La cruda realidad de la sequía azota a Lisandro Crespo y otros productores en Carlos Tejedor; la falta de agua, exacerbada por temperaturas extremas y escasez de precipitaciones, los obliga a desprenderse de la hacienda
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Desde hace al menos una semana, Lisandro Crespo pasa las noches casi en vela, con problemas para dormirse porque no puede dejar de pensar en que, con más de 35 grados de sensación térmica, los animales tienen restringido el acceso al agua en el establecimiento que administra en el partido de Carlos Tejedor. A pesar de los esfuerzos por aumentar la frecuencia de contratación de camiones cisterna para abastecer de agua a la hacienda, las condiciones extremas de temperatura y la escasez de precipitaciones, intensificadas por una sequía persistente de tres años, hacen que la situación resulte insostenible. El costo de mantener este servicio representa una pérdida económica semanal equivalente al valor de una vaca. En este contexto, si la situación no mejora esta semana, va a vender o sacar gran parte de la hacienda del campo.
La situación de Crespo refleja la realidad de muchos establecimientos en el partido del oeste bonaerense, donde la sequía ha alcanzado “el punto más crítico”. El año pasado, las precipitaciones apenas alcanzaron los 566 milímetros, y este año, solo 40 milímetros. Las temperaturas son extremas y las napas están bajas y salinizadas. En este contexto, los productores ven deteriorarse sus cultivos y en ganadería tienen dificultades para hacer reservas. El ganado pierde estado corporal y deben enfrentar serias dificultades para el engorde, terminación, ventas y pérdida de preñez.
“Es preocupante, desesperante, quita el sueño; es una situación terrible que nunca imaginé vivir. La falta de agua en los animales es verdaderamente triste”, confiesa Crespo, que gestiona el campo de 1000 hectáreas dedicado a la cría y engorde de ganado ubicado a 13 km al sur del límite con el sur de Carlos Tejedor. Allí cuentan con 600 animales, entre vacas de cría, destetes y una recría proveniente de vacas que parieron en otoño.
Según los datos proporcionados por la Sociedad Rural de Carlos Tejedor, en el partido hay alrededor de 620 productores ganaderos, de los cuales el 58% se clasifican como pequeños productores al tener menos de 200 cabezas de ganado, mientras que el resto se distribuye entre productores medianos y grandes. Todas, aseguran, tienen algún grado de afección por la situación. Ocurre que allí, a diferencia de otras zonas, el alivio de las lluvias nunca llegó.
Crespo explica que la problemática comenzó con la escasez de alimento durante el invierno, pero con la llegada del verano, la falta de agua se volvió aún más grave. A mediados de año, indica, se vieron obligados a suspender el engorde debido a la escasez hídrica y los altos precios de los alimentos. En este contexto, en el establecimiento que administra el cierre del feedlot fue inevitable.
“Ahora tenemos la difícil tarea de mantener la cría y la invernada”, dice. Ocurre que este último tiempo la situación del agua empeoró porque las napas están más bajas, y hay más agua contaminada con sal. “Un agua con mediana calidad debería tener entre cuatro y seis gramos de salinidad, pero en este momento hay pozos donde el agua que extraen tiene 14 a 15 gramos por litro. Esa agua es venenosa, les provoca diarrea y se van consumiendo”, dice.
En este contexto, señala que hasta el año pasado era suficiente con contratar uno o dos camiones cisterna de 25.000 litros por mes, los cuales se mezclaban con el agua de las napas. Sin embargo, actualmente se ven obligados a contratar hasta tres camiones de 25.000 litros por semana. “Es una situación desafiante”, comenta.
Ocurre que la pérdida económica actual es alarmante, con el costo de un camión de agua alcanzando los 200.000 pesos, y esperan que haya un aumento debido a la subida de los precios de los combustibles.
Frente a este escenario, la decisión pendiente de la próxima semana es crítica: si no llueve, Crespo se verá obligado a vender o trasladar gran parte de su hacienda a otro lugar.
El productor Horacio Crespo cuenta que ya se desprendió de más del 30% de su stock ganadero porque no lo podía seguir manteniendo en el campo. Trabaja unas 270 hectáreas donde realiza cría, invernada y terminación con aberdeen angus. De los 350 animales que tenía el año pasado, ahora tiene 270.
“Antes disfrutábamos de paseos en el campo, viendo a las vacas y los campos en buen estado. Pero ahora enfrentamos la dura realidad de ver a los animales sufrir”, dice.
El productor relata que los lotes que sembraron en marzo del año pasado se encuentran prácticamente desprovistos de cultivos. Allí está la reserva de forraje, específicamente sorgo y maíz, pero lamentablemente tras estas altas temperaturas y las nulas precipitaciones: “no quedará nada”.
“Esta situación ya no tiene remedio. Aunque llueva, ya está todo perdido”, dice el productor Saúl Mazzieri de Colonia El Toro donde cría unos 100 animales. Desde hace un año, para poder salvar a sus animales, acarrea agua del campo de un vecino. “Gracias a su ayuda, no tuve que vender todas las vacas, sino me hubiese quedado sin animales”, dice.
No obstante, advierte que la situación se vuelve cada vez más alarmante. “Me estoy quedando sin pasturas, y el poco maíz que hice se está secando, así que posiblemente dentro de poco suelte los animales”, comenta.
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