Comencé este artículo preguntándome por qué los argentinos consumen tan pocas legumbres, considerando que, en Latinoamérica, desde México hasta Chile, se consumen casi a diario, y concluyo en que obedece más a una cuestión cultural que económica. La Argentina es un país ganadero por excelencia y la carne es su baluarte más preciado, por ende, sus habitantes prefieren esas proteínas.
Mientras el consumo promedio en el mundo es de aproximadamente 8 kilos per cápita (OCDE FAO, 2020) en la Argentina su ingesta alcanza apenas los 800 gramos por habitante por año (Clera, 2020), es decir, se consume apenas la décima parte de lo que sería el consumo per cápita a nivel mundial, siendo las lentejas las que acumulan el 60% de ese valor.
Hoy es el Día mundial de las Legumbres, designado así por la Asamblea General de Naciones Unidas en 2017, y resulta una buena fecha para recordar que sumarlas a nuestra alimentación es necesario y saludable, que pueden consumirse en cualquier época del año, tanto frescas, como secas y hasta en harina.
Conforman una fuente asequible de proteínas a una gran proporción de poblaciones rurales de todo el mundo cuyo acceso a dietas diversificadas tal vez sea limitado. Las legumbres también tienen un alto contenido de nutrientes y aportan cantidades considerables de vitaminas y minerales que son importantes para la buena salud.
Además, la Argentina tiene la gran ventaja de ser larga de norte a sur, lo que habilita múltiples ventanas de siembra de legumbres, las cuales hoy se producen de norte a centro y de entre las que destacan dos tipos: en verano porotos (blancos y negros) y en invierno garbanzos, arvejas y lentejas.
A nivel productivo resultan ser una buena alternativa agronómica ya que permiten diversificar las rotaciones, y contribuyen a la seguridad alimentaria dado que su huella hídrica es baja y pueden tolerar mejor las sequías y las emergencias climáticas, tienen capacidad de fijar el nitrógeno atmosférico y mejorar en algunos casos la renovación de fósforo, con lo cual contribuyen a optimizar el uso de nutrientes del suelo y a lograr un mejor medio ambiente.
Localmente es destacable el trabajo que llevan adelante la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena–Salta (SAFCI), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y agricultores familiares de Potrero de Diaz, en Salta, donde se logró abordar el perfeccionamiento de la producción y la mejora del poroto pallares, mediante la incorporación de nuevas tecnologías e infraestructura.
El pallar es un cultivo ancestral y tradicional en la provincia del norte, que históricamente ha ocupado un lugar privilegiado en la gastronomía en Sudamérica, y lo particular es que su manera de producir aún mantiene una práctica familiar que se transmite de generación en generación. Con este trabajo se busca generar un producto de calidad para la comercialización del poroto que genera un ingreso económico para las familias de agricultores familiares del lugar.
Oportunidades
El complejo de las legumbres en el país es un sector dinámico con excelentes condiciones agroclimáticas para incrementar su producción y abastecer los mercados más exigentes y, puede ser una fuente importante de ingresos para muchas comunidades y territorios de la Argentina.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (MAGyP), en la última campaña (ciclo 2020/21) se sembraron 723.000 hectáreas con una producción que superó las 900.000 toneladas. De acuerdo con Adrián Poletti, especialista en cultivos especiales, de 2010/2011 a 2021, el volumen producido de todo el complejo de legumbres creció un 38%. En exportación de poroto blanco la Argentina se convirtió en el origen más importante, al tiempo que, en el mercado de arvejas, donde antes no existía, ahora se ubica en el top 12.
Estos datos dejan en evidencia que la Argentina supo ganar un espacio en la exportación de legumbres, redituándole al país unos 500 millones de dólares como promedio de los últimos cuatro años. Además, durante 2020 se abrieron las exportaciones de arveja a China, lo que representa una oportunidad para el sector. Y una ventaja fundamental es que este complejo no tributa retenciones.
En definitiva, las oportunidades en torno a las legumbres están a la vista, son saludables, nutritivas y constituyen un complejo clave para aumentar la resiliencia de los sistemas de cultivos, pero también es necesario afianzar hábitos de consumo en el mercado interno, mejorando la promoción y la oferta atractiva en las góndolas.
El autor es representante interino de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Argentina y Uruguay
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