen y sofisticación de consumo.
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