Es un momento clave frente a la magnitud del deterioro del país
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Luego de los últimos dos meses de buenas lluvias en general en las zonas más productoras, se terminó de cerrar un mediocre año de trigo alcanzando 14,5 millones de toneladas frente a los 12 millones de toneladas del ciclo anterior, pero sí podemos decir que se afianzó la posibilidad de lograr, si las condiciones climáticas siguen acompañando, una cosecha gruesa mucho mejor que durante la sequía del último año.
Esto normalizaría los ingresos por exportaciones del complejo granario, que según datos de Agritrend SA, sumaría algo más de 10.000 millones de dólares respecto a los 22.500 millones de la campaña anterior y alcanzaríamos un ingreso por exportaciones del complejo granario de 33.800 millones de dólares. Todavía lejos de su potencial, pero en crecimiento.
Planteado por las nuevas autoridades después del 10 de diciembre a través de un DNU y un proyecto de ley ómnibus enviado al Congreso, se da la posibilidad de apuntar a un rumbo distinto para el país de los últimos años, que sin dudas sufrió un fracaso estrepitoso solo mirando los números de inflación, inversión privada, inseguridad institucional, jurídica y pública y cerrando todo esto con una pobreza e indigencia pocas veces vista.
Por una parte llamó la atención la cantidad de normas, regulaciones y leyes que se proponen eliminar o modificar fuertemente, algunas de las cuales tienen más de 50 años de promulgadas, pero están aún vigentes y, por otro, la claridad traducida en la propuesta, de la búsqueda ahora si explícita de un rumbo distinto para el país.
Semejante cambio exigirá sin dudas ajustes de todo tipo en su implementación (algunos puestos en marcha ya muy rápidamente como lo ocurrido en el sector pesquero) y otros que deberán requerir horas de trabajo serio para implementarlas; pero llama la atención las expresiones públicas, a mi juicio muy tempranas, de distintos sectores productivos, algunas cámaras empresarias, algunos políticos y economistas que se suponía miraban en la misma dirección y de algunos medios de comunicación, del nivel de exigencia y detalle que se exige a las propuestas recientemente realizadas y que proponen este enorme cambio de rumbo para el país.
Se pide un nivel de detalle imposible de clarificar en tan poco tiempo y que necesitará ajustes y trabajo para mejorarlo, pero el cambio de rumbo es necesario, claro, contundente y es bueno que rápidamente se ponga en marcha para realizar los ajustes correspondientes.
Mirada
Como siempre vemos y así nos va como país, ¨cada uno mira y cuida su quintita o kiosco¨ y no tiene en cuenta una visión distinta de país, como se propone implementar, aún estando en la emergencia en la cual estamos y hemos detallado anteriormente.
Debería ser este un momento de reflexión sensata del punto en que estamos como argentinos todos y de la necesidad de cambiar el modelo de los últimos más de 50 años, que, reitero y todos sabemos, ha fracasado.
La propuesta presentada por las nuevas autoridades va en la dirección planteada por quienes votaron las mismas, por lo que deberíamos inicialmente sin duda alguna apoyar la misma en general en forma pública, para acelerar los tiempos de aprobación y rápida vigencia y al mismo tiempo acercar ideas concretas desde los distintos foros empresarios para modificar y/o mejorar la implementación y concreción de los cambios propuestos. Desde la Fundación Producir Conservando lo hemos hecho como siempre.
Mi visión de la actualidad es que hoy todo parecería que está mal planteado y es resistido por muchos, que haciéndolo bien explícito por los medios, no hacen más que confundir y generar desconfianza en la sociedad frente a la magnitud de los cambios propuestos.
En muchos casos y reitero no en todos, son sectores que claramente han vivido y desarrollado sus negocios con subsidios directos o encubiertos del Estado, que pierden su competitividad frente a un cambio de rumbo y no están dispuestos a aportar ni cambiar nada o han desarrollado sus negocios a partir y con el estado y sus regulaciones continuas que les dan viabilidad y márgenes de ganancias a si mismos, en muchos casos participadas con la política, casi en forma explícita.
Todo esto que nos está pasando, es que, por un lado reclaman el cambio en forma pública, pero lo resisten por sistema para que no salga, en lugar de aceptar en general las propuestas y trabajar seria y profesionalmente junto a las autoridades con sus equipos, para mejorarlas e implementarlas con rapidez y volver a modificarlas tantas veces como sea necesario.
Es un momento para generar confianza en la sociedad frente a la magnitud del deterioro en que estamos inmersos y a las dificultades que tendremos las próximos semanas y meses para pretender salir adelante con mucho esfuerzo y ello no se logra pretendiendo que todo cierre ajustadamente y en forma rápida a los intereses y formas de pensar de todos.
Generar confianza no es estar de acuerdo y compartir todos los cambios de las casi 1000 leyes y regulaciones que se proponen cambiar o mejorar, pero sí es aceptar explícitamente la necesidad de un nuevo rumbo y trabajar con quienes tienen la responsabilidad de implementarlo para asegurar el resultado final.
Resistir el cambio de rumbo es a mi juicio lo que muchos hoy hacen y es entrar tempranamente en los detalles de las propuestas, muchas de las cuales deben ser mejoradas y corregidas, creando así desánimo e incertidumbre general, para lograr que nada cambie.
El autor integra la Fundación Producir Conservando
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