Rafael Feliciano Alcaraz hijo del carpintero español Miguel y de la criolla Basilia Antonia Pintos, nació el 8 de junio de 1774 y bautizado en San Nicolás de Bari de un día de vida. Perdió a sus padres de muy chico, y pasó al cuidado de su abuela y luego a otras familias; una de ellas fue la del estanciero Miguel de los Santos Arellano, en los campos que poseía en la zona sur de Buenos Aires, donde pudo tomar el gusto a la campaña y especialmente a los caballos. Con su trabajo logró arrendar en la zona de Quilmes y en la Cañada de la Paja (Arroyo Morales - La Matanza) terrenos para criar animales; y con la venta de estos pudo acceder a una pulpería en el barrio de La Piedad.
Para la Invasiones Inglesas, con algunos peones concurrió para colaborar con los Húsares de Pueyrredón. En 1810 fue nombrado Teniente de Alcalde para el Cuartel N° 19, Más tarde es designado capitán graduado de Ejército y Comandante del Piquete Celador de Policía. Participó en 1818 en la campaña del general Balcarce, siendo el 15 de enero de 1819 ascendido a sargento mayor efectivo de Caballería de Línea.
Según se referencia, en el testimonio de la escritura del terreno de la Estancia nombrada de Zamora, Rafael Alcaraz fue uno de los 23 firmantes de la petición de tierras en las Lomas de Zamora y así fue como en mayo de 1821 le asignaron allí una suerte de tierras, autorizadas por el gobernador Martín Rodríguez y a instancias del propulsor de la zona, el alcalde Tomás Grigera.
Dice Vicente F. López, refiriéndose a Alcaraz: "La imaginación popular había hecho de él un guerrero mitológico de los suburbios; en cada casa había una leyenda sobre sus hazañas; y en esa especialidad era verdaderamente uno de esos hombres dotados de doble vista, que parecen tener a su disposición el genio familiar que los dirige con un acierto sorprendente en todas sus empresas. Con una seguridad admirable, él adivinaba cada día, cada noche, el lugar donde se abrigaban, o el lugar que iban a atacar los bandidos; y los acorralaba, los sableaba, los sorprendía, los agarraba y los ahorcaba también de su cuenta cuando le habían hecho resistencia con pérdida de la sangre o de la vida de los suyos".
Por abril de 1823 se fugó de la cárcel, disfrazado de mujer y con el rostro pintado de negro, el famoso malhechor Manuel Recabarren. Al poco tiempo, cuando Alcaraz volvía de la zona de Quilmes lo divisó y salió en su persecución. En el Ombú de Gaete (Wilde) le dio la voz de alto; la respuesta de Recabarren fue atropellarlo con su daga para comenzar, montados a caballo, una encarnizada pelea. El bandolero se llevó la peor parte, recibió un sablazo en la cabeza y luego un puntazo al cuerpo. Alcaraz falleció en su casa de la calle Paraná, de Buenos Aires, el 19 de noviembre de 1825.
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