María Sol Ferrero tiene 24 años, desde hace unos meses está en el programa de cocina que conduce Wanda Nara por Telefe y cuenta por qué eligió la carrera universitaria
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Mientras se presenta, María Sol Ferrero (24), libera una extensa sonrisa de esas que cautivan a cualquiera. La simpatía que le brota por los poros es la misma con la que es conocida en Sampacho, Córdoba, donde nació y se crió. Es allí a donde quiere dedicarse a la agricultura de precisión en el futuro; la motiva a hablar de tecnología agrícola y las oportunidades que genera el campo. Ahora, con la pausa que se permitió de sus estudios, intenta superar los desafíos con platos perfectamente confeccionados que tiene que presentar en el reality de cocina de MasterChef, que conduce Wanda Nara.
En medio de la entrevista con LA NACION, en San Isidro, Sol deja en claro que quiere “vivir de la agricultura”. Todavía debe algunos finales y la tesis de la carrera de agronomía de la Universidad Nacional de Río Cuarto, pero tiene claro que no va a ser la televisión un recurso de vida a largo plazo.
“El amor por mi carrera arranca desde chica, porque me gustó siempre vivir en el campo: los fines de semana estaba en el campo. Vengo de una familia criada en el campo. Me hice un test vocacional para estudiar y me salió que tenía que estudiar agronomía, o sea, hasta el último momento no sabía. Realmente le pegué en la tecla, porque la carrera me encanta y me encantó transitarla. La disfruté a pleno, aunque me queden algunos finales todavía. Es un carrerón, divino”, cuenta. Para ingresar al programa que se transmite todas las noches por la pantalla de Telefe hizo una pausa en la tesis que le queda por concluir.
Sol resalta que su familia, compuesta por su madre Marcela (50), una peluquera de la localidad; Sergio (54), su padre, un vendedor de autos y su hermana Lucía, tienen mucha pertenencia con el sector agropecuario. “En este momento mi papá no se dedica al campo, pero trabajó con maquinaria [agrícola], ahora no lo hace más, pero tenemos un campo que está alquilado donde se hace maíz y soja”, explica.
La joven repite con orgullo que su carrera relacionada con el sector más pujante de la economía argentina la hace en la “universidad más prestigiosa del país”.
“Después de recibirme, me gustaría hacer muchos cursos de agricultura de precisión, que ya se está implementando una barbaridad en la Argentina porque es el mundo nuevo del agro. Primero quiero recibirme, hacer mi tesis, después meterme con los cursos y llenarme de conocimiento con eso”, sostiene.
La alegría que emana su semblante resulta contagiosa. “Siempre fui muy alegre, trato de serlo, pero a veces tengo días malos, como todo el mundo. Trato de estar tranquila”, resume. Sampacho, el pueblo que popularizó junto a Wanda en los programas, tiene aproximadamente 12.000 habitantes. Allí, dice, vive gente muy cálida y su actividad principal es la agricultura. “Por eso estudié agronomía, porque estoy rodeada de gente que vive de eso. Hay mucho servicio agropecuario, lugares de compra-venta de todo tipo, hay mucha cantidad de productores por todos lados, creo que por eso es que me gusta tanto la carrera”, asevera.
La futura ingeniera agrónoma compara la agricultura nacional con lo que ocurre en países de Europa. “Nosotros somos una hormiga porque la tecnología que tienen en Europa es increíble, a lo mejor, en algunos años vienen acá a la Argentina, pero es un mundo aparte. Sabemos que la Argentina es un país bastante complicado con respecto del agro, el sector tiene miles de trabas, pero tenemos que aprovechar los recursos que tenemos”, afirma.
Desde Sampacho trajo un conejo muy congelado -se ataja-, el primer desafío que encaró en el certamen. “Cuando llegué acá al hotel pedí que lo metan al freezer, después llevé el conejo a la tele. En Sampacho hay una granja, en un colegio que cría y carnea todo tipo de animales comestibles, lo traje congelado. Cuando llegué a la recepción les dije: disculpame, me podrías guardar un conejo y me miraron con una cara. Después les expliqué para qué era. Me dijeron que sí, que con mucho gusto me guardaban el conejo congelado”, reconstruye.
El día de la presentación del plato que la producción le asignó, recuerda, tuvo que llevarse ella misma los ingredientes. “No podía olvidarme ni de la sal, estaba muy nerviosa porque el conejo no es algo que hago siempre. Tiene huesitos muy chiquititos, estaba muy nerviosa, pero había practicado como con cinco conejos antes, me tenía que salir. Practiqué cuando me avisaron qué plato tenía que traer, me compré varios conejos. Quemé todos mis ahorros, básicamente”, resume. En enero cada conejo salía $3000.
La idea de ingresar a MasterChef surgió mientras veía un anuncio con su mamá en la tevé y sus amigas la motivaron a participar. “Siempre me encantó el programa, lo amé desde muy chica, desde la primera temporada que salió. Lo veía como algo imposible, pensaba: ¡Qué voy a llegar allí! Cuando terminé de cursar el año pasado, apareció la propaganda en la tele, y mi mamá me dijo: ¿por qué no te inscribís? Dije, no, qué voy a salir allí. Después mis amigas me dijeron: dale, cocinanos, aprovechás y hacés el casting. Ellas me ayudaron a armar el video, se subió y al otro día me llamaron. Cuando avisaron que ya quedaba y tenía que venir a la audición del 3 a 1, tuve que mandar dos recetas y ellos elegían cuál, así que no sabía cuál me iba a tocar, y me tuve que traer todos los ingredientes con conservadores”, cuenta.
El desafío más grande que le tocó enfrentar hasta ahora es salir de una localidad tan pequeña y exponerse en la televisión a los malos comentarios que surgen en las redes sociales. “Es lo más difícil de todo. Me cuestan un montón el famoso hate que lo tenemos absolutamente todos. Hay muchas personas que todos los días están absolutamente al pe*** en su casa y se sientan a criticarte, es lo que más cuesta. Me crié en un pueblo con gente hermosa que jamás te comentaría algo así. Cuando los lees resultan difícil olvidar, me han dicho de todo”, sostiene.
Sin embargo, en el camino también se hizo amigos y se la ve muy cercana a la expareja de Mauro Icardi. “Wanda es una genia. Nunca pensé que sería como es. Lo que importa para mí es lo que hay detrás, porque lo que se muestra en cámara es show y lo que hay detrás es lo que vale. Es muy piola, muy buena, educada, viene te saluda, toma mate con nosotros, charla y todo”, afirma.
El certamen está en la instancia del repechaje, que forma parte de la competencia. “Era sabido que iba a pasar y ahora hay que seguir adelante. Es complicado porque todos tenemos más o menos el mismo nivel; siempre hay semanas excelentes o semanas bajas, es una montaña rusa, que va muy bien o te va mal. No es que siempre te va a ir bien o siempre te va mal. Todos tenemos cosas así, no te podés imaginar quién puede estar o no en una final, pero vamos con todo, estudiando mucho”, resume.
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