Granja Tres Arroyos, que exporta ese producto a Medio Oriente, fue contactada por la AFA para atender un pedido especial de 2600 kilos que se enviaron por avión quince días antes del Mundial
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Joaquín de Grazia es el presidente del directorio de Granja Tres Arroyos, la productora y exportadora avícola argentina que llega a más de 70 países en el mundo con sus alimentos. Quince días antes de comenzar el Mundial de Qatar, el empresario, según contó a LA NACION, fue contactado para hacer un envío especial y de urgencia de 2600 kilos de pollo para cubrir la demanda de los jugadores de la selección nacional.
Desde principios de los años 90, la compañía, que ahora engloba un conglomerado de empresas a través del Grupo GTA, envía sin interrupciones productos avícolas a varios países de Medio Oriente. El ejecutivo explicó que la primera exportación, en rigor, la concretaron en 1976 a Kuwait, pero por diversos problemas en el exterior debieron ser interrumpidas y retomadas en continuidad en 1994. En todos estos años, su empresa consiguió consolidarse como la única exportadora argentina de pollo a los países del Golfo Pérsico, donde compite con grandes firmas brasileñas.
“Para el Mundial de Qatar tuvimos un pedido especial que ya no era de pollo pequeño, sino un pedido para nuestros argentinos consumidores: pollo entero y más grande, cuartos traseros con hueso, cuartos traseros deshuesados y la mitad del pedido eran supremas. O sea, eran pechugas deshuesadas y todo con rito halal. En total fueron 2600 kilos”, dijo.
Fue la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) la que se puso en contacto con la firma nacional y le hizo ese pedido especial 15 días antes de comenzar el Mundial de fútbol. El pollo era nada más y nada menos que para la selección nacional, el cuerpo técnico y el staff de la AFA que viajó a ese país.
Qatar tenía previsto albergar alrededor de 1,2 millones de personas de todas partes del planeta para la Copa del Mundo. Por eso, y a partir de la necesidad de cubrir la demanda de alimentos, hubo empresas argentinas que tuvieron que salir a cubrir los pedidos que se generaron de último momento por este evento que convoca multitudes.
Granja Tres Arroyos, por ejemplo, envía a Qatar alrededor de 500 toneladas por mes de pollo que viajan durante 60 días en barco. “Solo este pedido especial se fue en avión; los costos en avión son mucho más altos. Esto lo pagaron ellos”, explicó y contó que, en realidad, el producto estrella para estos países es el pollo pequeño, de un kilo promedio, sin menudos en su interior que se denominan griller.
“Los musulmanes están acostumbrados a este tipo de productos, que equivale a comer un pollo por persona. Lo que para nosotros es una porción para ellos es un pequeño pollo, por supuesto que también el mercado va creciendo a medida que esos países van desarrollándose y cada vez hay más productos que vas a conociendo como es el shawarma”, resumió.
La empresa de origen nacional provee alimentos a países como Arabia Saudita, a donde se envían alrededor de 3000 toneladas, le siguen Emiratos Árabes Unidos y Baréin, entre otros destinos musulmanes, que comenzaron a necesitar más alimentos para satisfacer la demanda interna. “Ahora aparecen los fast food como algo disruptivo dentro del mercado árabe y estamos apostando a esa exportación, así como somos proveedores en la Argentina de las principales cadenas. Estamos incorporando toda nuestra línea de productos pre-fritos y empanados y cook, o sea, totalmente cocidos para atender esos mercados”, afirma.
“En este momento somos los únicos exportadores hacia ese mercado. La exportación hacia el Medio Oriente es un desafío y nosotros tenemos que tomarlo como algo muy serio para mejorar lo que hacemos. En nuestro mercado, cuando un cliente de exportación exige un nivel y un estándar de calidad, que a veces no es igual que el nuestro, sino que lo supera, hay que incorporarlo automáticamente a la producción”, explicó.
El principal desafío para el grupo era convertirse en proveedores “confiables” y llevarle tranquilidad a los importadores de que iban a cumplir con la certificación halal.
“Hemos hecho acuerdos con las empresas -entre ellas The Halal Catering Argentina- que se dedican a hacer estas certificaciones. El rito Halal implica una determinada manera de matar el pollo, desangrarlo y de hacerlo en forma manual, como corresponde, mirando al Este. A partir de ahí tenés una certificación que te permite llegar a cualquiera de todos estos países, pero la certificación no la puede dar cualquiera, la tiene que dar una entidad que los países destinatarios de nuestros productos conozcan perfectamente”, dijo.
El principal exportador a esos mercados actualmente es Brasil, aunque con el correr del tiempo han surgido otros países que se han involucrado y que están más cerca geográficamente, como Turquía y Ucrania. “La Argentina está mediando ahí entre esos países, pero estamos llegando con la desventaja de la distancia”, aseguró.
Para De Grazia, la Argentina podría crecer a la par de Brasil, un país que para llegar al lugar que está, a nivel productivo, ha trazado una fuerte política agroindustrial, algo que el empresario ve como “un faro al cual ellos se dirigen”.
“No abandonan las políticas y siguen creciendo, no solo en pollo, sino en el resto de las carnes, como el cerdo. Hoy son los principales exportadores de proteína animal en el mundo”, sostuvo e hizo una comparación con el lugar que ocupaba la Argentina en los años 70 y el que tiene ahora respecto de Brasil.
“Cuando nosotros empezamos en 1974 a producir para exportar, cosa que logramos a fines de 1975 o principios de 1976, con Brasil podíamos hablar de igual a igual en algunos mercados, en ese básicamente, Medio Oriente. Hoy, Brasil exporta a Medio Oriente alrededor de 60.000 toneladas por mes de pollo, mientras que nosotros exportamos a nivel país 3000 toneladas”, comparó.
Las políticas económicas de la Argentina están en modificación constante, según indicó, por lo que esto impide un mayor avance. “Lo mismo pasa con cualquier producto primario del agro que tenga que ser exportado, tiene que hacerlo con la mayor cantidad de valor agregado y no lo estamos logrando. La agroindustria es más importante que cualquier otro complejo industrial que el país quiera desarrollar, lo tenemos a disposición, las industrias agropecuarias transforman proteína vegetal en animal, ya sea del pollo o de cualquier otro animal y eso hay que transformarlo en 200 productos diferentes para inundar al mundo con una muy buena proteína como la que podemos producir”, detalló.
El empresario rescató la importancia de exportar con valor agregado para poder reposicionar a la Argentina en el exterior y recordó la historia de un cliente supermercadista de Amán, Jordania, que comenzó comerciando con un lote de camellos y cabras, hasta que pudo abrir el primer local y hoy tiene 100 sucursales.
“Mi historia y la de nuestro equipo es de trabajo y de hacer las cosas bien. Por ejemplo, para hacer este producto estrella, el chiquitito de 24 días, las plantas de faena argentinas no están preparadas; hay que hacerlo, junto a la gente que las opera. Hay que adaptarse a eso y regular la maquinaria y obtener máquinas especiales para el resto del trabajo”, afirmó.
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