En la región núcleo destacan que se necesitan nuevas lluvias para contrarrestar la baja disponibilidad del recurso hídrico para los cultivos
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En la fase final antes de la cosecha, los productores mantienen la esperanza de que las lluvias acompañen. Después de dos semanas de intensa preocupación a fin de enero debido a la falta de precipitaciones y las altas temperaturas, en los primeros días de febrero llegó el alivio. Sin embargo, en el sector se reconoce la imperiosa necesidad de que las lluvias continúen. Luego de tres de años de sequía, la escasez de agua en el suelo es evidente. Por lo tanto, los especialistas alertan que es fundamental que las precipitaciones persistan para contrarrestar esta baja disponibilidad especialmente en un momento crucial en el que algunos cultivos están definiendo sus rendimientos.
“Este lote de segunda, en la zona de Rojas, contra río Rojas, parece ser de la campaña 2022/2023, pero en realidad corresponde a la campaña 2023/2024″, dijo Georges Breitschmitt, un productor agropecuario, al compartir una imagen en redes sociales. En un diálogo con LA NACION, Breitschmitt explicó que compartió la imagen para destacar que, a pesar de que se espera una cosecha más favorable este año en comparación con el anterior, la situación continua “crítica”.
“Mientras siga lloviendo, aunque sea poco, todas las semanas va a alcanzar; venimos de tres años de sequía donde los perfiles no tienen nada; están muy bajos”, comentó.
Algo similar compartió Juan Canarias, quien mostró lotes de maíz sembrados en la zona de Arias, a media hora de Venado Tuerto, y aseguró: “Para mantener potencial nos falta mucha agua”.
En este escenario, Carlos Zotelo, climatólogo del Conicet, elaboró mapas que muestran tanto el contenido de agua en el suelo como la necesidad de los cultivos.
En el caso de el cultivo de soja y maíz, explicó que los mapas que muestran la necesidad de agua en el suelo están teñidos de un tono rojo intenso, lo que indica que en general “persiste una falta de humedad en el suelo”. Las áreas más complicadas se encuentran en el sur de Entre Ríos, el noroeste de la provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe. También en el norte de La Pampa y algunas partes del sur de Córdoba. Pero, en general, casi toda la zona presenta una fuerte necesidad de lluvias.
“Esta necesidad importante de agua para el maíz hace que los productores puedan estar preocupados por la pérdida de cantidad que seguramente se produzca y la calidad de los granos, especialmente en el caso de la siembra de segunda en caso de que no mejoran las condiciones”, dijo.
En rigor, esto ocurre en un momento crucial: el maíz de primera se encuentra en su etapa final, habiendo superado el momento crítico, mientras que la soja está entrando en la etapa crucial de llenado de granos al igual que el maíz tardío próximo a hacerlo.
En líneas generales, según el especialista, se espera que esta demanda de humedad pueda disminuir con las precipitaciones de los próximos días y el descenso de temperatura. No obstante, aclaró que se prevé que este descenso no sea tan marcado en la zona núcleo como en el centro de la provincia de Buenos Aires y algunas regiones de Entre Ríos, donde se espera una disminución de hasta siete u ocho grados.
Por otro lado, a partir del miércoles próximo se pronostican temperaturas elevadas, alrededor de los 36 o 37 grados, lo que puede complicar la situación respecto a las precipitaciones que se esperan para mañana y el martes venidero.
En la misma línea, Diego Pasi, analista de AZ- Group, tras analizar otro mapa que muestra el porcentaje de lluvias de los últimos 30 días, manifestó: “En muchas zonas de Córdoba y Santa Fe los cultivos desarrollaron con los milímetros que cayeron en verano, que no alcanzaron para recargar los perfiles, lo que es un problema para el maíz y la soja, pero también para la próxima campaña de cosecha fina”.
En dicho mapa se ve que en el norte de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba llovió el 50% de lo que debería haber llovido con relación al promedio. “En otras regiones –Chivilcoy, Lobos, San Antonio de Areco- llovió un poco más, pero en Pergamino cayó 30-40mm luego de la seca de enero; eso ayuda a los cultivos, que estaban complicados, pero se necesitan nuevos registros para los próximos días”, proyectó Pasi.
“No hay agua en profundidad, y eso es una preocupación para las próximas semanas y para la campaña que viene”, precisó. Por su parte, Matías Amorosi, de la misma consultora, dijo que las “últimas lluvias llegaron a tiempo en algunas zonas y tarde en otras”. Son oportunas para el sur de Buenos Aires, pero tardías para muchos cultivos de zonas ubicadas más al norte.
Además, los productores se quejan de que había tanta sequedad del suelo en enero, que lo que llovió fue consumido rápidamente por las plantas y no quedó nada; está seco de nuevo. De cara a la cosecha ya nadie habla de una producción máxima. “Va a haber mermas de rendimiento respecto de los promedios y mucha irregularidad espacial en la productividad de los lotes”, finalizó Amorosi.
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