Con 55 años, Pablo Gómez consiguió que un conejo de la raza neozelandés sea elegido el mejor ejemplar de todas las razas de esa especie
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Por la mañana, como todos los días, sin errarle a ninguno en los 21 años que lleva en este metier, Pablo Gómez se levantó y, antes de ir a abrir su verdulería en el centro de la localidad bonaerense de Pilar, fue al fondo de su casa a dar de comer a sus conejos de pedigree. Con 55 años cumplidos, no fue una semana más para él: la semana pasada se presentó por primera vez en la última Exposición Rural de Palermo con cuatro ejemplares de la raza neozelandés y donde uno de ellos, “Pablito”, fue elegido como el mejor ejemplar de los conejos de todas las razas de la muestra, además de ser Gran Campeón Macho de la raza. También ganó con otro ejemplar el Gran Campeón Hembra.
Su vida con los animales viene de chico. Criado en el campo de sus abuelos en Fátima, hasta los 19, junto a sus padres, su infancia estuvo rodeada de vacas de tambo y naturaleza. Todas las madrugadas, a eso de las 3 de la mañana, se despertaban con Fabio, su hermano más grande, y “daban una mano, no como una obligación” a su padre y, cuando se hacían las 7 y llegaba la hora de estudiar, enseguida se aprontaban para ir a la escuela rural cercana a su casa.
A los 15, a mediados de los años ochenta, conoció a un hombre mayor que tenía crianza de conejos para comercializar su carne y le gustó la idea de este proyecto. “Con mi hermano no teníamos idea de nada, no había mucha información, no estaba en YouTube, dependíamos de algún folleto de La Serenísima que nos tiraba. Y decidimos hacer este emprendimiento en sociedad con este señor y le compramos la mitad de su producción. Era mi primer trabajo que me redituaba algo de dinero”, cuenta a LA NACION.
Pero, por esas cosas de la economía del país, a los dos años, decidieron dejar. “Nos sacaron el subsidio al alimento y eso nos partió. Me dio mucha pena abandonarlo, porque habíamos llegado a tener más de 180 vientres activos de mucha calidad en el galpón hecho por nosotros mismos en el campo de mi abuelo. Las cosas tienen un principio y un final. Era un adolescente de 18 años y quedé con una sensación interior fea y muy profunda. Y me dije algún día voy a tener una revancha”, relata.
Pasó un tiempo y buscando un hobby se hizo criador de canarios. Por más de una década, con sus ejemplares fue muchas veces campeón argentino y, cuando se hizo el Mundial en el país, sacó también una campeona del mundo. “Siempre fui muy meticuloso con la elección de los animales, por eso leía mucho y me interiorizaba en cómo lograr ese animal perfecto. Llegué a tener 50 yuntas de canarios, más todas sus crías”, dice.
Pero, sabiendo que las cosas tienen sus etapas, tras una grave peste que les agarró a sus canarios en 2019, donde se le murieron muchos ejemplares, sintió que este proyecto también había llegado a su fin. Y con ese ímpetu de emprendedor hobbista, el año pasado en enero, les dijo a su familia que iba criar conejos, pero no para consumo de carne: ”Un criadero modelo, una cabaña premium, superestrella para mí, con animales excepcionales”.
Adaptó en el fondo de su casa un criadero traspatio. Y, mientras se pasaba las 11 horas en la verdulería, vendiendo la mercadería comenzó a interiorizarse en el tema, leyendo y hablando con los mejores cabañeros. Pero no era fácil arrancar. Fue así que, con ese objetivo, en 2022 llegó a la muestra de Palermo para comprar sus primeros conejos. Con su ojo clínico de viejo criador de canarios, muy meticuloso llegó a la exposición para hablar con el jurado para saber qué buscan en cada animal. En las ventas pudo adquirir una hembra con buen premio porque a su criterio es ella quien siempre transfiere mayor información genética que el macho.
“Compré la mejor hembra que pude, según mi bolsillo, una Reservada de Campeón, que era del mismo propietario de la Gran Campeona pero para esa no me daba el presupuesto. Después busqué un macho con segundo premio. De todo lo que había leído, lo puse en práctica en ese momento. Me quedé con esa yunta. Después recorrí la expo de Junín y compré una hembra muy bonita y esa es la hembra que me dio el Gran Campeón Macho y del segundo premio de la hembra que gané en esta Rural 2023″, describe.
El cabañero está profundamente feliz porque sus expectativas eran solo competir. “Los logros fueron muy rápido, tuve que hacer todo: asociarme y hacer todos los tramites en el Senasa. Pero cuando llegué a la expo, vi que mis conejos estaban muy bien, como gran preparador de canarios, brillaban en blanco porque un mes antes me tomé el trabajo de todos los días sacar cada ejemplar y limpiar la jaula con agua, alcohol o amonio cuaternario. Mucho trabajo pero fue parte del éxito de mi reciente cabaña Pilar Conejos, ese éxito que tuvo su cuota también de suerte”, detalla.
Gómez ya piensa en volver el año que viene, para tratar de defender lo que logró en la última Rural de Palermo: “No es fácil pero volveré”.
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